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El valor del cuerpo

Cualquier persona con un teléfono inteligente puede subir cuanta estupidez se le ocurra y puede alcanzar niveles de viralidad históricos. Pero lo que es verdaderamente trágico es que estos son ahora los modelos a seguir, la juventud se decanta por estos estereotipos que los están conduciendo por el abismo, por lo que no es raro ver una competencia de estupideces en las redes sociales, en las que las personas quieren destacar con su video, sin importar sus valores, su dignidad o la dignidad de los demás.

Por Jaime Ramírez Ortega
Abogado y teólogo

En la actualidad existe una fiebre por sobresalir y ser popular en las redes sociales incontrolable, de modo que las personas ahora estiman a los demás por el número de seguidores que tienen, sin importar el contenido que sube en las diferentes plataformas de "streaming"; es decir, que cualquier persona con un teléfono inteligente puede subir cuanta estupidez se le ocurra y puede alcanzar niveles de viralidad históricos. 

Pero lo que es verdaderamente trágico es que estos son ahora los modelos a seguir, la juventud se decanta por estos estereotipos que los están conduciendo por el abismo, por lo que no es raro ver una competencia de estupideces en las redes sociales, en las que las personas quieren destacar con su video, sin importar sus valores, su dignidad o la dignidad de los demás. El único propósito es alcanzar un video viral que les permita salir del anonimato y que les dé el rating necesario para ser conocidas y de esta manera impactar una comunidad que esta sedienta de nuevas estupideces. 

De modo que la forma de divertirse ha evolucionado aceleradamente. Antes la diversión consistía en volar una cometa (piscucha), jugando mica, arranca-cebolla, trompo o chibolas. Sin embargo, esos juegos para las nuevas generaciones ahora son aburridos; no obstante, esa forma de jugar y divertirse del pasado, creaba ciudadanos comprometidos con el valor del trabajo, la unidad y la cohesión social, dado que proporcionaban al niño o niña la oportunidad de interrelacionarse unos con otros sin importar las diferencias sociales, enojarse y contentarse, incluso pelear y golpearse, pero siempre en el marco de la igualdad, dado que era raro que un niño intentara atentar contra la vida de otro niño; el enojo era temporal, incluso ningún niño le faltaba el respeto a los mayores y menos a los profesores. 

Una buena parte de los padres de familia ha perdido en este tiempo la capacidad de educar a sus hijos y de corregirlos tal como lo dice el Proverbios 23:13-14: "No rehúses corregir al muchacho; porque si lo castigas con vara, no morirá. Lo castigarás con vara, Y librarás su alma del Seol".

Los buenos ciudadanos se forman con disciplina y castigo, para eliminar de la mente de los niños sus malos hábitos, e imponiendo de esta manera límites, para que cuando crezcan, respeten a la autoridad, la Constitución y el resto de leyes, para que no se atrevan a traspasar linderos de los buenos principios y valores.

Es triste ver cómo algunas mujeres (sin importar la edad) degradan y deshonran sus propios cuerpos, al venderse como una mercancía o ponerle precio a lo que no tiene precio, mediante plataformas que permiten a los creadores de contenido monetizar mediante el intercambio de imagines y videos explícitamente sexuales con sus suscriptores. Todo ello abre el camino a la pornografía, el adulterio y a la degradación del ser humano que lo puede llevar a perder su matrimonio, por una aventura virtual que en el 100% de los casos termina mal. 

En 1 Corintios 6:19-20 dice así: ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios. 

Esta afirmación del Apóstol Pablo de que nuestros cuerpos son templos del Espíritu Santo es una redefinición radical del concepto del espacio sagrado. En la tradición judía, el templo en Jerusalén era el lugar central donde habitaba la presencia de Dios y donde se realizaba la adoración y sacrificios. 

Al declarar que el cuerpo de cada creyente es un templo, el Apóstol Pablo está enfatizando que la presencia de Dios ya no está reducida a un edificio físico, sino que reside dentro de cada cristiano a través del Espíritu Santo. Esta noción es revolucionaria. Eleva el cuerpo físico a un lugar de inmensa importancia espiritual. El templo era un lugar que se reverenciaba, se mantenía puro y se trataba con el máximo respeto. De manera similar, nuestros cuerpos deben ser tratados con la misma reverencia y cuidado. Esta comprensión debe influir en cómo vemos y tratamos nuestros cuerpos, reconociéndolos como espacios sagrados donde habita el Espíritu de Dios.

En suma, cuando una mujer degrada su cuerpo exhibiéndolo públicamente en las redes sociales, tarde o temprano traerá una consecuencia desastrosa a su vida, al paso de los años, sus agnados más próximos, como sus hijos o nietos, verán esos contenidos y les traerá oprobio y deshonra.

Por ello es importante que ahora los padres de familia eduquen a sus hijas e hijos, para que se alejen de esos caminos de perversos.   

@Jaime_RO74 

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Opinión Redes Sociales Valores

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