Este martes 10 de octubre estamos celebrando en el país el Día del Psicólogo, de ese científico de la conducta que trata acerca de los desajustes de personalidad como angustia, ansiedad, desesperación, inseguridad, sentimientos de inferioridad, ideas de suicido y otros trastornos que perjudican la salud emocional y aun física del individuo.
Felicidades, entonces, a todos los psicólogos del país.
“De la física de Isaac Newton, como de la química de Lavoisier, a las realidades atómicas de nuestros días, hay por lo menos la misma distancia que de las especulaciones psicológicas de Aristóteles y de Kant, a los descubrimientos de Freud y de Thurstone, y no digamos del absolutismo apodíctico cartesiano al relativismo de Einstein”, dice el doctor Manuel de Guzmán Gómez-Lanza en su obra “Psicología general y evolutiva”, Editorial Anaya, Salamanca, 1970.
Sabemos que la historia de la psicología moderna se divide en tres etapas: a) La etapa filosófica, desde René Descartes (1650) hasta Fechner (1860); la etapa institucional, desde Wundt (1874) hasta McDougall (1923), y la etapa de lo específico y lo fáctico (o sean los hechos reales), desde Tolman (1932) en adelante.
Con esta reseña queremos dejar en claro la importancia que tiene la Psicología en el devenir de la historia.
El Inventario Multifacético de Personalidad de Minesota (MMPI) consta de 550 enunciados, organizados en nueve subtests, las puntuaciones de las cuales se expresan a lo largo de su propia escala. He aquí estas escalas y cómo las interpreta el MMPI:
- Hipocondría: grado de preocupación en la propia salud corporal. 2. Depresión: tendencia al abatimiento. 3. Histeria: tendencia a la reacción neurótica, por ejemplo, imposibilidad de mover un brazo. 4. Desviación psicológica: desdén por las normas éticas de conducta. 5. Masculinidad-feminidad: característica de conducta de hombres y mujeres. 6. Paranoia: posturas extremas de suspicacia. 7. Psicastenia: conducta impulsiva y compulsiva. 8 Esquizofrenia: retraimiento general, carencia de interés. 9. Hipomanía: alegría y alborozo excesivos.
Estas y otras irregularidades de conducta las trata el psicólogo, en un afán por procurar la salud mental y emocional del paciente.
Reconozcamos, pues, su gran labor científica; y acudamos a su auxilio profesional en bien de nuestra propia salud, pues cuidando nuestra salud, cuidamos la de quienes nos rodean. ¡Sí, señor!
Maestro, sicólogo, gramático.