El Salvador se enfrenta a un aumento en los niveles de inseguridad alimentaria, que echan por tierra años de avances de desarrollo y poniendo en riesgo el alcance de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030. Incluso antes de que el covid-19 redujera los ingresos e interrumpiera las cadenas de suministro, el acceso a la canasta básica era cada día menor por diversos factores, como la falta de empleo y educación factores que van de la mano para poder alcanzar un verdadero crecimiento. Garantizar la adquisición de alimentos a los salvadoreños debe ser siempre una prioridad para las máximas autoridades del país y no debe quedarse en un simple discurso obsoleto y repetitivo.
La economía de El Salvador es cada vez más deplorable, la incertidumbre por alto endeudamiento que el gobierno adquiere cada vez que se le antoja, la nula visión en materia de seguridad alimentaria y nutricional son motivo de gran preocupación. Se ha registrado una alta inflación de los precios de los alimentos, lo que es un reflejo de la escasez de mano de obra, un fuerte aumento del precio de los fertilizantes, aumento de precios en los combustibles, falta de políticas sociales enfocadas al acceso de alimentos en todo momento y entre otros. Y como es de esperarse el alza del precio de los alimentos afecta más a la población de bajos y medianos ingresos.
Esto provoca la disminución de la ingesta de calorías y la nutrición deficiente amenazan los avances obtenidos en materia de salud y reducción de la pobreza, y podrían tener efectos duraderos en el desarrollo cognitivo de los niños. Es urgente que se reconozca el potencial que tiene la innovación agrícola para mejorar los cultivos en nuestra tierra con soluciones científica, inteligentes y sostenibles esto incluye un mejor salario para nuestros agricultores ya que son una población vulnerable, incluso cuando se trata de cambio climático. Por eso la importancia de construir resiliencia acompañados de la experiencia y la asistencia técnica se mejora la seguridad alimentaria de las comunidades permitiendo el abastecimiento de alimentos de calidad incluso en crisis.
La seguridad alimentaria se basa en cuatro pilares esenciales que son la disponibilidad física el acceso, aceptabilidad y consumo y finalmente la utilización biológica. Debemos considerar que en todos estos aspectos influyen factores como el clima, los desastres naturales, los conflictos, políticas públicas y las guerras. En nuestro país uno de los principales problemas relacionados con la seguridad alimentaria tiene que ver con el acceso al agua potable, las dietas con bajos nutrientes esenciales y la falta de recursos económicos para poder comprar los alimentos.
Los factores económicos como los ingresos y los precios, el saneamiento ambiental, la inocuidad de los alimentos, los cuidados en el hogar y la diversidad de la dieta de los salvadoreños debe ser una prioridad para poder encaminarnos a un estilo de vida más saludable. Es importante hacernos las siguientes preguntas para analizar nuestro panorama actual de país: ¿Estamos consumiendo alimentos de alta calidad nutritiva? ¿Precios de los alimentos actuales versus los precios de años anteriores? ¿Hay agua potable en la casa o en la cercanía? Lo que se come, ¿aporta los nutrientes, vitaminas y minerales necesarios? El resultado final es el estado nutricional de las personas.
Muchas personas viven a diario el hambre oculta, llamada así porque aun consumiendo suficientes calorías, no se ingieren los micronutrientes (vitaminas y minerales esenciales) que son indispensables para el desarrollo físico, intelectual y social de las personas. Las carencias de vitamina A, zinc, hierro y yodo es de gran preocupación para la salud pública.
La expresión opuesta de la malnutrición es el sobrepeso y la obesidad. Al irse generalizando el modelo de consumo rico en grasas, azúcar, sal y productos cárnicos y bajos en fibra, el sobrepeso y luego la obesidad pueden crear una falsa expectativa de salud. El cambio en la dieta, el mayor consumo de calorías de bajo costo con bajo contenido nutricional y la vida más sedentaria de las personas niños, adolescentes y adultos es un serio problema que enfrentamos los salvadoreños.
Un aspecto adicional para destacar es la inocuidad. Una vez garantizado el acceso a los alimentos, la población debe interesarse por la buena calidad de estos y es por esto que la trazabilidad se convierte en una herramienta clave para vigilar la calidad y el riesgo sanitario a lo largo de la cadena agroalimentaria. La seguridad alimentaria es fundamental para garantizar calidad en cada etapa de la cadena alimenticia. Esta comienza desde la producción hasta la cosecha; después el procesamiento, el almacenamiento y distribución. Al final de la cadena, la preparación y el consumo.
El derecho a la seguridad alimentaria también implica el derecho a conocer los riesgos asociados a un alimento o a alguno de sus componentes. Es importante mantener una conservación, transporte, empleo y consumo seguros de los alimentos para prevenir la aparición de riesgos para la salud.
Los alimentos pueden contener gérmenes patógenos o toxinas o contaminarse por contaminación cruzada, falta de higiene o temperaturas no adecuadas, entre otras causas. Las características del alimento (origen, contenido en agua, tipo de procesado, envasado) pueden favorecer la multiplicación de bacterias (Salmonella, Listeria monocytogenes, Escherichia coli), virus (Norovirus, Rotavirus, Hepatitis A.) o toxinas producidas por microorganismos (por Staphylococcus aureus, Bacillus cereus, Clostridium perfringens) que dan lugar a intoxicaciones alimentarias.
El bienestar de los salvadoreños depende ampliamente de la producción y distribución adecuada de alimentos, así como del establecimiento de un sistema de seguridad alimentaria nacional que asegure la disponibilidad adecuada, a precios razonables de alimentos, todo el tiempo, independientemente de fluctuaciones periódicas y desastres naturales o pandemias, y libre de presiones políticas y económicas.
Por lo tanto, la medición de la Seguridad Alimentaria constituye la base fundamental en la toma de decisiones para su mejora.
Como país necesitamos efectuar acciones que ayudan a que la seguridad alimentaria sea real en toda la población, sobre todo, en aquella más vulnerable. Entre las medidas que se pueden adoptar están, por ejemplo, la creación de bancos de grano para ayudar a que los agricultores puedan cultivar la tierra, o, a nivel de instituciones, programas de ayuda para la producción de alimentos y para prevenir y ser capaces de dar respuesta adecuada en caso de que se produzca una crisis alimentaria. Otra acción puede ser reducir impuestos o subsidiar la producción de alimentos específicos que faciliten la producción, procesamiento, distribución, comercialización o venta de alimentos que contribuyan a dietas saludables.
Necesitamos aumentar la producción de alimentos cosechados en nuestra tierra, asegurando al mismo tiempo precios accesibles para el consumidor. Son numerosos los desafíos que vienen por delante, pero estamos claros que los precios de los alimentos tienen que bajar, pero aun así la alimentación seguirá siendo cara, dado que los ingresos de los salvadoreños en su gran mayoría son bajos. Por lo tanto, necesitamos mejores oportunidades de superación personal para poder suplir las necesidades básicas de toda familia salvadoreña.
Ingeniera en alimentos y directora de la Organización Sonrisas y Amor para Todos.