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El aniversario setenta mil de la revolución

Esta revolución tuvo como sujeto al homo sapiens y en ella estos seres desarrollaron capacidades avanzadas que les permitieron crear herramientas más complejas, porque podían visualizar previamente cómo se vería dicha herramienta ya terminada.

Por Edward Wollants
Médico y abogado

Hace aproximadamente setenta mil años, en medio del período paleolítico, cuando sobre la tierra deambulaban (literalmente) varias especies de homínidos, incluyendo la de sapiens, estaba a punto de acontecer un suceso que cambiaría inexorablemente el curso de la vida sobre todo el planeta: La revolución cognitiva.

Esta revolución tuvo como sujeto al homo sapiens y en ella estos seres desarrollaron capacidades avanzadas que les permitieron crear herramientas más complejas, porque podían visualizar previamente cómo se vería dicha herramienta ya terminada. Se cree que fue el resultado de una serie de factores, incluyendo cambios en el clima, la presión evolutiva y la interacción con otras especies de homínidos (todos tenemos algún tío abuelo Neanderthal).

Uno de los factores más importantes en la revolución cognitiva fue el desarrollo del lenguaje simbólico, que permitió  comunicarse de manera más efectiva y crear y transmitir conocimiento de manera más eficiente.

Se cree que la capacidad cognitiva avanzada del homo sapiens  le permitió desarrollar una mayor conciencia de sí mismo y de los demás, lo que llevó a la creación de sistemas de creencias y valores compartidos, las cuales les permitieron trabajar de manera colaborativa (más avanzados los primitivos que nosotros) para enfrentar de manera más exitosa los retos de la sobrevivencia y progresar, por encima de sus primos más cercanos: los Neanderthal. Pasaron de vagar en grupos de unas pocas docenas a constituir bandas de hasta 150 individuos.

Los Neanderthal, si bien hombres más fuertes y capaces en el “uno a uno”, no pudieron contra el accionar coordinado de grupos mucho más grandes de sapiens, que movilizados por conceptos como “unidad” y “estrategia” terminaron borrando (según muchos investigadores) hace más o menos 40,000 años al homo neanderthalensis.

Este pensamiento dio paso a las creencias religiosas, como la capacidad de concebir conceptos que no tienen una existencia física o concreta: Dios, el alma, la trascendencia, la moralidad, el bien y el mal, entre otros.

El pensamiento abstracto puede servir también en el control de masas: Puede ayudar a las personas en posiciones de poder a desarrollar ideas y conceptos que pueden ser utilizados para influir en la forma en que las masas piensan y actúan, pero también sirve para manipular: utilizar conceptos abstractos como "la libertad" o "la justicia" para movilizar a las masas hacia ciertas acciones o para justificar sus políticas.

Por otro lado, el pensamiento abstracto puede hacer que las personas sean más propensas a seguir líderes carismáticos y emocionales, que pueden utilizar conceptos abstractos y emocionales para movilizar a las masas. El pensamiento abstracto puede hacer que las personas sean más susceptibles a las emociones y las ideas poderosas, lo que puede ser utilizado para influir en su comportamiento, volviéndolas menos críticas y más propensas a aceptar ideas y conceptos sin cuestionarlos, porque se centran más en las ideas y conceptos en sí mismos, en lugar de en los detalles concretos y prácticos. Esto puede ser utilizado para influir en la forma en que las MASAS piensan y actúan, haciéndolas más propensas a aceptar y seguir ciertas ideas y líderes.

Y aquí surge la primera gran división social: Minorías conductoras y MASAS seguidoras (según lo expresó José Ortega y Gasset en su monumental obra “La Rebelión de las Masas”). El primero, un grupo quizá menor al 3%, pero capacitado para organizar las sociedades, compuestas por el otro 97%.

Y esto fue así por los últimos 69,900 años, hasta que como lo describió José Ortega y Gasset, “...el hombre masa, el hombre sin competencias ni capacidad para dirigirse a sí mismo y menos a la comunidad, ya no quiere seguir a las minorías más preparadas sino que las pasa de lado y pretende suplantarlas...”

En este punto, con ánimo impertérrito hay que aclarar que la anterior cita no contradice en nada al ejercicio de los Derechos Humanos, sobre todo en lo que concierne al de libertad. Lejos de ese desacierto hay que recordar que existen límites al ejercicio de dichos derechos: primero, no abusar de los propios derechos (como sería querer ostentar una puesto para el que no se está preparado), segundo es respeto de los derechos ajenos (a ser dirigidos por los más capaces), por último, el no alterar el justo orden público (pasa cuando el hombre masa toma el control).

Y esto nos lleva a que en el aniversario SETENTA MIL de la revolución más importante de la humanidad: La revolución cognitiva, nos enfrentamos a su antítesis, la revolución de la ignorancia. ¿Cuáles son los aportes de esta última? Mediocridad, vulgaridad, radicalismo, despersonalización y otros cánceres.

La ignorancia puede ser el resultado de una falta de acceso a la educación (violación a un derecho), una negativa a aprender (ejercicio de un derecho) o una falta de interés en el conocimiento (producto de la combinación de los dos primeros).

¿Será acaso que ha iniciado el período de involución del homo sapiens?, ¿Cuánto podría durar? Sin duda, no serán SETENTA MIL AÑOS. ¿Qué especie nos sucederá?...¿Acaso la INTELIGENCIA ARTIFICIAL?.¿La involución afectará solo a los HOMBRES MASA o también terminará por alcanzar a las minorías más capacitadas?

Médico Nutriólogo y Abogado de la República.

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Inteligencia Artificial Opinión Prehistoria

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