La soberanía alimentaria es el derecho que tienen todos los pueblos a decidir cómo producen, comercializan y consumen sus alimentos. Este derecho garantiza que la población disponga de métodos y productos alimentarios inocuos, nutritivos y ecológicamente sustentables. Los salvadoreños nos enfrentamos a muchos desafíos para poder tener seguridad y soberanía alimentaria y uno de los más grandes problemas es que las personas están abandonando los campos de cultivo.
Cada vez es más complicado estar completamente informadas e informados del origen de nuestros alimentos y poco a poco vamos perdiendo el control de nuestra alimentación, se nos ha impuesto un modelo de consumo. Un acto de lucha por la soberanía alimentaria es apoyar a quienes producen nuestros alimentos, producir para el autoconsumo, fomentar el comercio local, diversificar nuestra gastronomía, recuperar el conocimiento de la cultura con la que nos identificamos.
La soberanía alimentaria incluye:
1. Priorizar la producción agrícola local para alimentar a la población, el acceso de los campesinos y de los sin tierra a la tierra, al agua, a las semillas y al crédito. De ahí la necesidad de reformas agrarias, para el libre acceso a las semillas, y de mantener el agua en su calidad de bien público que se reparta de una forma sostenible.
2. El derecho de los campesinos a producir alimentos y el derecho de los consumidores a poder decidir lo que quieren consumir y, como y quien se lo produce. 3. La participación de los pueblos en la definición de política agraria.
Lograr que se reconozca a la alimentación como un derecho básico al que todas las personas deberían tener acceso es uno de los ejes del concepto de soberanía alimentaria. Para ello, se plantea que es necesario construir redes para que la producción de alimentos esté vinculada a las necesidades de la población. El objetivo es devolver al consumidor la capacidad de tomar decisiones sobre qué comer.
Fortalecer el papel de los agricultores familiares está asociado a mejorar su competitividad en los mercados de tierras, productos, trabajo y financiamiento, para lo cual deben disponer de la información necesaria para insertarse en condiciones ventajosas en esos mercados. Superar los problemas del hambre y realizar una gestión sustentable de los territorios, supone el acceso y control de los recursos productivos por parte de las comunidades locales, el reconocimiento de sus derechos y la formulación de políticas de apoyo a la agricultura campesina ecológica en al menos tres ámbitos: acceso a la tierra, defensa del agua, defensa de las semillas.
La soberanía alimentaria reconoce y promueve el papel central de las mujeres en la producción de alimentos; el derecho de los trabajadores y productores a pequeña escala a gozar de condiciones de vida y trabajo dignas y a recibir remuneraciones justas; y el derecho de las clases trabajadoras a acceder a alimentos saludables y culturalmente apropiados en cantidades suficientes y a precios justos.
Es importante mencionar que la juventud, será la población de mayor crecimiento en las próximas décadas, y no solo enfrenta los problemas actuales, sino que también heredará todos los desafíos que no resolvamos en la actualidad. El estancamiento en la lucha contra el hambre evidencia la necesidad de una nueva dirección en la transformación del sistema alimentario. Por ello, es esencial que la juventud tenga un papel fundamental en este proceso, donde la soberanía alimentaria debe estar en el centro. Lamentablemente cada día se va perdiendo el interés en las actividades agrícolas, pero esto no se debe tanto a la actividad en sí, si no a la falta de apoyo, innovación, educación o una propia percepción errónea de que la agricultura no ofrece oportunidades de prosperidad o autorrealización.
Me gusta pensar que todas las personas que están leyendo esto quieren hacer de sus comunidades un mejor lugar. Por ello, me gustaría invitarte a que seas parte de la solución y comenzar a realizar en los espacios de tu hogar pequeños huertos familiares, que dediquemos tiempo y esfuerzo a cultivar nuestros propios alimentos.
Puedes sumarte también al apoyo permanente por medio de programas como Cosechando Sonrisas de la organización Sonrisas y Amor para Todos, que se dedica al desarrollo de huertos familiares en diferentes lugares de El Salvador, dicho programa por medio de una red de voluntarios se provee la semilla, el abono y se brinda la asesoría técnica desde la siembra hasta la cosecha de manera gratuita a comunidades vulnerables.
Ingeniera.