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Decisiones y discernimiento

El fanatismo, al rechazar la duda y el debate, bloquea el proceso de discernimiento, llevando a decisiones basadas en prejuicios, dogmas o emociones descontroladas, en lugar de basarse en un entendimiento informado y reflexivo de la situación. Este fenómeno puede observarse en múltiples contextos, desde la política y la religión hasta el ámbito social

Por Edward Wollants
Médico y abogado

El cerebro humano realiza en promedio, cada día, alrededor de 35,000 decisiones. De esta impresionante cifra, somos conscientes de menos del 1%, lo que pone en perspectiva la cantidad de decisiones automáticas que manejamos sin siquiera darnos cuenta. Sin embargo, de este pequeño porcentaje de decisiones conscientes, solo aquellas que involucran un proceso reflexivo, basado en conocimiento, pueden ser calificadas como producto del discernimiento.

El discernimiento va más allá de simplemente decidir o elegir; implica un proceso integral donde el conocimiento y la reflexión se combinan para evaluar las opciones disponibles y tomar la mejor decisión posible. Este tipo de decisiones son fundamentales, especialmente cuando enfrentamos dilemas éticos, problemas complejos o situaciones que pueden tener un impacto significativo en nuestras vidas o en la sociedad.

En la historia de la humanidad, la falta de discernimiento ha sido a menudo la raíz de numerosos conflictos étnicos, religiosos, políticos, sociales y culturales. Cuando las decisiones se toman de manera impulsiva, sin un análisis adecuado o sin considerar las consecuencias a largo plazo, se corre el riesgo de perpetuar divisiones, crear injusticias y alimentar tensiones que podrían haberse evitado con una mayor capacidad de discernimiento.

El discernimiento, como hemos discutido, se apoya en dos pilares fundamentales: el conocimiento y la reflexión. El conocimiento proporciona la base informativa necesaria para entender la situación, mientras que la reflexión permite procesar y evaluar esa información de manera crítica. Sin estas dos columnas, el proceso de toma de decisiones queda desbalanceado, y es más probable que las decisiones tomadas sean superficiales o mal informadas.

En contextos como los conflictos internacionales, las decisiones políticas, o incluso en la gestión de crisis sociales, la ausencia de un discernimiento adecuado puede llevar a soluciones que no solo son ineficaces, sino que agravan los problemas existentes. La historia está llena de ejemplos donde la falta de discernimiento ha resultado en guerras, persecuciones y divisiones sociales que podrían haberse evitado.

Por otro lado, el discernimiento también es clave en la vida cotidiana. En nuestras relaciones personales, en nuestro desarrollo profesional, y en nuestras decisiones de vida; la capacidad de discernir nos permite elegir caminos que están alineados con nuestros valores y objetivos a largo plazo. El discernimiento nos ayuda a navegar situaciones complejas, a entender mejor las motivaciones propias y ajenas, y a actuar de manera más consciente y ética.

Es importante destacar que el discernimiento no es un don innato, sino una habilidad que se puede cultivar. A medida que adquirimos más conocimiento y practicamos la reflexión crítica, nuestra capacidad de discernir mejora. Este proceso de aprendizaje continuo es esencial, especialmente en un mundo donde la información es abundante pero a menudo desinformada o manipulada.

Fomentar el discernimiento a nivel individual y colectivo es una tarea que nos compete a todos, ya que de ello depende no solo nuestra calidad de vida, sino también la estabilidad y el bienestar de nuestras comunidades y del mundo en general.

Sin embargo, surge una pregunta importante: ¿es posible distinguir si una persona que se desempeña en la política, en la administración pública o en el sector privado; ¿un educador, un líder religioso, o simplemente un miembro de la comunidad, toma las decisiones que importan basado en el conocimiento y la reflexión, es decir, con el discernimiento pertinente? La respuesta a esta pregunta no es sencilla, ya que el proceso de discernimiento es intrínsecamente personal y puede no ser visible desde el exterior. No obstante, hay ciertos indicios que pueden revelarnos la presencia o ausencia de discernimiento en quienes toman decisiones que afectan a otros.

Una persona que ejerce discernimiento tiende a mostrar una comprensión profunda de las situaciones que enfrenta, tomando en cuenta no solo los hechos inmediatos, sino también las implicaciones a largo plazo y las posibles consecuencias éticas de sus decisiones. Estas personas suelen ser ponderadas en su toma de decisiones, mostrando un equilibrio entre el análisis racional y la sensibilidad hacia el impacto de sus acciones. Por el contrario, cuando las decisiones se toman de manera apresurada, sin un fundamento sólido de conocimiento o sin la reflexión necesaria, es probable que falte el discernimiento. En estos casos, las decisiones pueden ser impulsadas por intereses personales, prejuicios o presiones externas, lo que conduce a resultados insatisfactorios o perjudiciales para la comunidad en general.

Un aspecto que contrasta profundamente con el discernimiento es el fanatismo. Mientras que el discernimiento se fundamenta en el conocimiento y la reflexión, el fanatismo se caracteriza por una adhesión ciega e intransigente a ideas, creencias o figuras, sin espacio para cuestionamientos ni análisis crítico. El fanatismo ignora la complejidad de las situaciones y simplifica la realidad a una visión polarizada y extrema, lo que lo convierte en un obstáculo para la convivencia pacífica y el progreso social.

El fanatismo, al rechazar la duda y el debate, bloquea el proceso de discernimiento, llevando a decisiones basadas en prejuicios, dogmas o emociones descontroladas, en lugar de basarse en un entendimiento informado y reflexivo de la situación. Este fenómeno puede observarse en múltiples contextos, desde la política y la religión hasta el ámbito social, donde la falta de discernimiento a menudo resulta en conflictos, divisiones y, en casos extremos, violencia. En este sentido, el discernimiento no solo es crucial para la toma de decisiones responsables, sino también para contrarrestar los efectos destructivos del fanatismo en nuestras sociedades.

Médico y Abogado

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