Hoy deseo reflexionar sobre dos experimentos políticos inéditos en nuestra región que vale la pena monitorear muy de cerca: el del Presidente Bukele en El Salvador y el del Presidente Milei en Argentina.
En el primero, aprovechando el profundo desprestigio de los principales partidos (crisis de liderazgo, falta de resultados, alta criminalidad y un largo etcétera) Bukele viene implementando un plan de gobierno (desde su llegada al poder hace 5 años) con foco en la seguridad ciudadana. Mediante este plan Bukele ofrece resultados en el combate a la delincuencia, maras y crimen organizado pero a un precio muy alto: violaciones a los DDHH, debilitamiento del estado de derecho y avance rápido en la vía autoritaria. Todo ello, unido a la búsqueda de su reelección consecutiva en abierta violacion a la Constitución, lo viene haciendo con un alto nivel de popularidad.
Bukele exhibe tanto al interior de ES como hacia afuera un modelo seductor, sofisticado en materia comunicacional y en la manipulación de las redes sociales y sobre todo muy peligroso (el más peligroso de nuestra región en mi opinión por su efecto imitación en otros países) que llamo la “Bukelizacion de la política”: cómo desmantelar una democracia con amplio apoyo popular.
Para ello Bukele le ofrece a la ciudadanía resultados concretos en un área muy sensible para los salvadoreños: ser efectivo en la lucha contra la delincuencia, las maras y el crimen organizado.
La semana pasada en Paraguay, el Gobierno de Santiago Peña llevó a cabo un megaoperativo militar y policial en la penitenciaría nacional de Tacumbú. El presidente de Paraguay dijo que las gestiones del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, “fueron un aliento” para realizar el operativo.
Y también son varios los candidatos presidenciales y mandatarios, alcaldes o legisladores que en varios países de nuestra región manifiestan sentirse inspirados por Bukele.
En resumen, como bien expresa el editorial de El Faro titulado El camino a la dictadura: “Esta dictadura en ciernes no se ha construido de un día para otro. No es resultado de un golpe armado e intempestivo. Ha sido un proceso metódico de casi cinco años que ha contado con la complicidad de políticos y funcionarios corruptos, y un empresariado mayoritariamente cobarde u oportunista; con la debilidad de una oposición desacreditada, dividida o perseguida; y, ante todo, con el liderazgo de un clan familiar obsesionado con una misión: todo el poder. Esta dictadura que se asoma ha sido erigida en el tiempo que ha durado el mandato presidencial de Nayib Bukele”.
El segundo experimento es el que acaba de iniciar en Argentina Javier Milei el pasado 10 de diciembre: hacer un fuerte y rápido programa de ajuste (cortar el gasto público en un 3% del PIB) acompañado de un profundo proceso de desregulacion de la economía vía un DNU (decreto de necesidad y urgencia) que con independencia de las virtudes/defectos de las medidas propuestas, desde el punto de vista formal (procedimiento) a juicio de la gran mayoría de los expertos en materia constitucional es inconstitucional.
El triunfo de Javier Milei en Argentina ha despertado curiosidad en el mundo. Y es que no es un político típico. Sus controversiales ideas expuestas a sus electores empiezan con la “terapia de shock”, que bien explicó a sus alumnos el catedrático Jesús Huertas de Soto, de quien Milei es uno de sus discípulos y el primero en llegar a la presidencia de Argentina.
Como bien señala Jorge Liotti, “Los primeros pasos del nuevo gobierno demuestran que Javier Milei representa el mayor desafío para el sistema político y económico en los últimos 40 años de democracia”.
Este “Shock de Libertad económica” en democracia, en manos de un presidente anarco-capitalista y liberal libertario que si bien ganó en la segunda vuelta con 56% cuenta con un débil apoyo parlamentario (15% de las bancas de la Cámara de Diputados y 15% de las del Senado), no registra antecedentes ni en Argentina ni en la región.
Milei cono Bukele presenta su experimento en contra de la “casta” (los partidos tradicionales) y como el único camino para sacar a la Argentina de su decadencia actual.
Estamos ante un presidente con poco músculo político parlamentario y nulo poder territorial propio que desconcierta (de momento) a sus detractores por la osadía de sus primeras medidas. Suponían que haría valer el 55% de los votos que obtuvo en el balotaje como una herramienta de poder, pero imaginaban que la usaría para negociar.
Milei decidió en cambio pisar el acelerador e ir por todo: habló al asumir de espaldas al Congreso, impuso una doctrina de mano dura contra las protestas, anunció el mayor ajuste fiscal del que se tenga memoria y se lanzó a reformular de raíz el sistema legal del país con un decretazo que solo discutió con los propios.
Fue deliberada la intención de no buscar aliados. Sumó a su gabinete a dirigentes de otros partidos, pero descartó un pacto de gobernabilidad permanente. Ni siquiera con Mauricio Macri, alguien de quien siempre habla con admiración y que lo ayudó a reponerse en la carrera electoral cuando Sergio Massa lo sobrepasó en la primera vuelta de octubre.
De la batería de medidas que contempla el “mega-decretazo” de Milei hay al menos dos que van directamente a la vena de la clase media: la derogación de la ley de alquileres y los cambios en la medicina privada.
De momento su propuesta de desregulacion radical (presentada el pasado miércoles) ya enfrenta el rechazo de los principales partidos de oposición en el Congreso, recursos de inconstitucionalidad en la justicia que se irán sumando en los próximos días, y de los movimientos sociales y sindicatos, cacerolazos y manifestaciones en la calle y un paro nacional durante eses semana.
Para enfrentar estas “calles calientes” el gobierno, vía su ministra de seguridad Patricia Bullrich (ex candidata presidencial de Juntis x el Cambio que compitió contra Milei en la 1 vuelta) ha emitido un protocolo de seguridad que regula las protestas con el objetivo de impedir el corte de las calles. Milei por su parte ha sido claro: el que corta (las calles) no cobra (los planes sociales que reciben). Desde ciertos sectores de la oposición han denunciado estas medidas como inconstitucionales y como un intento de parte del gobierno de “criminalizar la protesta”.
En mi opinión se viene un dramático aceleramiento de la conflictividad. Las centrales obreras se enfrentan con la gestión del presidente Milei antes de lo previsto y la disputa por el control de la calle marcará el fin de año. Argentina vivirá un verano caliente.
En resumen, con esta fuerte apuesta de enviar un mega-decreto de necesidad y urgencia destinado a querer desregular de manera rápida y radical al Estado argentino (híper regulado) eludiendo el debate en el seno del Congreso (cabe recordar que el nuevo mandatario dio su primer discurso de toma de posesión en la parte externa del Congreso, en las escalinatas y de espalda al mismo), Milei se comporta como un liberal libertario en lo económico pero como un populista e iliberal en lo político, que busca relacionarse directamente con el pueblo que lo votó.
El ritmo de lo que viene lo marcará la tolerancia social al ajuste, cuyo destino inmediato es un recorte de los ingresos y una recesión pronunciada, con la esperanza de que al otro lado de ese puente surja una Argentina con inflación a la baja.
Son dos experimentos políticos que recomiendo monitorear con suma atención durante 2024.
El autor es director regional de IDEA Internacional.
@Zovatto55