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Narrativa, prensa y política

Una democracia necesita una prensa independiente e inteligente, con mayor reflexión, control y análisis de las narrativas; sabemos que muchos medios están en modo de supervivencia, pero esto no debería afectar a los contenidos, e inclusive, debería ser una palanca imaginativa para encontrarse con otros sectores de la sociedad civil y de la empresa privada.

Por Óscar Picardo Joao

En términos literarios, la narrativa es un género presente en casi todas las culturas y épocas con derivaciones técnicas que recoge una serie de hechos presentados o explicados por un narrador, que suceden a uno o más personajes quienes son los que realizan las acciones; utilizando la prosa o el verso largo.

En términos políticos, es el arte del storytelling, de cómo construir relatos que resuenan con la gente y el electorado. Claudia Benlloch lo define en estos términos: “La narrativa es más que la suma de sus partes; es la tela de fondo que da contexto y significado a todo lo que rodea la política. A través de ella, se pueden transmitir valores, conectar con preocupaciones cotidianas y esbozar futuros deseables que movilicen a la ciudadanía”.

Los hechos e historias políticas tienen la capacidad de despertar emociones profundas, y las emociones son el articulador que une a las personas con las historias y con otras personas. Al tocar las fibras emocionales, se crea una conexión más fuerte que la que pueden ofrecer los datos y cifras. La empatía y la identificación con los personajes y las circunstancias pueden ser extremadamente influyentes en la percepción y las decisiones del público.

Muchos personajes de la vida política suelen crear y controlar la narrativa, y para ellos utilizan múltiples recursos; por ejemplo: 1.- Tender trampas a la prensa y a los periodistas, para luego humillarlos; 2.- Contar historias inconclusas para que la gente especule o pronostique; 3.- Distender los tiempos de los hechos políticos para crear ansiedad e incertidumbre; 4.- Utilizar recursos metafóricos y alegorías en las intervenciones o discursos; 5.- Hacer uso de la escenografía y utilería en las intervenciones públicas; 6.- Utilizar pequeñas historias cotidianas y simbólicas (fábulas o parábolas) para explicar los hechos; 7.- Distraer a la gente con elementos semióticos; 8.- Bajar el perfil de ciertas personas o hechos para no opacar el suyo propio; 9.- Utilizar cortinas de humo; 10.- Intimidar; entre otras.

Los medios de comunicación tradicionales -prensa, radio, TV- están en una búsqueda constante de noticias para cumplir su misión de informar; y suelen ser los primeros en caer en la “trampa de la narrativa” amplificando los mensajes, incluso cuando los transforman en crítica.

Sus titulares, fotos, entrevistas, reportes, crónicas o notas de prensa, por intentar captar los más novedosa o por proyectar la primicia caen en la trampa de la narrativa política; sin querer, sin planificarlo ni pensarlo.

Obviamente existe un sutil sesgo ideológico en los medios de comunicación, una minoría que es caja de resonancia de propaganda Estatal y una mayoría que son críticos o intentan ser independientes de los sistemas políticos; pero también aparece en el escenario los medios no tradicionales de redes sociales, quienes no tienen códigos de ética, hacen pseudo periodismo y se suelen nutrir de los medios tradicionales.

Pueden notar que mucha de la basura digital que se consume en los canales de los youtubers parten de entrevistas tradicionales de radio, TV y prensa escrita; ellos la interpretan, la adornan y le incluyen la cuota de bayunquismo digital que le gusta la gente. Luego, obtienen muchos likes y buen raiting más la viralización en otras redes sociales. Pero sobre todo elevan la narrativa.

Considerando lo anterior, los medios tradicionales deberían cuidar un poco más cómo hacen periodismo y qué tipo de temas deciden proyectar conforme a sus líneas editoriales e ideológicas. Quizá, desde la perspectiva política deberían centrarse mejor en las necesidades de los ciudadanos y no tanto en la agenda y narrativa de los políticos.

Una democracia necesita una prensa independiente e inteligente, con mayor reflexión, control y análisis de las narrativas; sabemos que muchos medios están en modo de supervivencia, pero esto no debería afectar a los contenidos, e inclusive, debería ser una palanca imaginativa para encontrarse con otros sectores de la sociedad civil y de la empresa privada.

Desde hace algunos años está sobre la mesa el debate de: 1.- cómo sobrevivir en entornos hostiles y populistas y castigados con la pauta publicitaria; 2.- cómo hacer periodismo sin datos, sin información y sin transparencia; y 3.- cómo hacer periodismo bajo el riesgo de un régimen de excepción con limitados derechos y sin garantías.

Como respuesta a lo anterior, algunos medios y periodistas han intentado con mediano éxito incursionar en redes sociales, sobre todo en TikTok y Youtube. Esto es parte de la solución, pero no es lo más esencial.  

Creo que el primer paso es hacer una ruptura radical con la narrativa oficial, utilizando la creatividad, la ironía, el sarcasmo; el periodista Edwin Segura debería dar un curso o un postgrado sobre estos temas; segundo, trabajar de modo potente en su propia narrativa; y tercero, crear un ambiente de espejos, para que la mayoría de medios encuentren su identidad y un reflejo, ya que esto es una tarea sectorial y un tanto planificada (quizá deberían reunirse los principales medios o sus editores).

La sociedad ha cambiado mucho con la transformación digital; los teléfonos inteligentes y las redes sociales han configurado una gran plataforma de comunicación líquida, multi e intersectorial. Pero no ha cambiando la forma de crear una noticia, ni el método de investigación periodístico ni mucho menos la ética profesional del comunicador.

El “cuarto poder” que suele controlar los desbarajustes políticos, la corrupción y garantizar la democracia, debe repensarse a la luz de los nuevos escenarios digitales; debe revisar el equipaje de su credibilidad y confianza; y sobre todo, debe reflexionar en cómo diseña y dirige su propia narrativa comunicacional sin la contaminación política y sin caer en los juegos de la posverdad, el populismo y la polarización (Naím).  

PD: No vayan a todas las conferencias de prensa que les convoquen, vayan a las que sí son importantes… No entrevisten a personajes difusos que no dicen nada… Publiquen más despacio, la primicia ya no es tan importante, la verdad sí… La inteligencia es más sutil y permanente, el poder es efímero y tosco, las palabras están por encima de cualquier fuerza.

Disclaimer: Somos responsables de lo que escribimos, no de lo que el lector puede interpretar. A través de este material no apoyamos pandillas, criminales, políticos, grupos terroristas, yihadistas, partidos políticos, sectas ni equipos de fútbol… Las ideas vertidas en este material son de carácter académico o periodístico y no forman parte de un movimiento opositor.

Investigador Educativo/opicardo@uoc.edu

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Opinión Periodismo

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