El departamento de mercadeo de Microsoft Canadá realizó en el 2015 una investigación que explicó que la capacidad de poner atención de los humanos se encontraba, desde el año 2000, en un proceso de deterioro continuo y que para el 2015 había alcanzado un mínimo histórico. Los investigadores relacionaron este deterioro a las tecnologías digitales:
“Los estilos de vida digitales afectan a la capacidad de mantener la concentración durante períodos largos. Los canadienses que presentan hábitos más marcadamente digitales (los mayores consumidores de estos dispositivos son los usuarios de las multipantallas, los entusiastas de las redes sociales y los que se apuntan a todas las novedades que se lanzan en el mercado de las nuevas tecnologías) tienen dificultades para seguir concentrados en entornos en lo que es necesario hacerlo”.
Nos explica Michel Desmurget en su libro “La fábrica de cretinos digitales. Los peligros de las pantallas para nuestros hijos” que a raíz de dicho resultado, los mercadólogos ya saben que las campañas de marketing no deben durar más de unos pocos segundos si no se desea saturar la capacidad de atención de los consumidores y que los mensajes deben ser incisivos, extremos, provocadores, entre otras características.
Desmurget, investigador, especialista en neurociencia cognitiva, también autor de “Lobotomía de la Televisión”, escribe sobre como las pantallas afectan el desarrollo cognitivo. Explica también como además, el sueño está siendo afectado por ellas al grado que no nos están permitiendo dormir lo suficiente para que nos concentremos, de manera eficaz, en nuestras tareas usuales: “Cuanto mayor es el consumo digital, más se alteran la calidad y la duración del sueño. Aquí tenemos una fuente esencial de perdida de la atención. A propósito, muchas veces me invitan a asistir a las aulas de primaria y secundaria para dar charlas sobre las pantallas. El caso es que, una y otra vez, me sorprende la cantidad de alumnos somnolientos que luchan por mantener los ojos abiertos y que bostezan groseramente, abriendo la bocas de como leones”.
El francés afirma en su libro “La fábrica de cretinos digitales” que independientemente del sexo, la edad, el entorno de origen o los protocolos de análisis, a mayor tiempo de pasar viendo pantallas, las calificaciones académicas son peores; lo que no es novedad, todos los que hemos estudiado en algún momento de nuestras vidas, lo hemos comprobado con nosotros mismos.
La niñez es incapaz de captar conocimientos especialmente si al no más dejar la cama, enciende los videojuegos o programas audiovisuales estimulantes pues disminuye su capacidad de concentración y el rendimiento intelectual. Desmurget, en su escrito destruye los mitos injustificados que tratan de esconder los efectos negativos de la cultura digital y las pantallas.
El Efecto Flynn fue el término asignado para hablar del incremento de la inteligencia en todo el mundo entre 1932 y 1978, gracias a los estudios del neozelandés James R. Flynn, quien determinó que las puntuaciones medias de IQ (coeficiente intelectual) de estadounidenses habían aumentado masivamente entre ese periodo de tiempo. Tristemente, en 2004, el investigador noruego, Jon Martin Sundet se percató que dicho aumento se había detenido, e incluso, había retrocedido, en un estudio realizado con noruegos entre 1950 y 2002.
Desmurget declara que la causa exacta no se ha determinado aún y que solo afecta a algunos países en concreto, pues a nivel global la inteligencia media sigue creciendo en todo el mundo.
Aunque el coeficiente intelectual está determinado en mucho por el estado nutricional de la persona, la educación recibida y el acceso a sistemas de salud, en países donde los factores socioeconómicos han sido estables por décadas, como Noruega, Dinamarca, Finlandia, Países Bajos, Francia, entre otros, el Efecto Flynn ha dado muestras de disminución, donde los "nativos digitales" presentan un IQ más bajo que el de sus padres.
Los elementos que se ven alterados son el lenguaje, la concentración, la memoria, la cultura (definida como un corpus de conocimiento que nos ayuda a organizar y comprender el mundo). Todo esto reduce significativamente el rendimiento académico.
Desmurget dice: "Simplemente no hay excusa para lo que les estamos haciendo a nuestros hijos y cómo estamos poniendo en peligro su futuro y desarrollo", señala en la entrevista con BBC Mundo. Y como hemos escuchado varias veces: padres, madres y educadores, esto es “pan para su matata”. ¡Hasta la siguiente!
Médica, Nutrióloga y Abogada mirellawollants2014@gmail.com