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Minería en Israel y El Salvador

Israel puede darse el lujo de permitir la explotación minera, por el nivel de transparencia de los contratos entre el estado y las empresas a cargo, así como los intentos para mantener en mínimos los niveles de contaminación ambiental. No se puede comparar la triste realidad de nuestro país y los estragos de la minería.

Por Teresa Guevara de López
Maestra

Una de sus desesperadas razones para justificar la ley aprobando la explotación minera en el país, el mandatario NI comparó dos países, según él, con condiciones semejantes: Israel y El Salvador tienen una extensión territorial similar: de 20,000 a 21,000 kms cuadrados. Israel con casi 10 millones de habitantes y nosotros con casi 6 millones y se mostró sorprendido por la oposición de la población a resucitar la minería, mientras Israel explota sus minas, con importantes resultados económicos.

Increíble el intento de comparar dos países con territorio y nivel poblacional semejantes, sin analizar las condiciones de uno de los estados más admirados del mundo, por su desarrollo histórico, económico y tecnológico, que lo sitúa en posiciones privilegiadas en varios ámbitos, y que comenzó su vida independiente, en el año 1948 y ha vivido constantemente en estado de guerra.

En pocos años, un territorio mayormente desértico, gracias a sus avanzados sistemas de riego y desarrollo agrícola, es hoy un vergel que le permite exportar frutas, verduras, hortalizas y toneladas de cítricos. Considerado uno de los países más desarrollados del mundo y más avanzados en tecnología, ocupa los puestos más altos en desarrollo humano, nivel de vida, riqueza por adulto y esperanza de vida. Con altos niveles de educación de su población, con excelentes universidades y grandes aportes en investigación que han hecho a muchos de sus científicos merecedores de varios premios Nobel.

Israel puede darse el lujo de permitir la explotación minera, por el nivel de transparencia de los contratos entre el estado y las empresas a cargo, así como los intentos para mantener en mínimos los niveles de contaminación ambiental, pero siempre bajo las alertas de que la minería causa severos daños en el medio ambiente y en la salud de la población, que cuenta con un excelente sistema de salud.

No se puede comparar la triste realidad de nuestro país y los estragos de la minería. Una ley emitida bajo un secretismo, por iniciativa presidencial, aprobada automáticamente por diputados puyabotones, prometiendo una minería responsable, aunque no hay estudios técnicos que lo justifiquen. Y sin escuchar las opiniones de antiguos pobladores de las zonas mineras, que todavía sufren las consecuencias de daños en su salud y en la contaminación de sus ríos. Hay persecución a los líderes ambientales que lucharon logrando la prohibición de la explotación minera. Desoyen las observaciones de técnicos de la UES y la UCA y del representante de la Coalición para vivir en un Medio Ambiente Sano (CONADAM) que asegura que los proyectos mineros se vuelven zonas de sacrificio, y que en El Salvador solo han causado daños.

Advierte la Dra. Velia Sosa, doctora en Química Analítica del Medio Ambiente y Contaminación, de la Universidad de Barcelona: “Una mina es 10 años de vita útil y décadas de contaminación”. Y la Dra. en Ciencias del Agua de la Universidad de México, Marcia Barrera de Calderón: “Para extraer un kilogramo de oro, se ocupa el agua de 155 mil habitantes, a razón de 31 mil metros cúbicos de agua por día”.

¿Cuáles son las prioridades del gobierno de NI? Vivimos en un país bendecido con copiosos inviernos, aunque gran cantidad de los habitantes carece de agua para consumo humano. Siendo un territorio tan pequeño, las vías rurales están en pésimo estado, constituyendo graves obstáculos para la movilidad por la carencia de puentes. Muy pocas poblaciones cuentan con energía eléctrica. El sistema de salud es precario, despidiendo médicos y limitando los exámenes de laboratorio por razones de ahorro. Con evidente desprecio por la educación cierran escuelas, para economizar, y con el pretexto de remodelarlas, las destruyen para luego abandonarlas, generalmente por falta de pago a la empresa constructora. ¿En qué puede el presidente comparar este país sumido en la pobreza, con el pujante Estado de Israel?

Maestra.

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