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Migración y la tierra de las ilusiones

La migración de salvadoreños hacia Estados Unidos es el resultado natural del instinto de buscar una vida placentera y la sobrevivencia. 

Por Mirella Schoenenberg de Wollants
Nutrióloga y abogada

La migración latinoamericana hacia Estados Unidos es uno de los fenómenos sociales más relevantes del siglo XXI, y el caso de los migrantes salvadoreños no es una excepción. Esta migración ha sido impulsada por diversas causas estructurales y coyunturales que, en su mayoría, tienen raíz en las inadecuadas condiciones de vida en América Latina. Sin embargo, la creciente presencia de migrantes en Estados Unidos también ha generado una incrementada resistencia por parte de una parte significativa de la población estadounidense, que ve en estos inmigrantes una amenaza para la estabilidad económica, la seguridad y la identidad cultural del país.

Se ha dado desde hace más de cien años. Una de sus causas ha sido la incapacidad de los gobernantes de los países latinoamericanos para dar soluciones a las necesidades que surgían entre sus habitantes y a las que eran exportadas desde fuera desde inicios del siglo veinte.

Las concepciones marxistas-leninistas-maoístas con los subsecuentes conflictos armados, el narcotráfico, las reformas agrarias que destruyeron el sistema de ingresos en todas las clases sociales, y el acceso a información deslumbrante por medio de radio, televisión, cine, internet; hicieron que los latinoamericanos quisieran dejar sus lugares de origen para poder vivir en “La Tierra de las Ilusiones”, un lugar donde sus esfuerzos mentales y físicos les produjera, con certeza, la cantidad de dinero para poder vivir esa existencia que veían en las pantallas de sus televisores y computadoras. Donde poder vivir con libertad y seguridad para progresar. Las ideas políticas no importan. Había que alejarse del odio social que consumía y aún consume a los colonizados por Castilla. La inestabilidad. La delincuencia por pandillas exportadas desde Los Ángeles. 

Estudiar en la universidad no ha servido de mucho. Los salarios para los titulados son menores a lo que un vendedor del mercado genera. A puro “cuello” se logra un trabajo cuando se tiene menos de cuarenta años. Después, para afuera. Y las pensiones, de hambre. Se sabe leer y escribir, pero no se lee. Solo los títulos de las noticias en los celulares.

En el caso específico de El Salvador, el panorama es particularmente sombrío. Según un informe del Banco Mundial, El Salvador sigue siendo uno de los países más pobres de América Latina. La escasez de empleos bien remunerados, la falta de acceso a servicios básicos como salud y educación de calidad, y la falta de políticas públicas efectivas, empujan a miles de salvadoreños a buscar una vida mejor al norte de la frontera.

Aparte de lo económico, otra causa que intensificó la migración fue la violencia. El Salvador es conocido por ser uno de los países más violentos del mundo, con una tasa de homicidios que ha superado en ocasiones los 50 asesinatos por cada 100,000 habitantes. Esta violencia está principalmente relacionada con las pandillas (maras), que controlan grandes sectores del país. Nacidas en Los Ángeles, en los ochenta, con aquellos niños campesinos migrantes que tuvieron que defenderse de las pandillas de blancos, negros, mexicanos y chinos. Esta situación de violencia extrema ha obligado a miles de familias a huir, buscando protección en países más seguros, principalmente en Estados Unidos.

En este contexto de violencia y pobreza, Estados Unidos se ha visto como un refugio y una solución. Han dejado su integridad, su dinero prestado, su salud e incluso su vida para atravesar desiertos y ríos y lograr cruzar la frontera, de manera ilegal.

La resistencia de los estadounidenses a la migración

El rechazo a la migración latinoamericana en Estados Unidos no es un fenómeno reciente. A lo largo de la historia del país, los migrantes de diversas regiones han sido objeto de desconfianza y, en muchos casos, discriminación. Según un estudio realizado por el Pew Research Center, una de las principales preocupaciones de los estadounidenses es el impacto que los inmigrantes tienen en la economía y la seguridad del país. Muchos temen que los migrantes, especialmente aquellos sin papeles, compitan por trabajos que consideran para ciudadanos estadounidenses, afectando así los salarios y las condiciones laborales.

El miedo a la delincuencia es otro factor importante que alimenta la resistencia hacia los inmigrantes. En el caso de los salvadoreños, por ejemplo, la asociación de algunos de ellos con las pandillas ha reforzado el estigma de que la migración implica un aumento en la criminalidad. 

El caso de los migrantes salvadoreños: ejemplos de conducta positiva y negativa

Por un lado, muchos migrantes salvadoreños han logrado integrarse exitosamente a la sociedad estadounidense, contribuyendo significativamente a la economía y a la cultura del país. Un ejemplo de esto es Ciprina, quien llegó con su esposo para alejarse de la guerrilla de la que había sido parte. En Los Ángeles buscó información. Instaló una guardería legal en su apartamento. Obtuvo el ingreso dinerario que soñaba. Le gustaba su trabajo. No obstante, observaba como la ciudad se deterioraba a medida que llegaban más compatriotas. El alcalde les permitía poner puestos de mangos cumbias y jícamas en algunos parques...Las áreas verdes se llenaron de restos de frutos y otros desechos. La delincuencia surgió. Ciprina y su marido decidieron irse a Daisy, para alejarse de ese ambiente destructivo. Siguen ayudando a muchas familias, cuidando a sus hijos, sintiéndose útiles y productivos, viviendo con paz.

A Adán y Eva les pasó lo mismo. Se asentaron en una ciudad de California, cerca de sus familiares salvadoreños. Estos bebían cerveza sábado y domingo mientras veían partidos en enormes televisores, descamisados, gritando en la calle, aventando las latas vacías a los arriates y aceras, incomodando a los vecinos. La pareja deseaba que sus hijos aprendieran buenas costumbres, otra cultura, y no esa. Migraron a otro estado. Han progresado. El hijo mayor ya está en la universidad.

Tony y Stanley y sus primos son otros. Llegaron a Estados Unidos a los 18 años, sin papeles. A pesar de las dificultades, lograron completar educación universitaria y actualmente trabajan como ingenieros en una importante empresa tecnológica. Sus primos se alistaron en el ejército americano y sirvieron en diferentes conflictos, enarbolando la bandera estadounidense con amor y agradecimiento.

Hay miles de migrantes salvadoreños, que, a pesar de las adversidades, han contribuido positivamente al desarrollo de su país adoptivo.

Por otro lado, no se puede ignorar que algunos migrantes salvadoreños, debido a las dificultades económicas y sociales, terminan siendo reclutados por las pandillas en Estados Unidos. Este fenómeno ha sido documentado por expertos como el sociólogo Manuel Orozco. El porcentaje de salvadoreños involucrados en actividades delictivas es bajo. A mediados de los Ochenta, al ser encontrados culpables de delitos, fueron deportados a El Salvador. Aquí vinieron a crear las pandillas salvadoreñas, que luego se movieron por muchos países, generando grandes tragedias.

También están los salvadoreños que siguen con sus mismas costumbres, que no se adaptan, que no aprenden inglés, que arruinan la infraestructura de ese país, con sus ventas callejeras, que lo ven de lo más normal y que son alabadas en sus países de origen.

La deportación y el rechazo en América Latina

En los últimos años, las políticas migratorias de Estados Unidos han sido cada vez más estrictas, especialmente ahora bajo la administración de Donald Trump. Además, se están intensificando las deportaciones. 

En cuanto a la respuesta de los países latinoamericanos, el rechazo hacia los migrantes no se limita a Estados Unidos. Por ejemplo, Colombia ha sido criticada por su negativa a recibir a sus propios connacionales deportados desde Estados Unidos, a pesar de que estos migrantes también provienen de una región marcada por la violencia y la pobreza. Según un artículo de El Tiempo, el gobierno colombiano ha argumentado que no tiene los recursos necesarios para apoyar la reintegración de los deportados y que no puede permitir que estos se sumen a los problemas sociales que ya enfrenta el país.

La migración de salvadoreños hacia Estados Unidos es el resultado natural del instinto de buscar una vida placentera y la sobrevivencia. Sin un enfoque integral que aborde las causas profundas de la migración y que promueva una verdadera cooperación internacional, la situación de los migrantes continuará siendo una de las principales preocupaciones en la relación entre América Latina y Estados Unidos. La migración no se detendrá porque es una característica humana de origen genético. ¡Hasta pronto!

Médica, Abogada y Diplomada en Neurociencias

Mirellawollants2014@gmail.com

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