Continuando con nuestros artículos sobre el dormir, hablaremos ahora sobre la parte más más complicada de investigar y la más misteriosa: los sueños. ¿Por qué soñamos? ¿para qué soñamos? Las respuestas han eludido por mucho tiempo el saber científico, especialmente porque el soñar es algo completamente individual y lo más que se puede hacer en la vida cotidiada es contar los sueños.
En todos los tiempos y en todas las civilizaciones los sueños han sido objeto de curiosidad e interés. Se les ha atribuido poderes premonitorios y el sueño de Abraham Lincoln sobre su asesinato se ha tomado como prueba fehaciente de esto. Asimismo, se ha pensado que los sueños son una especie de vía de comunicación con dioses o espíritus. Un análisis más científico se produjo en 1900 cuando Sigmund Freud publicó La interpretación de los sueños. El fundador del Psicoanálisis indicaba que los sueños son símbolos que encubren impulsos o deseos reprimidos. A través de los sueños, pensaba, se puede llegar al inconsciente. Toda la teoría de Freud sobre los sueños fue puramente especulativa pues en su tiempo no se tenían suficientes recursos técnicos para conocer más. En las décadas posteriores y con el advenimiento de la electroencefalografía, y después con las técnicas de imágenes que permiten acercarse al cerebro en acción, se ha llegado a saber más.
Como se describió en los artículos anteriores el sueño no es un simple período de hipocatividad y de descanso; por el contrario, tiene varias fases, y en una de ellas, en el sueño REM, se produce una gran actividad cerebral y especialmente sueños. Se ha determinado que en todas las fases se producen sueños, pero los más vívidos, los más coherentes y los que se recuerdan con menor dificultad se producen en esta fase. Un reciente estudio determinó que los movimientos oculares que se observan en la fase REM coinciden con las imágenes que se presentan en los sueños. Pero no soñamos sólo imágenes, soñamos emociones y estados de ánimo. Ansiedad, preocupación, alegría, vergüenza y temor son omnipresentes. Algunos especialistas piensan que los sueños son mecanismos de defensa que nos preparan para los peligros y amenazas de la vida consciente. Es por ello que muchos sueños tienen una connotación negativa. Soñamos que se nos olvida una cita, que hemos perdido el teléfono o la cartera, que no hemos estudiado para un examen.
El procesamiento de las emociones es un fin importante del soñar, y también la organización de los recuerdos. Las emociones y los recuerdos están estrechamente relacionados y el soñar permite por ejemplo que un recuerdo doloroso tenga menos carga emocional. Los sueños también pueden verse como una realidad virtual en los que se presentan situaciones sociales que se procesan a modo de ensayos para la vida real.
La creatividad y la imaginación son asimismo potenciadas durante el sueño, lo que hace que se puedan resolver problemas y facilitar creaciones. Muchos novelistas describen que crearon sus obras a partir de sueños y muchos músicos soñaron algunas de sus piezas musicales. Se dice que la Tabla Periódica de Elementos, la estructura del benzeno y la doble hélice del ADN fueron soñados por sus descubridores.
Creatividad, solución de problemas, mecanismo de defensa, procesamiento de emociones y afinamiento de memoria, todos estos elementos pueden explicar por qué soñamos. Si soñar no sirviera para nada, dice un autor, sería una de las fallas más grandes de la evolución.
Médico Psiquiatra.