PUESIESQUE…si uno toma en cuenta las acciones y las declaraciones del actual vicepresidente de la República, casi es obligado entender que ese es el cargo gubernamental más aburrido del país, a tal grado que, por un lado, institucionalmente, deben pasar buscando qué le encargan al vicepresidente, para que no desfallezca de inapetencia; y, por otro lado, el hastío impone al titular del cargo a buscar protagonismo, a inventarse cualquier chocarrería con tal de aparecer en los medios.
Así, no sé si por encargo presidencial o por propia iniciativa, el actual vicepresidente decidió actuar como el jefe de los BUFONES JURÍDICOS DE LA DICTADURA: no es el único y tampoco fue el primero que asumió ese rol (recordemos que en 2020 ya existían los creadores del “derecho golpista” o, incluso, los “torticeros valladares”), pero desde poco más de un año, el vicepresidente se ha ganado a pulso, payasada tras payasada, el título de “bufón mayor”, al extremo que le encargan giras internacionales para dar a conocer sus extravagantes y ridículos argumentos.
Es imposible que en este espacio de opinión podamos mencionar toda la camándula de mentiras y falsedades que ha expuesto el vicepresidente en los casi 4 años en ejercicio del cargo, pero en razón de su última estulticia, toca referirse al tema de la reelección presidencial inmediata, que ahora el vicepresidente sí admite, expresamente, ¡que está constitucionalmente prohibida!
Sobre el tema de la reelección presidencial inmediata en El Salvador, el vicepresidente ha sostenido básicamente las siguientes posturas:
- Primero decía que la reelección presidencial inmediata está prohibida en la Constitución, al grado que decía que era la norma “más sagrada” de la Constitución.
- Después dijo que lo que él no compartía es la sentencia constitucional que declara que el lapso que debe transcurrir para que una misma persona ocupe la presidencia de la República es de dos períodos presidenciales, es decir, diez años; y aseguró que charló con constituyentes de 1983, quienes le reiteraban que el lapso debía ser de cinco años.
- Pero luego, como quienes usurpan cargos, funciones y oficinas en la Sala de lo Constitucional salieron en septiembre de 2021 con un papel chuco, sin ningún valor jurídico, diciendo que el presidente en funciones sí se puede reelegir, el vicepresidente debió cambiar el discurso.
- Fue así como hace aproximadamente seis meses, el vicepresidente, en una entrevista radial, hizo una declaración que lo hace ingresar en los anales de la historia -no la jurídica, sino de la sandez-, al sostener que la permisión de la reelección presidencial inmediata o continua está en la Constitución salvadoreña en un “artículo escondido, que no había salido a la luz”: semejante equivalencia, de entender la Constitución como un laberinto, jugando a escondelero, provocó el ridículo mundial.
- Ahora el vicepresidente reconoce, explícitamente, que la reelección presidencial inmediata está constitucionalmente prohibida, pero como no puede contradecir al régimen autocrático, sale con la memez de asegurar que la postulación del actual presidente para el período presidencial inmediato posterior al actual no es un intento de reelección, sino un segundo mandato (vean aquí el emoji de vergüenza ajena).
Es, dicho con franqueza, una ofensa a la inteligencia de los salvadoreños que el vicepresidente recurra a tantos malabares, a tantas falacias -una verdadera tripa chuca- para intentar defender lo indefendible. Repetimos lo esencial: en El Salvador, ¡la reelección presidencial inmediata o continua ha estado y está constitucionalmente prohibida! Y Ulloa lo sabe.
Y es que la Constitución es clarísima: el período presidencial es de cinco años, “ni un día más”, así que está prohibido un segundo mandato presidencial inmediato, porque, al fin y al cabo, aunque se le quiera llamar de otra forma, eso es una reelección.
Por más que hagan piruetas mentales, la realidad jurídica es, en este caso, irrefutable: quien es presidente de la República no puede ser candidato para el siguiente período presidencial.
La insistencia del régimen autocrático en intentar justificar la reelección con nuevas argucias, solo deja en evidencia que ellos son conocedores que están actuando contra la Constitución, contra la República, contra la Democracia.
Con tanta farsa, queriendo sorprender la buena fe de la gente, el régimen autocrático solo muestra que ha engañado al pueblo, pues cuando llegaron al poder prometieron, juraron cumplir con la Constitución, observar las reglas básicas de la democracia, pero ya en el poder solo desean perpetuarse en sus privilegios y corruptelas, aunque ello implique la violación masiva de los derechos humanos de los salvadoreños.
Abogado constitucionalista.