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¡Feliz Navidad!

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Por Pedro Roque
Ingeniero

En dos días es Navidad. Mi deseo es que de verdad disfrutemos de una "feliz Navidad", entendiendo por “feliz” un tiempo en familia con más atributos buenos y menos de otros incómodos. Más paz, tranquilidad, sosiego, cariño y unión familiar y menos prisas, cansancio, agotamiento y estrés. 
Uno de estos días previos a la Navidad como a las ocho de la noche saludando a una amiga por WhatsApp le pregunté: ¿Qué tal tu día? ¡Atareada! fue su respuesta espontánea… ¿Y por qué?… ¡Preparando las compras para Navidad!... 

Casi en el mismo momento, me llegó un correo de la página “The Conversation”, originalmente en inglés, traducida al español, en la que explican el  “Estrés Pre-Navidad y por qué en estas fechas, somos más propensos a cometer errores”, y aquí en nuestro entorno, puede que también, a tener accidentes de tránsito.

Según el artículo, “El estrés Pre-Navidad”, los neurólogos que lo estudian, nuestro cerebro no está preparado para la multitarea, es decir, hacer cosas muy distintas en poco tiempo y cuando las hacemos, además que baja la productividad, se incrementa el riesgo de cometer errores. 

Preparar el cierre del año, contable, económico y financiero. Asistir a comidas con amigos. Atender visitas que llegan en estas fechas. Organizar actividades especiales de la empresa, atender a la familia y sus deseos en Navidad, preparar la salida al pueblo natal o la salida de vacaciones a otro país,  y una serie de más actividades que se deben priorizar, generan más ansiedad y estrés, adicional al que tiene cada uno, y esto es lo que incrementa el riesgo de errores, y aquí con nuestro tráfico desordenado y caótico, accidentes.

El mercadeo de navidad nos despierta subliminalmente falsas necesidades que nos inducen a adquirir cosas que en la realidad no necesitamos y además nos reta a no quedarnos atrás en la competencia por adquirir más cosas, incluso fuera del poder adquisitivo. 

Un banco me ofrece la tarjeta de crédito especial que me faltaba, una tienda de electrodomésticos una refrigeradora que abre las puertas automáticamente, otra el nuevo teléfono inteligente, con acceso directo a la inteligencia artificial y viajes, perfumes, ropa y carros.

Lo que recomiendan los neurocientíficos, es concentrarse en lo importante de la Navidad, pensando más en su verdadero origen focalizando el nacimiento del Hijo de Dios en el cristianismo, que priorizando al señor gordito con barba blanca, vestido de rojo, que llega de lejos en su trineo tirado por renos voladores y cargado de muchos regalos. 

Pues bien… Unos celebraremos la Navidad, Dios quiera, como decía una tía hace muchos años, “alentados”, nos intercambiaremos obsequios, quemaremos pólvora, ojala sin accidentes, cenaremos algo especial y, quizás, iremos a la misa de media noche. 
Algunos amigos y parientes, sometidos a un tratamiento médico para recuperar su salud. Otros, rebuscándose para recuperar lo mínimo después que perdieron todo con la dana y los huracanes, y también las víctimas de los conflictos en el Medio Oriente y la guerra entre Rusia y Ucrania.

Si en su casa pusieron un nacimiento, lo felicito, pues es bueno transmitir las tradiciones cristianas a las siguientes generaciones, y sobre todo a los pequeños, explicarles el sentido y la importancia de los personajes que lo protagonizan y qué sentido tiene poner el Nacimiento.

Los hechos religiosos, ni debemos olvidarlos, ni dejar de creer en ellos, independientemente de los momentos y movimientos políticos en todo el mundo. 

Si entendemos el cristianismo como un movimiento humano basado en la buena voluntad, el amor al prójimo y el respeto al derecho de otros, es el único que ha perdurado en occidente, por más de dos mil años y celebrando la Navidad, lo seguiremos manteniendo. 
Con mi agradecimiento a los lectores y a los profesionales que publican esta columna, les deseo: ¡Feliz Navidad!
Pedro Roque

Todo es más fácil y más sencillo con sentido común.

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