Según Michel Wieviorka en “El racismo, una introducción” (1998) existen diversos tipos de racismo: cultural, institucional, simbólico, científico; no se trata de un fenómeno puramente ideológico, político y doctrinario, supone además un conjunto de comportamientos basados en prejuicios y creencias de segregación y discriminación que configuran una identidad perversa. Sin embargo, también existe un “racismo invisible”, pero racismo de facto, en las ideas, creencias y pensamientos de muchos ciudadanos de países desarrollados (p.e. Estados Unidos, Europa, y Japón); algunos se han atrevido a expresarlo en redes sociales o en otros espacios públicos, pero la mayoría tienen la convicción y eventualmente lo demuestran: dominan la tecnología y se creen razas superiores…
El racismo es una creencia de superioridad -o inferioridad- de un grupo étnico frente a los demás, que promueve mecanismos, sistemas y culturas de discriminación, persecución y exclusión. El concepto “racismo” también incluye un credo antropológico e ideológico.
La Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial aprobada por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas el 21 de diciembre de 1965, define: “La doctrina de la superioridad basada en diferenciación racial es científicamente falsa, moralmente condenable, socialmente injusta y peligrosa”. Pero de que vuelan, vuelan…
En la categoría clásica y costumbrista del racismo cabemos: latinos, afroamericanos, africanos, gitanos y a veces asiáticos o específicamente chinos, la generalidad accidental es gente pobre (aporofobia); nos imaginan como personas imperfectas, débiles, incompletas o simios algo avanzados. Así de real, quizá no te lo dicen pero lo piensan.
Imaginemos racismo más aporofobia (Adela Cortina): La aporofobia es el miedo y rechazo hacia la pobreza y hacia las personas pobres. Es la animosidad, hostilidad y aversión, respecto de las zonas o barrios carenciados y respecto de las personas pobres, es decir, frente a aquellas personas que se encuentran desamparadas y con muy pocos recursos. ¿Y si le agregamos xenofobia?: rechazo u odio al extranjero o inmigrante, cuyas manifestaciones pueden ir desde el simple rechazo, pasando por diversos tipos de agresiones…
El racismo se expresa a través de diversas manifestaciones: desde la segregación, discriminación hasta la expulsión o exterminio; pero también en otras prácticas más sutiles: maltrato laboral, trabajo forzado, peores formas de trabajo, comentarios, chistes, etcétera.
En no pocos casos, hasta los ciudadanos acomodados de niveles socioeconómicos altos sufren el racismo, aunque no se de cuenta o no lo sepan; si eres latino, en Estados Unidos o en Europa, no importa tu condición aristócrata, ni tus apellidos, ni tus cuentas bancarias en tu país de origen, eres casi un humano… Algunos criollos latinos se dieron cuenta de este fenómeno e intentaron “purificar y mejorar su raza” estableciendo relaciones matrimoniales con mujeres europeas y estadounidenses, pero igual no funcionó…
El racismo se remota a tiempos muy antiguos; en nuestro medio, el debate colonial entre los frailes Juan Ginés Sepúlveda y Bartolomé De las Casas, marcó un hito sobre la existencia del alma en los autóctonos locales y la esclavitud de afroamericanos en las costas atlánticas. ¿Tienen alma los indígenas?, ¿son humanos?, ¿se pueden bautizar? Eran las preguntas antropológicas y teológicas de la época; una vez resuelto el dilema de forma favorable se llegó a la conclusión que era menos traumático y pecaminosos traer esclavos de África.
En Estados Unidos la esclavitud se prohíbe a partir de 1865 luego de la Guerra de Secesión mediante la Decimotercera Enmienda; pero en la época de la reconstrucción, después de la guerra civil, entre 1877 y 1950 se lincharon a miles de afroamericanos como espectáculo público; luego predominó la idea de segregación bajo el principio “Separated but Equal”. Por otra parte, los nativos americanos son reconocidos como ciudadanos hasta 1924; luego, el movimiento por los derechos civiles en los Estados Unidos tomó fuerza con la ley de 1964 y el activismo de Martin Luther King jr. Pero en las mentes de muchos el racismo persiste, sobre todo en el sur…
Las causas de la teorización biológica y cultural del racismo están vinculadas a diversos factores: 1) dogmatismo religioso y fundamentalismo bíblico; 2) creencias genéticas o biológicas de pureza e impureza racial; 3) miedos a la alteridad y a lo distinto; 4) condiciones económicas culturales; y 5) cosmovisiones e ideologías sustentadas en lo anterior, más xenofobia y aporofobia.
La antropología ha analizado las teorías de razas superiores e inferiores o de supremacía racial basadas en las narrativas nórdicas, desde la Edad Media, pasando por el colonialismo, el antisemitismo hasta el suprematismo ario y el racismo moderno. A la base se encuentra un supuesto de “dominación”, lo cual implica una relación social asimétrica de dar órdenes y brindar obediencia, en la cual una persona, un grupo o una organización pueden obligar a otros a obedecer. Lo anterior contradice el principio inalienable de “dignidad humana”; por ejemplo el texto “Dignitas infinita” de Víctor Manuel Fernández (2024) plantea las cuatro distinciones: dignidad ontológica, dignidad moral, dignidad social y finalmente dignidad existencial.
Finalmente, digamos que también existe en nuestro medio una creencia arraigada y autoimpuesta de superioridad e inferioridad socio-económica -teorías del “señorón, Patrón, terrateniente, etcétera”-, en dónde mucha gente asume una condición de sumisión, inferioridad, respeto, reconocimiento, ante el otro; y esto se hereda y educa de generación en generación.
Muchos nos ven de menos, creen que el ser latino ya es un estigma indeleble de la condición humana; que estamos llamados a obedecer, a acatar o al menos a no participar en decisiones importantes. Inclusive, a veces, ni siquiera importa la genealogía o los orígenes de la mayoría de apellidos europeos.
¿Muestra de lo anterior…? En 2023 cuando el diplomático salvadoreño Francisco Galindo Vélez fue propuesto como mediador del conflicto de Catalunya, no fueron pocas las voces racistas de descalificación por ser salvadoreño; José Luis Martínez-Almeida y Borja Sémper no les importó la formación jurídica en Universidad de Nueva York y en la Universidad de Ginebra, ni su experiencia diplomática o su ejercicio como Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), el problema era su nacionalidad… ¿cómo un salvadoreño va a mediar en un conflicto de Españoles…? Hijo de una cultura colonial, conquistada, maya… un inconsciente demasiado perverso.
Igual para el candidato a la presidencia de los Estados Unidos Donald Trump, fiel creyente del WASP (White Anglo-Saxon And Protestant), todos los latinos son “Bad Hombres” y los países de América Latina y África son “shitholes Countries”. Estos malditos lugares de dónde viene la mano de obra barata y las materias primas más valiosas para la industria del primer mundo… El racismo aquí es más “cultural” (Huntington), de cosmovisiones, valores e ideologías; y el problema de fondo es de ley de oferta y demanda, un dilema de necesidades de mano de obra poco calificada que atrae migrantes (M. Galeas); efectivamente, el enemigo de Trump es más interno que externo.
Finalmente no olvidemos esta sentencia de William Hazlitt: "El prejuicio es hijo de la ignorancia…"
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Investigador Educativo/opicardo@uoc.edu