El pasado 3 de junio falleció Jürgen Moltmann a los 98 años. Junto con Karl Barth y Rudolf Bultmann fue uno de los grandes teólogos protestantes del siglo XX. Sus trabajos y obras poseen gran importancia e influencia en la sistematización teológica cristiana de las últimas décadas. Moltmann era una persona humilde y nunca se consideró un gran teólogo. Veía a Barth y a Bultmann como fundadores de escuelas teológicas en tanto que a sí mismo se describía como alguien que solo hacía «breves aportaciones sistemáticas a la teología».
En 1985 publicó su libro «Dios en la creación: una teología ecológica de la creación». En este libro Moltmann desarrolló su teología con el objeto de que fuera profundamente relevante para los desafíos ecológicos contemporáneos. Parte por establecer la relación de Dios con el mundo creado y la naturaleza. Dios es distinto de la creación, pero también está presente en ella. La creación no es solo un evento del pasado sino un proceso continuo en el que Dios sigue involucrado hasta el presente. El Espíritu es la fuerza vivificadora que infunde vida, mantiene y renueva la creación.
Moltmann no consideraba la creación solo como la suma de sus elementos, sino que los veía con un sentido de comunidad. Los seres creados están interrelacionados no solo entre ellos, sino también con Dios. El ser humano, como parte de la creación, también participa de esa interdependencia. En consecuencia, hay implicaciones éticas,
especialmente en términos de cómo los seres humanos tratan al medio ambiente y a otras formas de vida. La destrucción de la naturaleza es una agresión al sentido de comunidad de la creación. Por tanto, el abuso de la naturaleza es un pecado contra Dios y contra la creación, de la cual es parte el resto de la humanidad.
Es una muestra de extremo egoísmo cuando un grupo de personas depredan la creación para acrecentar sus fortunas. Es una situación que las iglesias no deberían tolerar sino más bien denunciar e invitar a un arrepentimiento. Moltmann llamaba a las iglesias a promover la justicia ecológica y la sostenibilidad, insistiendo en la responsabilidad de los seres humanos de cuidar la creación.
Siendo Moltmann conocido como el teólogo de la esperanza, no era posible que en la sistematización de su teología de la creación dejara por fuera ese elemento. Esto se traduce en una visión de la creación que está orientada hacia el futuro, hacia la redención y la renovación. Si se cree que los seres humanos serán redimidos y ellos son parte de la creación, no debe quedar duda entonces de que toda la creación también ha de ser salvada. La creación está en camino hacia su cumplimiento final en la nueva creación prometida por Dios. El mismo énfasis que las iglesias empeñan en la salvación de las personas deberían ponerlo también en la redención de la creación.
El dolor y la tragedia presentes en la naturaleza encuentran la respuesta en la esperanza de la promesa de redención y renovación. La cruz y la resurrección de Cristo son centrales para entender cómo Dios se involucra en el sufrimiento del mundo y trabaja en su redención. Dios no es un ser distante que contempla indiferente cómo el ser humano contamina y destruye, por el contrario, Él trabaja en la redención de su creación y llama a su Iglesia a convertirse en su aliada en la tarea de llevar las buenas nuevas. Existe una visión esperanzadora de la relación de Dios con la naturaleza que subraya la responsabilidad humana de cuidarla, inspirados en la promesa de un futuro redimido y renovado.
Ingeniero / pedroroque.net