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Prejuicio y estereotipos

Los padres o cuidadores son los que inician este proceso de discriminación con la posterior conformación de prejuicios y estereotipos.

Por Mario Aguilar Joya

El prejuicio se define como una idea anticipada, que involucra el pre-juzgar, generalmente en forma negativa a una persona, a un grupo como tal o a sus miembros individualmente. De la forma en que la psicología suele evaluarlo, el prejuicio no es solamente la afirmación de una creencia u opinión previamente desarrollada, sino que es una actitud que abarca sentimientos negativos como desprecio, repulsión o incluso odio hacia otros, sin que exista una razón real para esto.


Los estudios sobre el prejuicio iniciaron científicamente en 1922. John Duckitt, en su libro “La Psicología Social del Prejuicio”, propuso que el concepto del prejuicio se basó en las teorías raciales, tanto americanas como europeas, que intentaron por mucho tiempo probar la superioridad de la raza blanca. Incluso se llegó a proponer términos como “razas retrogradas” a los afroamericanos, nativo-americanos, asiático-americanos e hispano-americanos.

Es larga la historia de casos en donde el prejuicio ha llevado al odio, repulsión e incluso muerte por exterminación de grandes colectivos de personas. Ejemplo, sin duda, lo constituyen los genocidios: Durante el siglo XX, el Holocausto fue y sigue siendo uno de las matanzas más crueles y despiadadas de la historia. Aún difícil de creer cómo los prejuicios de Hitler y sus cercanos colaboradores pudieron modificar la mentalidad de una Alemania privilegiada por la educación, la cultura y las creencias de fe. Difícil de creer, puesto que, las mejores universidades de Europa se encontraban en Alemania y la Universidad de Tubinga era a nivel mundial la mejor escuela de Teología de la época, lugar en donde años después sería catedrático el Papa Benedicto XVI. El Holocausto nos enseñó que los prejuicios se ven en colectivos educados y de creencias religiosas solidas.


Estudios actuales nos confirman que el prejuicio da lugar a los estereotipos y que ambos son aprendidos a temprana edad. Sin duda, experimentados inicialmente en la familia y posteriormente reforzado en las escuelas. Los bebés son capaces de discriminar la diferencia entre hombres y mujeres antes del primer año de edad, en promedio entre los 5 y los 9 meses de edad. Antes de esa edad ya son capaces de reconocer la voz de su madre o sus cuidadores más cercanos.


En un interesante estudio realizado en Israel en 1996 por D. Bar-Tal, este investigador israelí documento que existían prejuicios anti-árabes en niños israelitas de edades tan cortas como 2 ½ años de edad. Antes de este estudio, nos parecía difícil creer que niños a tan temprana edad, pudieran distinguir diferencias entre grupos raciales.


Estudios posteriores han demostrado que desde el primer año de edad ya la mayoría de niños tienen un concepto germinal de las categorías sociales que le rodean.


En este sentido los padres o cuidadores son los que inician este proceso de discriminación con la posterior conformación de prejuicios y estereotipos. La Doctora en Psicología Barbara Morrongiello, de la University of Guelph en Ontario, Canadá, realizó un importante estudio que nos muestra la importancia de los padres en este proceso: En la investigación se indagó cómo era la respuesta de madres ante videos en donde niños y niñas estaban en situaciones de riesgo y ellas tenían que parar el video en el momento en que, en la vida real intervendrían y luego deberían decir lo que habitualmente aconsejarían a su hijo por la situación antes descrita.


El estudio mostró que las madres enfatizaron el estereotipo de las niñas de que “necesitan ser protegidas”, puesto que los resultados indicaron que las madres de niñas detuvieron el video antes y con más frecuencia que las madres de niños. Las madres de niñas tuvieron más advertencias del peligro y verbalizaron más recomendaciones, que las madres de los niños. Este estudio demostró cómo las madres inician el prejuicio de género entre niños y niñas. En años posteriores de la vida de los niños, lamentablemente se conforma el estereotipo el cual desafortunadamente se transmite de generación en generación.


El prejuicio y los estereotipos abarcan raza, género, religión, cultura, educación y casi cualquier aspecto de nuestra vida cotidiana y hacen que la convivencia pacífica se vuelva cuesta arriba. Por esto quizá, deberíamos considerar el papel de nosotros como padres, la próxima vez que juzguemos el prejuicio y los estereotipos que vivimos en la actualidad.

Doctor en Medicina y en Teologia.

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Opinión Psicología

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