Por A excepción de los políticos, no existe ningún salvadoreño que no haya sido víctima de las pandillas que nos mantenían en miedo. A algunos nos mataron familiares o amigos; otros pagábamos renta, pero en los barrios pobres de El Salvador a todos nos jodían, de una u otra forma.
Por eso es que para muchos el régimen de excepción es un respiro, porque al fin “se hizo justicia”, ilegal e inexacta, pero la presencia de las maras disminuyó y por consecuencia tenemos después de los acuerdos de paz 600 días sin homicidios asociados a las pandillas.
Las pandillas fueron crueles y frías con los salvadoreños, asesinaban a sangre fría, a la luz del día, sin importar nada.
No tengo dudas de que la mayoría de salvadoreños estamos de acuerdo con que metan a la cárcel a los mareros que mataban, extorsionaban, robaban y violaban a nuestros hermanos… esos que se pudran en la cárcel, merecido lo tienen.
Pero en esta sed de venganza, más que de hacer justicia, hay miles de inocentes que son culpables mientras se demuestre lo contrario y no “inocentes mientras se demuestre lo contrario”, que es lo que establece la Constitución y leyes penales. Son miles de salvadoreños inocentes que no merecen estar NI UN DÍA ENCARCELADOS, por un error, por una denuncia anónima, porque le caía mal al vecino, porque le caía mal al policía, eso no es delito.
No hay que esperar a que metan preso a algún familiar o amigo inocente, para ponernos en los zapatos de los que injustamente tienen meses detenidos sin acceso a la pronta y cumplida justicia.
A dos años del Régimen de Excepción las autoridades de Seguridad Publica ya tendrían que tener un censo de quienes son los pandilleros y quienes son los inocentes, porque en la cárcel tienen que estar los delincuentes, y en sus casas, los inocentes.
Periodista.