PUESIESQUE…el aparato gubernamental de propaganda (que usted paga con sus impuestos) insiste, en la últimas semanas, en la factibilidad, tanto jurídica como social, de la reelección presidencial inmediata y, en concreto, busca validar que el actual presidente pueda continuar en el cargo por al menos cinco años más: sin embargo, la realidad es que quienes rodean al actual inquilino de Casa Presidencial quieren que él permanezca en el cargo por tiempo indefinido, esto es, quieren establecer una “presidencia vitalicia” para un líder mesiánico, que dice hablar directamente con Dios, pero que en la realidad, ni puede leer comprensivamente, ni tampoco sabe aritmética elemental.
Sobre el aspecto jurídico de la prohibición de reelección presidencial inmediata o principio de alternabilidad en el ejercicio de la presidencia, ya lo hemos explicado suficientemente. Tal prohibición es tan evidente, que ni siquiera el régimen intenta defender su postura reeleccionista: incluso, creo que solo el vicepresidente o sus empleados aparecen de vez en cuando intentando justificar jurídicamente -cada vez de modo más extravagante, al grado de impresentables- la reelección.
Todavía más, antes hacían mención del mamarracho que firmaron quienes usurpan cargos y funciones en la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (SCn/CSJ), para intentar justificar la reelección presidencial inmediata, pero lo cierto es que ese papel chuco contiene tal camándula de inexactitudes, que ni los firmantes lo defienden: en confianza (solo para ustedes, amigas y amigos), creo que esas personas que suscribieron el infame documento fechado 3 de septiembre de 2021, no saben y menos entienden lo que firmaron.
El otro argumento para la reelección presidencial es la popularidad del presidente, como si ello fuere causa suficiente para violar las reglas de un sistema democrático. Y, para que quede claro, democracia no equivale a primacía indeterminada de la mayoría, ni se reduce a triunfo electoral; que la democracia constitucional se refiere a la vigencia y cumplimiento de la Constitución, de los derechos fundamentales y de las leyes conformes con la normativa constitucional. Al respecto, hace ya más de 200 años, tanto Hamilton como Tocqueville advertían de los peligros de una “tiranía de la mayoría”.
Ahora bien, no nos engañemos: en El Salvador, el régimen dictatorial que nos desgobierna no busca quedarse únicamente cinco años más en la presidencia de la República, sino que procura crear una dinastía personal y familiar y, para ello, la mal llamada reforma constitucional es una herramienta más.
Me explico:
Por ahora, el régimen busca garantizarse cinco años más, a pesar de que ello es contrario a la historia nacional, a la Constitución y a la legitimidad social y política.
Para continuar más allá de 2024 quieren imponer -en el momento que consideren conveniente- una nueva constitución, en la que el período presidencial sería de seis años y la “constitución” se reformaría por una sola legislatura.
Con eso, lo en realidad persiguen es repetir lo hecho en otros países: violar la Constitución y quedarse 5 años más, hasta 2024; antes de ese año ya existiría la nueva “constitución”.
De esa forma, en 2024 alegarían que como se trata de una “nueva constitución”, los períodos presidenciales previos no cuentan, sino que inicia un nuevo cómputo, por lo que el presidente en el cargo (que ya tendría 10 años) sí puede participar otra vez y, así, y lograr un “nuevo” período presidencial. Algo así como un “borra-saldo”, un borrón y cuenta nueva sobre los períodos presidenciales. De esa forma se garantizarían, al menos, dieciséis (16) años en el poder.
Pero, como en esa época ya no existiría ningún control del poder, reformarían el papel al que llamarían “constitución” y, entonces, ya sin ningún reparo, dispondrán que el presidente puede continuar en el cargo todo el tiempo que “el excelentísimo” (¡ja, ja, ja!) quiera.
¿Les parece exagerado? Para nada.
Les cuento que eso no es ninguna teoría conspirativa. Eso es, en esencia, lo que hicieron, solo en esta región y en este siglo XXI, en Venezuela, Nicaragua, Ecuador y Bolivia (les cuento que otro país que recientemente hizo reformas constitucionales en esa línea es Rusia, para posibilitar el “reinado eterno” de Putin): esas “movidas” políticas son las
que encantan e inspiran al líder mesiánico y sus adláteres, incluyendo a sus mal llamados asesores jurídicos, que solo sirven para “arguetazos”, propios de licenciados “especializados” en derecho golpista (esos y esas colaboracionistas de la dictadura, que traicionaron valores y ética, que renegaron de la calidad de abogados, que forman para la historia, la “lista de la deshonra”).
Así que, con franqueza, esas personas que andan pregonando por la reelección presidencial, deben tener claro que no están apoyando un sistema de estabilidad política y de desarrollo social y económico, sino que están abogando por la instauración de una dictadura: en el fondo, ese grupo de aduladores del presidente ruegan que un “maltratador de los pobres y de la democracia” siga en silla presidencial, para ver si así lograr seguir “comiendo” de las migajas que el líder mesiánico y su camarilla les tiran.