*Embajador de México en El Salvador
La historia que une a estos dos pueblos se remonta desde la época precolombina, pasando por la época colonial cuando los dos países sufrieron las consecuencias de ser conquistados por el Imperio español.
Tanto México como El Salvador que consumaron su proceso de independencia cronológicamente muy cercanos, con únicamente 12 días de diferencia. Dicha relación se impulsó con la anexión, por un periodo corto de tiempo, de la República Centroamericana al Imperio Mexicano, propuesta que terminó por desintegrarse en junio de 1823. Pese a esta diferencia, México mantuvo relaciones diplomáticas con la joven nación centroamericana en 1838, fecha en la que nace realmente como nación libre e independiente.
El vínculo de amistad siguió creciendo con la cooperación que los gobiernos mexicanos brindaban a El Salvador, misma que sería correspondida con la entrega de un terreno para la construcción de la delegación mexicana en San Salvador a inicios del siglo XX.
México siempre se ha mostrado como un amigo de El Salvador, incluso es sus momentos más delicados; como lo representó el extenuante apoyo que brindó tras la erupción del Volcán de San Salvador en 1917 enviando treinta mil pesos oro nacional para auxiliar a las víctimas.
En 1923, El Salvador apoyó enérgicamente el ingreso de México a la Sociedad de Naciones, mejorando todavía más la relación bilateral que llegó a su punto más optimo en 1943 cuando ambos países decidieron elevar sus representaciones a Embajadas.
Con la iniciativa de aportar a la consolidación democrática en el país y en apoyo a la creciente crisis social que se experimentaba en El Salvador, en 1981 a través de la declaración Franco-mexicana, se reconoció al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) como legítima fuerza política.
Posteriormente, y como resultado de esfuerzos realizados por México durante la guerra civil salvadoreña, el 16 de enero de 1992, se firmaron los acuerdos de paz que, daría fin a más de 12 años de conflicto armado, en el Castillo de Chapultepec en la Ciudad de México, siendo este uno de los hechos contemporáneos más importantes para la relación fraternal de El Salvador y México.
Los lazos de amistad se reforzaron en 1993 tras la creación de la comisión Binacional entre México y El Salvador que se tradujo en una red de mecanismos para la cooperación bilateral.
Es importante destacar el apoyo brindado a El Salvador para atenuar los daños producidos por distintos desastres naturales, como los terremotos de enero y febrero de 2001, enviando un contingente de 543 personas entre especialistas en rescate y atención a víctimas, asimismo, años después, en 2005, tras los desastres ocurridos por el “Huracán Stan” en El Salvador, el gobierno de México apoyó con recursos al gobierno salvadoreño.
Además, en 2016 se aprobó el Fondo de Infraestructura para Países de Mesoamérica y el Caribe (Fondo Yucatán), a través del cual, El Salvador se benefició, con proyectos de infraestructura: dos puentes con la frontera de Guatemala y dos tramos de la carretera al puerto de la Libertad.
Asimismo, tomando en cuenta la problemática que representa la migración irregular, no solo para México, sino también para El Salvador y la región, se desarrolló en 2019 los proyectos “Jóvenes Construyendo el Futuro” y “Sembrando Vida” con el fin de dar oportunidades laborales a los jóvenes y agricultores previniendo así los movimientos irregulares y peligrosos de jóvenes rumbo a México y Estados Unidos.
Como fruto de las estrechas relaciones de ambas naciones, en 2022 el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, visitó el país, con el presidente Nayib Bukele acordaron continuar los programas a mencionados con aportaciones de ambos gobiernos.
Tras tantos años de relación, México más que un socio estratégico para El Salvador, este es un amigo, con quien siempre ha existido un ambiente de cordialidad, respeto y amistad entre estas dos naciones hermanas, misma que crece año tras año dando pasos firmes en un futuro próspero y esperanzador como quedó demostrado con la reciente visita del mandatario mexicano, quedando así fortalecidos los vínculos; por un lado, y reafirmaron su interés en fortalecer los principios de no intervención, autodeterminación de los pueblos y cooperación internacional ante los retos globales, regionales, subregionales que actualmente enfrenta la comunidad internacional.