Se cuenta que Aristóteles, ante los innumerables dioses de la mitología griega, cuyos defectos humanos superaban en mucho su divinidad, analizaba la existencia de un solo Dios. Y consideraba que reduciendo a dos el número de las deidades helénicas, la verdad por cuya búsqueda el filósofo había dedicado gran parte de su vida, estaría divididas entre ambos a partes iguales. Cada uno tendría una media verdad y otra de media mentira. Y concluía que la verdad, siendo una, demostraba la existencia de un único Dios, por lo que al morir pudo clamar: “Causa de todas las causas, ten misericordia de mí”.
En el gran peligro de las medias verdades estamos en el mundo actual, que ofrece rebajar 20 libras de peso, sin operaciones ni ejercicios, pero escondiendo los graves efectos secundarios. O permitir el aborto por diferentes causales, obviando que es un asesinato y que traerá secuelas traumáticas para la madre.
El bukelismo ha funcionado a base de medias verdades, que tras cuatro años de repetirlas, todavía son creídas por gran parte de la población, ignorando la dosis de mentira que encierran. Con grandes letras aparece en el edificio de la DOM la falsa promesa del presidente Bukele: “El dinero alcanza cuando nadie roba”, aunque el dinero no alcanza pues el endeudamiento crece, demostrando corrupción, al no dar cuenta del uso de los fondos públicos.
La Primera Dama ha impulsado leyes como Crecer con Cariño, con partos acompañados por familiares, y mujeres con adecuado control pre-natal. Pero la parte oscura de esta media verdad es que se calcula que miles de niños están creciendo con abuelas ancianas porque su madre, y a veces también su padre, están presos bajo el régimen de excepción, lo que ha aumentado la pobreza por la falta de ingresos de sus padres, y el gasto extra de los familiares para llevarles los kits de limpieza y pagar abogados y documentos.
Las leyes que protegen a la mujer y condenan la violencia contra ellas es la media verdad de la realidad que vivimos. Cada día más mujeres son maltratadas física y psicológicamente hasta llegar al asesinato. Violaciones a menores, perpetrados por miembros de las fuerzas armadas, una élite prepotente por su juramento a una persona y no a la Constitución, que la institución castrense ha tratado de mantener en secreto para protegerlos, mientras se pregona el alto nivel de seguridad.
No se apoya la educación, regalando computadoras y mintiendo sobre la construcción de mil escuelas por año, con aulas del Primer Mundo con nuevos métodos pedagógicos. Aquí no llega a la media verdad, pues las escuelas son ruinas anti higiénicas y a los maestros no se les reconoce su sacrificada labor negándoles el aumento de salario al que tienen derecho por ley, aunque al ministro interino no le da vergüenza decir que no hay dinero. Aunque sí hay recursos para derrochar en temas de poca importancia.
La lista de medias verdades es interminable y cada salvadoreño responsable podría añadir muchas más. La escasez de granos básicos, el daño al medio ambiente, la construcción del tren y del aeropuerto cuyos beneficios solo ellos conocen, pero han arruinado la vida de los propietarios de los terrenos, así como la de los vecinos de la playa de Mizata y del Lago de Coatepeque, amenazados con la construcción de desarrollos millonarios, con torres de apartamentos, centros comerciales y residencias, a pesar del evidente daño ambiental. Y el cuento chino de las ventajas del Bitcoin, y la minería del criptoactivo con energía del Volcán de Conchagua, que ya dejó de ser media verdad para convertirse en una soberana mentira. Pretenden dormirnos llenándonos de medias verdades, que muchos ya no creen.
Maestra