El pasado domingo, miembros del Movimiento de las Víctimas del Régimen (MOVIR) se concentraron frente a la Catedral de San Salvador para que el Arzobispo Escobar Alas les escuchara. Estas personas, que cargan con las fotografías de sus familiares detenidos arbitrariamente y que en sus rostros reflejan el dolor y la agonía de una amarga y profunda injusticia humana, recibieron la espalda del Arzobispo, quien las evadió y, a último minuto, movió de lugar su conferencia de prensa para no hablar con ellas. Pero esto no fue todo, el Arzobispo y Presidente de la Conferencia Episcopal de El Salvador también le dio un espaldarazo a la recién anunciada reelección –inconstitucional– de la que buscará participar el Presidente.
A raíz de estos sucesos, muchas personas, católicas y no católicas, se han hecho la misma pregunta: ¿qué pensaría de esto San Oscar Romero?
Es importante señalar que detrás de esta postura sentada por el Arzobispo Escobar hay una enorme incoherencia. Meses atrás, la Conferencia Episcopal había emitido un comunicado oficial en el que plantearon una posición completamente en contra de una posible reelección presidencial. El abordaje lo realizaron desde las cláusulas pétreas que posee la Constitución de la República en torno a este tema. Tras este antes y después tan distante, surgen más dudas. ¿Qué cambió en el Arzobispo para contradecir el comunicado que él firmó un tiempo atrás? ¿Por qué la Iglesia Católica se muestra dividida y no clara de frente al futuro de la Nación? Lo que menos necesita la Iglesia Católica es mostrarse tan incoherente y mentirosa así como el Presidente mismo, sus ideas del pasado y sus ideas del presente, reflejan, en esencia, la figura política más hipócrita de este país. Algunos liderazgos de la actual Iglesia Católica no están siendo consecuentes con la historia que ha definido a la Iglesia en El Salvador.
Llegado a este punto de la columna debo aclarar que yo siempre he creído y he promovido que en un Estado Laico, la Iglesia Católica debe abstenerse de opinar sobre muchas cosas que no le competen, pero como católico y admirador de la obra de Monseñor Romero debo reconocer que cuando las injusticias atentan contra la dignidad humana de esta sociedad, las voces valientes, racionales y prudentes son fundamentales para la defensa de nuestros derechos y del marco democrático que vela por el bienestar y futuro de nuestro país. Esto último es importante, la prudencia. ¿Fue prudente el Arzobispo Escobar Alas con sus declaraciones? Re-pregunto: ¿qué pensaría de esto San Oscar Romero?
Por favor, volteemos a ver qué ha sucedido recientemente en Nicaragua. Las dictaduras sí poseen gente devota, pero esas mismas dictaduras no son santas. No son santas, señor Arzobispo. Para ilustrarnos mejor: los aliados de los autócratas son tan volátiles como el Bitcoin, con la única diferencia que son mucho más descartables. Esto no es un dato menor, cualquier persona que en este momento se resguarde en la tibieza o en apoyos a medias tintas y por conveniencia (muy cortoplacistas, claro) deben tomar nota de esto. Si no rompemos el miedo desde este preciso momento, las consecuencias a futuro serán críticas, como bien he dicho, veamos qué ha pasado en nuestro país vecino Nicaragua.
Estoy haciendo esta crítica desde este texto, porque ante esta coyuntura tan turbulenta es necesario construir, trazar líneas comunes y pensar desde una amplitud diversa y democrática. No debemos poner nuestras voces y liderazgos al servicio del aparato de propaganda del oficialismo. Y mientras ellos quieran hacerle creer a la gente que la figura central que sostiene su proyecto autoritario es divina, nosotros debemos hacerle saber a todas las personas, desde la prudencia y la razón, que las dictaduras no son santas.
“La persecución es algo necesario en la Iglesia. ¿Saben por qué? Porque la verdad siempre es perseguida”. (Homilía 29 de mayo de 1977).
No tengamos miedo. Insistamos y hablemos desde la verdad.
Comunicólogo y político