La disminución de la cantidad de municipios en El Salvador reviste diversas aristas que será necesario abordar en el futuro inmediato y dado que muchos de nosotros -que tenemos el carácter de “analistas no alineados”- carecemos de los espacios de comunicación necesarios con el oficialismo, me permito exponer mis ideas en esta columna a efecto de subrayar algunos aspectos que será ineludible atender.
Empecemos por lo bueno: el municipalismo en El Salvador estaba en crisis desde hace décadas. Cada alcaldía era un microcosmos que multiplicaba la burocracia y el pago de impuestos y tasas municipales, fondos los cuales, lejos de utilizarse para el beneficio de los municipios, era fuente de corrupción, abusos, nepotismo, “fiestas patronales” y despilfarros similares, para que al final de cuentas, las autoridades edilicias terminaran inaugurando un “chorro” en una plaza pública.
Recuerdo una ocasión en que pedí cita con el alcalde de una población mediana y modesta; la cita era para tratar el tema de los impuestos y tasas municipales, exagerados, que se le estaban cobrando a un cliente. Su “asistente”, quien por cierto era una guapa muchacha oriunda del lugar, me dijo “lo va a recibir el Señor Alcalde junto a su consejo”.
Acto seguido me hizo pasar a una sala de reuniones de generosas dimensiones, atestada de personas que rodeaban al alcalde como una escena de “Juego de Tronos”. Quizás habrá habido unas veinte personas, incluidos camarógrafos, encargados de relaciones públicas, asistentes, tomadores de notas, etc. Solo faltaba un bufón para que fuera una corte medieval. Dije para mis adentros “con tantos empleados, con razón no le alcanza el pisto compadre…”
Esa escena tan pintoresca, tan tropical, se repite en muchos municipios. El alcalde, cual rey de provincia, se rodea de sus fieles que le adulan y le repiten lo inteligente y buen alcalde que es. Tan es así, que el ochenta por ciento de los recursos municipales se destinan al pago de planillas.
Parte de lo bueno es la eliminación del FODES. Aclaro: estoy de acuerdo en el fondo del asunto (su eliminación) no en la forma en que se hizo (creación de la DOM que redunda en más burocracia, más empleados, más gasto, etc., en la opacidad del manejo de los fondos, ni en la clara violación constitucional al proceder de forma arbitraria a eliminarlo). Por tanto, la reducción o la franca eliminación del FODES, era un tema prioritario para el saneamiento de las finanzas públicas, pero hacerlo “a la brava”, sin respetar los procesos constitucionales y legales respectivos y utilizar esos fondos como “premio” para asegurarse de tener alcaldes sumisos, me parece absolutamente condenable.
También merece ser considerado como bueno, el hecho que le regulen la cantidad de veces que un alcalde puede ser reelecto. Resulta muy sano para la vida democrática de un país que una misma persona no pueda pasar más de unas pocas veces en la guayaba, no vaya a ser que se le haga costumbre…
¿Lo malo? Fue hacerlo muy superficial, sin presentar los estudios respectivos que deben de preceder a semejante cambio del mapa político nacional. ¿Por 44 y no 64 o 58? ¿Cómo planean que quedarán las tarifas municipales? ¿Cómo será posible que un “distrito” tenga su propio pliego tarifario diferente al distrito de a la par, pero todos dentro del mismo municipio? ¿Cuál será la personería jurídica del “distrito” para poder proceder al cobro de los impuestos y tasas? ¿Va a poder un distrito extender solvencias? ¿Qué pasará con el Código Tributario Municipal, cuando se ajustará a la nueva realidad?
Hay ideas que son buenas, pero por su trascendencia merecen ser meditadas a efecto de brindar soluciones de forma integral, porque si no, lo que pagan el pato somos los administrados que no sabemos a qué atenernos. “Seguridad jurídica” le llamábamos antes en nuestra antigua escuela de derecho, aunque ya no suene muy cool, creo que esa es una palabra que nunca debería de pasar de moda.
¿Lo feo? Es el montón de desempleo que se va a generar. La propaganda oficial jura que no habrá despidos. Difícil de creer y aún más difícil de cumplir. Una de las fortalezas de este gobierno es la publicidad y una de sus debilidades es la parte económica; de ahí que resulte claro que entre menos gruesa sea la planilla municipal, será mejor para las finanzas públicas, además, en todos los procesos de fusión (que son similares a lo que sucede cuando un solo municipio absorbe a varias alcaldías), habrá duplicidad de puestos: cuatro contadores, cuatro motoristas del alcalde, cuatro equipos de limpieza, etc., hay cargos que se van a repetir y por tanto, algunos “saldrán sobrando”. Así que los despidos vienen, sino miremos el ejemplo de lo que ha pasado en Soyapango.
Sin duda, como país, hemos entrado a una nueva dinámica municipal que traerá profundos cambios en materia tributaria municipal y manejo administrativo de la cosa pública, por El Salvador, esperemos que esos cambios sean para bien.
Abogado, Master en leyes/@MaxMojica