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Un río anaranjado

El mandatario afirmó que El Salvador, siendo el único país del mundo que prohibía la minería, es el país con más insuficiencia renal per cápita del mundo, aunque la triste realidad es que la incidencia de mortalidad por insuficiencia renal en el país se ha debido a la exposición de los trabajadores del campo a asolearse, y a la imposibilidad de disponer de suficiente agua potable para consumir.  Podemos pensar qué pasará cuando la explotación minera termine con la muy escasa agua de los salvadoreños.

Por Teresa Guevara de López
Maestra

Todos nos sentimos muy orgullosos de las bellezas naturales con que el Creador ha dotado a nuestro país, como un artista que escogiera los mejores colores para pintar los azules incopiables de ríos, lagos y del mar, los verdes de los atardeceres lujuriosos con celajes coloridos con que el sol se despide, y que se reflejan en lagunas y riachuelos con tonos rojizos.

En estas semanas hemos visto en las noticias el Río San Sebastián, en el Departamento de La Unión, cuyas aguas presentan un tinte anaranjado, que por desgracia no se debe a un regalo de la Madre Naturaleza, sino al daño irreversible que la ingrata mano del hombre ha dejado, como un recuerdo de la explotación minera que se dio en el país,  concesionada a empresas inglesas desde el siglo XIX, hasta el año 2017 en que se ganó una lucha por la prohibición de la minería metálica en el país y mereció alabanzas de muchos pueblos protectores del medio ambiente.

En reciente conferencia de prensa, el mandatario afirmó que la minería metálica es un hecho, y se defendió de las protestas de gran mayoría de la población por el peligro de la contaminación, con argumentos totalmente faltos de credibilidad y de sustento técnico.  Afirma que “los ríos en El Salvador no están contaminados por la minería: están contaminados por las heces fecales, las aguas negras y grises”. Es difícil creer que esa sea la causa de la contaminación del Río Anaranjado San Sebastián, ya que en las zonas rurales por la que atraviesa no debe haber sistemas de drenaje, de tuberías para aguas servidas, y pocos servicios sanitarios en una población que se nutre del agua de ríos y nacimientos.

“Toda la contaminación que aparece en las fotos no está generada por la minería, pues hasta hoy no hay minería en el país”, lo que rechaza el especialista Ricardo Navarro argumentando que los efectos nocivos de la minería son a largo plazo, y que todavía en las antiguas minas, hay contenedores de cianuro, residuos de actividades anteriores, que siguen contaminando los mantos acuíferos.  El Centro Salvadoreño de Tecnología Apropiada (CESTA) ha pedido al gobierno que muestre los documentos en los que Bukele detalla la existencia de abundante oro en el país, pues de ser falso, está creando falsas expectativas de que habrá suficiente para dar un lingote de oro a cada salvadoreño.

El mandatario afirmó que El Salvador, siendo el único país del mundo que prohibía la minería, es el país con más insuficiencia renal per cápita del mundo, aunque la triste realidad es que la incidencia de mortalidad por insuficiencia renal en el país se ha debido a la exposición de los trabajadores del campo a asolearse, y a la imposibilidad de disponer de suficiente agua potable para consumir.  Podemos pensar qué pasará cuando la explotación minera termine con la muy escasa agua de los salvadoreños.

Sin embargo, los diputados de NI siguen alabando la decisión del mandatario, olvidando que la Constitución de la República, que ellos han mancillado, establece en su Artículo 117 que es deber del Estado proteger los recursos naturales   y que, según encuestas, el 60% de salvadoreños está en contra de esa decisión que traerá muerte y más pobreza.  Nadie, ni los “medianamente inteligentes” como nos calificó Bukele, podemos creer en una prosperidad de la que solo se beneficiarán las empresas extranjeras, elegidas por el Estado, y los privilegiados que disfrutan de las mieles del poder y serán partícipes de la abundancia del oro, si es que de verdad existe.

Maestra.

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