Sí, nosotros mismos, no imagino que Dios es quien nos mandó las lluvias por diez días seguidos, que decidió que tuviéramos un “Día del Padre” mojado, cientos de personas evacuadas en los albergues, rebalse de canales, casas y calles inundadas, crecidas en las quebradas y ríos desbordados, reses arrastradas por las inundaciones, deslizamientos de tierra, derrumbes, accidentes de tránsito, mucha basura y tierra arrastrada al mar, y lo peor, personas fallecidas y sus familiares que los lloran.
Y cuando digo “nosotros somos”, me refiero a los humanos, que nos hemos empezado a autodefinir y a sentirnos, como el “ser del reino animal” más destructor de los ecosistemas, como que si no viviéramos en ellos y no los necesitáramos. Sin darnos cuenta, o sí, seguimos destruyéndolos y poniéndonos la soga al cuello y poco a poco, nos la vamos apretando.
Y esta condición no solo afecta a las personas y sus bienes, sino también al funcionamiento de los sistemas de educación, de salud, de distribución de agua, de electricidad y de tráfico, pues todos colapsaron.
Desde que tengo uso de razón cuando llueve fuerte pedimos clemencia a Dios, como que si Él fuera quien nos ha mandado esos fenómenos extremos.
Con los pies sobre la tierra, lo que debemos hacer es reorientarnos de lo correctivo a lo preventivo en todo lo que respecta a estos fenómenos, en lo político, la protección de los ecosistemas, la previsión económica para la construcción de infraestructuras y pasar de las urgencias, actuaciones heroicas y arriesgadas, al planteamiento preventivo y mejora de los sistemas, que aquí, por falta de visión, previsión e inversión, son endebles y fácilmente colapsan. En el sistema educativo se cierran las escuelas, en el sistema de carreteras caen árboles y se producen deslizamientos, derrumbes y accidentes de todo tipo de vehículos. Y si ya se sabe, por ejemplo, cuáles son los lugares que siempre se inundan, se debieran evacuar a las personas antes, que la situación se complique.
Este ciclo monzónico del Pacífico distorsionó también a las industrias, pues hubo que declarar un día adicional de asueto, asumiendo su costo en el PIB, que aunque es lo menor en términos humanos, -no sé en cuánto se calcula un día laboral en términos de PIB- al final y como todos los gastos correctivos tiene su influencia y suma. Quizás los economistas pueden calcular y asesorar sobre cuánto costó este fenómeno y cuánto sería la inversión preventiva en los próximos diez años.
Imagine que en los Países Bajos en Europa no hubieran tomado las medidas preventivas hace cincuenta y más años, todos los años el mar les inundaría y los costos serían inmensos. Ellos, inteligentemente, invirtieron y siguen invirtiendo en prevención.
El cambio climático es una realidad, por la propia naturaleza de la tierra, pero según los científicos del clima, también por los millones de toneladas de CO2 y otros gases con efecto invernadero, los millones de toneladas de plástico y basura en la tierra y en los océanos.
En la portada de EDH de este jueves se publicó la foto de 300 toneladas de basura y plástico que en Acajutla, el mar nos devolvió en una noche. Como dicen los marineros: “El mar no se queda nada que no es suyo” y con el tiempo nos devolverá las islas flotantes de basura que juntas son más grande que Australia, cuando por algún fenómeno inesperado, las corrientes del mar cambien su dirección.
Esta semana aprobaron en el parlamento de la Unión Europea la “Ley de restauración de la naturaleza” que impone a los gobiernos de la UE, reparar los ecosistemas en un 20%, de aquí al 2030 y todos los ecosistemas degradados para el 2050.
Aquí, mientras sigamos polucionando, tirando todo por doquier y actuando correctivamente, los efectos del cambio climático serán más graves, y la soga en el cuello del país, nos la iremos apretando más.
Ingeniero/ pedroroque.net
Todo es más fácil y más seguro consentido común.