Nayib Bukele, el “amigo y hermano” como se refiere la dictadora de Nicaragua, Rosario Murillo, ahora ya es oficialmente candidato presidencial (aunque inconstitucionalmente) para reelegirse). Y va promocionando su candidatura con el mantra de haber logrado un gran cambio en su tierra salvatrucha, eliminando la violencia.
La popularidad es impresionante, y se dio la fama de ser un “dictador cool”.
En fin. Obras, pero no palabras, decían los políticos.
A pesar de que la violencia había venido disminuyendo mucho antes de su llegada, es cierto, el señor presidente llegó a darle el tiro de gracia a las pandillas. Ya debilitadas, desorganizadas y fragmentadas, el señor presidente se encargó de ejecutar la operación limpieza para terminar de una vez por todas con esa lacra.
Claro, su logro está acompañado de escopetazos o cañonazos a los derechos civiles, encarcelando a gente inocente, así como a pandilleros criminales.
Con sus tweets y fotos se dio una alta popularidad y en parte es el principal insumo para justificar su reelección, aunque viole al menos cuatro leyes para ello.
Aunque el amor es ciego, la realidad tiene ojos y oídos.
El señor presidente con miles de tweets como forma de gobernar, en realidad no ha revelado mucho de cosas que están pasando en el país. Veamos.
La migración
Recién empezando el señor presidente dijo a los medios, con los que ahora tiene miedo de hablar, que “las personas no huyen de sus casas porque quieren…Huyen de sus casas porque sienten que tienen que hacerlo”. “Huyeron de nuestro país, huyeron de El Salvador”, continuó. “La culpa es nuestra”. Y atribuyó esta migración al problema de las maras, la inseguridad. Ciertamente mucha de la responsabilidad recae sobre El Salvador y sobre el señor presidente.
Pero a pesar de que el “éxito” de su gobierno y popularidad se atribuye a la disminución del crimen, la migración siguió.
Mas bien, durante el gobierno del señor presidente más gente ha salido del país que en otro punto de la historia reciente del pulgarcito.
¿Entonces?
Crecimiento económico
En términos macroeconómicos, la economía del país del señor presidente que gobierna no ha crecido a pesar de la caída en delincuencia y violencia.
¿No era que la delincuencia reducía el crecimiento económico?
La realidad es que durante sus cinco años de gobierno el rendimiento económico fue básicamente el mismo al pasado, aun con mucho que le atribuyera a la pandemia, como otros países, su ritmo fue similar. Pero el endeudamiento y déficit fiscal no…¿entonces? El presidente, como los salvadoreños saben, aumentó el déficit fiscal considerablemente, en -4% del PIB en 2023 y creciendo.
Durante su gobierno el país se ha endeudado más, y el servicio de la deuda que tienen que pagar los Salvadoreños, es el mas alto de Centro América. Siguiendo los pasos de la dictadura de Ortega y Murillo en Nicaragua, El Salvador no solo está criminalizando la democracia, pero también ahora es el segundo país más endeudado, con un servicio de deuda mas alto de la región, y en cooperación del BCIE, que para variar le apoyó en financiar su innovadora propuesta de la crypto moneda.
El 2024
Una perspectiva más aproximada muestra que el 2024 es un año de retos. A parte del poco efecto de Bitcoin, este año la economía salvadoreña no registrará mucho dinamismo.
Las exportaciones mantendrán un ritmo lento, parecido al 2023 en donde no crecen, y las remesas crecerán a lo sumo en 3%. El año pasado, según la oficina de comercio exterior del Censo de Estados Unidos, mostró que las importaciones de Estados Unidos traídas de El Salvador registraron el mismo volumen que en el 2018.
¿Qué propone el señor presidente para dinamizar la economía? ¿Qué hará diferente que no hizo los últimos cinco años?
La economía salvadoreña tendrá un posible decrecimiento ya que su capacidad exportadora será similar a 2023, la cual disminuyó a la vez que amplió la brecha con las importaciones. El Salvador exporta el 30% del PIB e importa más del 50%.
Es más, es durante el gobierno del señor Bukele cuando las importaciones han crecido de 46 a 54% del PIB. Y ¿cómo las está pagando?
Lamentablemente para la economía, este año la migración será menor, no porque la gente se está devolviendo o porque el país ya es seguro y no hay que emigrar. La gente no está saliendo simplemente porque quedan pocos en edad laboral (42% de la población) y muchos fuera de la fuerza laboral a quien alguien necesita que los cuide si se querrán ir lo harán en familia, como lo han hecho los últimos cinco años.
Además, en un estudio realizado en 2021 se observó que la intención a migrar, en 35% se correlacionaba con el temor a la concentración de poder del señor Bukele. Y esa intención a migrar no ha bajado, pero no podrán irse con la misma facilidad.
El resultado es que las remesas tendrán 3% de crecimiento y eso incidirá sobre la tasa de crecimiento nacional ya que este rubro pesa tanto como el total exportado.
Si las remesas y las exportaciones, que en conjunto suman el más del 60% del PIB solo crecen 3% por inercia, el país tendrá un rendimiento mediocre, ya que el resto de la economía es menos dinámico que la entrada de remesas y las exportaciones.
¿A quién va a meter a la cárcel para culpar como parte de su promesa electoral para mejorar la economía? ¿Le echará la culpa a Estados Unidos, a la diáspora?, ya que las exportaciones de la zona franca han decaído y el rumor es que es debido a la inseguridad jurídica.
Obras, no palabras
El señor Bukele tiene que mostrar una agenda económica realista que combine la estabilidad macroeconómica con la distribución de la riqueza y no refleje algún tipo de tráfico de influencias que favorezca a su familia. Esto incluye reducir el tamaño de la economía informal, apalancar las remesas con inclusión financiera, invertir en la economía del conocimiento, no en la especulación monetaria.
Los salvadoreños no van a quedarse con el “cool look” del presidente; quieren más y van a pedir rendición de cuentas.
Director del Programa de Migración, Remesas y Desarrollo del Diálogo Interamericano. También se desempeña como miembro principal del Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard y como asesor principal del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola.