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Descuentos, ofertas y propinas…

Con los precios es como con las historias, cada una tiene cuatro versiones: la del uno, la del otro, la verdad y lo que realmente sucedió. Y hoy además, la de las redes sociales, la de los analistas y la que la gente cuenta quitándole o poniéndole su imaginación… 

Por Pedro Roque
Ingeniero

Cada vez que realizo una compra en una farmacia, me doy cuenta de que los medicamentos tienen varios precios: el que indica en la página web de la cadena de farmacias, por ejemplo Gadavyt proteína PA UVA 900 ML, es de $ 77.33, que se entiende como el precio original, pero está tachado y a la par está el siguiente precio de $65.29, pero si es cliente VIP, es de $61.40 y si paga con tarjeta de un banco determinado, el precio baja a $57.51… Si de $77.33 resta $57.51, el precio con tarjeta resulta en $19.82 menos que el original, es decir, 25,63%, menos, que pagando en efectivo. Entonces, ¿quiénes compran al precio más bajo? Pues no los que pagan cash, sino los que compran al crédito.

Con los precios es como con las historias, cada una tiene cuatro versiones: la del uno, la del otro, la verdad y lo que realmente sucedió. Y hoy además, la de las redes sociales, la de los analistas y la que la gente cuenta quitándole o poniéndole su imaginación… 

Pero volviendo a los descuentos, aquí son tradición en el comercio de persona a persona, por ejemplo en un puesto en los mercados, que siempre se pide y normalmente se concede descuento, y ambos, comprador y vendedor quedan satisfechos,  y ofrecerlo sin que lo pidan como en las farmacias, es una estrategia de ventas con satisfacción mutua que aquí funciona, aunque sabemos que el descuento es ficticio.

En los supermercados y los almacenes de departamentos a nadie se le ocurre pedir descuentos y se asume que los precios son fijos, pero nos atraen como estrategia de ventas, con ofertas a menores precios en productos que les interesa vender. Otra estrategia son las rebajas en cada estación del año o los días especiales como el viernes negro. Alguien me dijo: ¡Todos quieren tu dinero!

En Marruecos o en el Gran Bazar en Estambul, cuando pregunta ¿cuánto vale, una cartera de cuero? El dependiente dice un precio más alto del que tiene en mente, y si el cliente no regatea y la compra, se extraña y le ofrece un pequeño regalo, que compensa el descuento que tenía en mente y que el cliente no pidió.

En internet hay videos sobre “las matemáticas” de los descuentos, las ofertas y estratagemas, sanas y falsas, dirigidas sobre todo para los “adictos a la compra compulsiva”.

El otro asunto del título son las propinas, que cada vez que pago una factura en un restaurante, me vuelve la duda, si son voluntarias u obligatorias. Aquí incluyen 10% sin preguntar si se está o no satisfecho con el servicio. En México, las asumen como obligatorias, pero preguntan, si cierran la factura o dejará propina en efectivo y reclaman si deja menos del 10%. En España se deja la cantidad superior que redondea una factura, los camarero la colocan en un depósito y al finalizar el día las reparten entre cocineros, camareros y personal de limpieza. En Japón no se debe ofrecer propinas, amablemente no las aceptan, pero en EEUU me sorprende, que las propinas en los restaurantes son del 20%.

¿Y qué podemos hacer aquí con la inflación que no para?… Aplicar las 3Ss frente a un producto: “Si” de verdad lo necesito, “Si” de verdad me gusta y “Si” de verdad tengo dinero para comprarlo, sin incumplir otros compromisos. O posponiendo la compra 24 horas, para repensar las 3Ss. 

Otra posible solución por el lado de los comercios es el autocontrol de los precios para frenar la inflación, y la que yo recomiendo para mantenerse competitivos sin incrementar los precios, es aprender y aplicar las 3Rs: Reorganización, Reducción de costos y Reducción de desperdicio. 

Ni se imagina lo que puede conseguir con las 3Rs.

Ingeniero / pedroroque.net

Todo es más fácil y más sencillo con sentido común.

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