El presidente Bukele exhibió este sábado un inmenso poder en su toma de posesión. Con diferentes detalles, algunos inadvertidos, después que el presidente de El Salvador jurará y le fuera impuesta la banda presidencial, las fuerzas armadas desfilaron por la misma alfombra roja que poco antes habían cruzado los reyes y los jefes de Estado extranjeros que acudieron al evento.
El presidente hizo el saludo militar desde el balcón del Palacio Nacional levantado en pleno centro histórico de San Salvador. En sus primeras palabras, el mandatario hizo referencias a la gloria de Dios y después aseguró que este es un momento de catarsis para él y para la nación que dirige: “Es el momento más importante de nuestra historia reciente”.
Dijo que durante su primer mandato de cinco años ha obrado “un milagro” y ha dado pie a una nueva era que ha partido el tiempo en dos, en un antes y un después de su llegada al poder. Su esposa, Gabriela Rodríguez, es “la mejor “primera dama que ha habido nunca” y la nación centroamericana, “la más segura del hemisferio occidental”.
Un pastor argentino que predica por televisión, Dante Gebel, le dijo más tarde, mirándole a los ojos, que iba camino de convertir El Salvador en “el mejor país del mundo”.
Asistieron entre otros, Felipe VI, el Rey de España, quien recibió la mayor ovación de la multitud. Estuvo también, Daniel Noboa, el presidente de Ecuador y Javier Milei, el mandatario argentino. Un día antes, los tres mantuvieron reuniones privadas con Bukele. Es de hacer notar que solamente seis mandatarios de primer nivel asistieron, los demás fueron delegados de los países.
El control y la influencia que ejerce el presidente sobre las instituciones salvadoreñas allanaron su reelección, aunque muchos alegaban con fuertes argumentos su inconstitucionalidad. El presidente Bukele goza de una gran popularidad por su exitosa guerra contra las pandillas, a las que ha desactivado por completo.
Para lograrlo consiguió que la Asamblea Legislativa, que controla el partido Nuevas Ideas, aprobará constantes regímenes de excepción que dota de poderes a los militares y policías y quita a los ciudadanos derechos fundamentales, lo que ha provocado un deterioro de los derechos humanos en el país.
Controlada la seguridad, Bukele ahora debe hacerse cargo de la economía. Los niveles de pobreza han aumentado y las cuentas del Estado no cuadran. Hay que pagar la deuda de las pensiones y solventar los pagos a los inversionistas.
El presidente dijo que este será su principal propósito y que para eso necesitará, en primer lugar, “la guía de Dios”. En segundo, un trabajo incansable y, en tercero, “que el pueblo defienda a capa y espada cada una de las decisiones que se tomen”. “El mundo entero ha puesto sus ojos en El Salvador, así de grandes han sido los resultados. Podemos hacer lo mismo, pero ahora con la economía”, añadió.
Casi al finalizar pidió a todos los presentes que levantaran la mano y juraran, como hace cinco años: “defender incondicionalmente este proyecto de nación”. “Siguiendo al pie de la letra cada uno de los pasos, sin quejarnos”.
Bukele ha recibido fuertes críticas por su forma autoritaria de gobernar, suele decir que no le importan las opiniones externas, pero la realidad es que el asunto si le altera, insistió en que El Salvador es “un país libre y democrático” por mucho que diga la oposición. Es más, ha sido reconocido por “el cien por cien de los países del mundo”. El país sin violencia que ha logrado “es el legado más grande de la historia y toca protegerlo como un león”.
Abogada y defensora de derechos humanos.