Por Hace unos días, en un pequeño pueblo de nuestro país, un par de amigos estaba bebiendo licor y conversando. De pronto surgió una discusión y uno de ellos tomó una piedra de moler y golpeó al otro en la cabeza, matándolo de inmediato. De acuerdo con lo que escuché el asesino ya fue capturado. Aparte de poner en duda esta “amistad” (con amigos así mejor no tenerlos), el caso da lugar a especulaciones filosóficas y a dilemas morales. Pero nosotros, más confiados en la ciencia, siempre tratamos de encontrar explicaciones basadas en datos objetivos de estas conductas aparentemente irracionales.
Desde hace mucho tiempo los criminólogos han tratado de explicar qué lleva a una persona a cometer un crimen. El crimen no es una conducta humana universal o algo instintivo. Existen países o regiones con altos índices de criminalidad y otros con muy bajo índice. Hay una región en Canadá donde el último asesinato ocurrió en la década de los sesenta del pasado siglo. Debe haber una razón para esta diferencia tan grande. Al hablar de criminalidad se debe ser específico. Hay crímenes contra la propiedad (robo, estafa), contra la integridad (homicidio, lesiones), contra la libertad sexual (violación), etc. Hay diferencias entre los tipos de crímenes y sus causas, pero un tipo de crimen puede llevar a otro, como por ejemplo el de un ladrón que mata a su víctima para que no lo delate.
Existen varias áreas del conocimiento que intentan explicar la criminalidad, como la Criminología, la Psiquiatría y Psicología, y la Economía. Estas áreas están entrelazadas y los conocimientos de una apoyan a las otras. La perspectiva económica es muy interesante y ha dado lugar a mucho debate. Hay dos posiciones al respecto. Una indica que los niveles de criminalidad en una sociedad están relacionados causalmente con la inequidad económica entre sus miembros, y que esta variable es más relevante incluso que otros factores como el abuso de sustancias. La desigualdad económica es la brecha que existe entre ricos y pobres. No es la pobreza absoluta sino el nivel de la diferencia entre ambos grupos. Esto se puede medir con el Coeficiente de Gini. Datos en diferentes países señalan una correlación, entre mayor el coeficiente mayor criminalidad, es especial homicidio. Países con mucha pobreza, pero con un Gini bajo tienen menor índice de homicidios que regiones que son ricas pero que su Gini es alto, como Los Angeles. Esta forma de ver la situación ha sido muy respaldada por economistas como Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía en 2001. Las razones psicológicas para esto tienen que ver con percepciones de estatus y autorrespeto. Un libro muy interesante de este enfoque es Asesinando a la competencia, de Martin Daly, de la Universidad McMaster.
Otra corriente de pensamiento, liderada por Gary Becker, otro premio Nobel de Economía (1992), indica que la criminalidad se puede explicar con base en la Microeconomía. El crimen es el resultado de una evaluación que hace el potencial criminal entre los beneficios y los costos de un acto delictivo. Si los beneficios superan los costos el delito se realiza, si es al revés, no. Entre los costos está la pena impuesta y la probabilidad de ser aprehendido y castigado. Para el criminal, los factores morales no tienen relevancia. Una persona con buenos principios no cometerá un crimen aunque sepa que no hay peligro de que lo agarren. Los ricos también delinquen, y bastante, dice Becker.
Médico Psiquiatra.