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Bukele: entre dios y el poder

Las contradicciones de esta nueva derecha que utiliza la religión como ideología política se acentúan cuando sus políticos, influencers o militantes dicen representar una “religión del amor”, pero son los primeros en destilar odio y lo que llaman “derecho a ofender” 

Por Antonella Marty
Escritora argentina

Nayib Bukele ha sabido consolidar un régimen que, más allá de su imagen juvenil, encierra una peligrosa mezcla de populismo autoritario y discurso religioso. Desde su llegada al poder, Bukele ha cimentado su control absoluto del país, socavando las instituciones democráticas y utilizando a Dios como su principal justificación política. Tras su victoria electoral en 2021, su primer movimiento fue desmantelar la independencia judicial al destituir al fiscal general y a los magistrados de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema, reemplazándolos por aliados cercanos. Estas maniobras aseguraron la aprobación de su reelección en 2024, aunque la Constitución salvadoreña prohíbe explícitamente dicha práctica.

Bukele ha tomado medidas drásticas no solo contra las pandillas, sino también contra la prensa y las voces disidentes. Su estilo autoritario se ha visto acentuado por una militarización generalizada de la sociedad y las fuerzas policiales. Aunque su gobierno se presenta con una “fachada moderna”, se revela como un exponente típico de la nueva derecha: contrario a los derechos reproductivos y el matrimonio igualitario y defensor de una política ultraconservadora.

Un aspecto que destaca en su gobierno es el uso recurrente de la religión para consolidar su poder. Bukele no duda en presentar su presidencia como un mandato divino, afirmando que Dios lo ha elegido para “sanar” El Salvador. En sus discursos, ha llegado a justificar la minería metálica como un "regalo de Dios", a pesar de la fuerte oposición social que esta política genera. En sus propias palabras, su gobierno es una bendición divina para un “pueblo elegido”, una narrativa que parece buscar la aceptación de un sector religioso, mientras promueve un Estado que abandona el principio de laicidad.

Este uso del lenguaje religioso no es exclusivo de Bukele. A nivel global, líderes de la nueva derecha han fusionado la política con la religión para ganar apoyo. Donald Trump, en su segundo mandato, se presentó como un salvador enviado por Dios, con un mensaje que remite a un “America First” que evoca el aislacionismo de los años 30, vinculado a la simpatía por regímenes autoritarios (actualmente, quedaría mucho mejor reemplazarlo por “Russia First”, teniendo en cuenta la relación entre Donald Trump y el dictador ruso Vladimir Putin). En Brasil, Jair Bolsonaro utilizó un discurso autoritario y ultraconservador para ascender al poder, mientras que en Argentina, Javier Milei, quien también se nutre de la retórica de la “libertad” y la “guerra”, ha creado un grupo dentro de su partido denominado “Las fuerzas del cielo”, con una simbología que remite a lo bélico y lo histórico. Recordemos que Patricia Bullrich, la actual ministra de Seguridad argentina ha elogiado repetidamente a Nayib Bukele, deseando en público replicar sus políticas de seguridad. 

Al igual que estos líderes, Bukele forma parte de una tendencia más amplia que se extiende por Europa y América Latina. Políticos como Santiago Abascal, Marine Le Pen, Giorgia Meloni y Viktor Orbán comparten una estrategia común: explotar la sensación de crisis e inseguridad que atraviesan muchos sectores de la sociedad. Ofrecen un retorno a un ideal de identidad colectiva que se apoya en el nacionalismo y la religión.

En este contexto, la mentira y la violencia se han convertido en herramientas utilizadas para consolidar el poder, mientras que la democracia es cada vez más cuestionada. El mundo, según estos líderes, se presenta como un lugar hostil e incierto, donde ellos mismos se erigen como los únicos capaces de proteger a sus pueblos de los “peligros” que perciben. En el caso de Bukele, El Salvador se ve atrapado en la promesa populista de una salvación divina y el creciente autoritarismo que amenaza con ahogar las libertades fundamentales.

El trabajo antidemocrático conjunto entre Nayib Bukele y Donald Trump revela una preocupante convergencia de autoritarismos tecnocráticos y la nueva derecha religiosa estadounidense, donde el discurso de “orden y seguridad” se impone sobre garantías democráticas y derechos humanos. Ambos líderes, revestidos de un aura mesiánica, han estrechado vínculos en lo que va de este año en torno a políticas migratorias punitivas y discriminatorias, mientras figuras como Kristi Noem -la actual secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos que confesó en sus memorias haber asesinado de un disparo a una de sus mascotas porque era imposible adiestrarla- en su papel de legitimadora simbólica, promueven espectáculos carcelarios que cosifican al inmigrante como enemigo moral. Esta alianza transnacional no sólo exporta modelos represivos, sino que también configura una narrativa teocrática en la que el castigo se sacraliza y el poder se exime de rendir cuentas.

Este fenómeno no es exclusivo de un solo país, sino parte de un patrón global que requiere de nuestra atención crítica. La democracia y los derechos humanos están en juego y es urgente que se levanten voces que cuestionen este tipo de regímenes que se presentan como salvadores o innovadores, pero que, en realidad, están socavando las bases mismas de la libertad y la democracia global.

Las contradicciones de esta nueva derecha que utiliza la religión como ideología política se acentúan cuando sus políticos, influencers o militantes dicen representar una “religión del amor”, pero son los primeros en destilar odio y lo que llaman “derecho a ofender” (es decir, que les demos la libertad de ser bullies y no nos quejemos). Los principios atribuidos a Jesús (aclaro que soy atea), como el mandamiento de “amar al prójimo como a uno mismo” (Marcos 12:30-32) y la identificación del forastero con dicho prójimo, resultan profundamente incompatibles con el discurso de la nueva derecha. A pesar de invocar frecuentemente a Jesús, esta corriente política promueve una visión excluyente y restrictiva hacia los inmigrantes. Incluso desde la perspectiva del Nuevo Testamento, el trato compasivo hacia los forasteros constituye un criterio esencial del llamado juicio final, como se expone en Mateo 25:35, donde se ensalza a quienes ofrecieron alimento, bebida y refugio al extranjero. De seguirse tales parámetros, la nueva derecha difícilmente encontraría un lugar en el cielo. El pasaje de 1 Tesalonicenses 4:16-18 señala que “Él regresará desde el cielo y, cuando lo haga, se llevará a su iglesia con Él y cohabitarán por siempre”. No obstante, las propias escrituras advierten que nadie conoce el momento de ese retorno de Jesús a la Tierra. Lo que sí puede afirmarse es que, si Jesús intentara regresar hoy, difícilmente lograría ingresar a Estados Unidos o Europa: muy probablemente sería deportado o enviado a alguna cárcel en El Salvador.

La paradoja que encarnan los seguidores de Trump, Bukele y la nueva derecha radica en que, bajo sus propias políticas migratorias, Jesús sería inadmisible en sus países por múltiples razones: por ser migrante, pobre, oriundo de Oriente Próximo, poseer un fenotipo que, según retóricas xenófobas como la de Trump, “contaminaría la sangre de la nación”, y ejercer un oficio (la carpintería) que los del movimiento MAGA no consideran “cualificado” ni “necesario”. Más aún, sería percibido como excesivamente “woke” por proclamar un mensaje centrado en el amor al prójimo, la solidaridad con los pobres y el rechazo a la codicia. En suma, aunque se denominen cristianos, si Jesús se presentara hoy, la nueva derecha probablemente lo tacharía de “zurdo de m…”, fiel al estilo retórico de figuras como Javier Milei, que llama así a cualquiera que no se suma a su cruzada inquisidora llamada “batalla cultural”. 

Antonella Marty, escritora argentina, graduada en Relaciones Internacionales y Ciencias Políticas. Es colaboradora en diversos medios de comunicación, y autora de varios libros publicados por Planeta, entre los que destacan El manual liberal (2021), Lo que necesitas saber (2022), Nacionalismo: el culto común del colectivismo (2023), Ideologías (2024) y La nueva derecha: qué es y por qué representa un peligro para nuestras democracias (2025).

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Donald Trump Nayib Bukele Opinión

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