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En primera línea

Jóvenes estudiantes, deben recordar que nuestros errores se llaman vidas humanas, hombres, mujeres y niños que confían sus vidas a ustedes, y a diferencia del error de una secretaria, que basta tirar al cesto de la basura el dictado y volver a empezar, una vida humana se debe cuidar y valorar como la propia. En el momento en que ustedes vean en el rostro de un paciente, quizá la faz de su madre, habrán cambiado al mundo, lograron ser uno solo con el paciente.

Por Ricardo Lara
Médico

La pandemia cambió al mundo y lamentablemente la medicina sufrió un ataque artero de un letal virus que se llevó a la mejor gente.


En ese tramo de oscuridad, de incertidumbre y de un futuro incierto se permitió que el estudiante de medicina se convirtiera en un empleado más de un hospital y no en aquel estudiante que debe leer y leer, involucrarse con cada renglón de un libro de pediatría, de medicina interna y tantos más para al momento de su graduación, salir preparado y laborar donde fuese, pero no sucedió así; todo lo contrario, hubo un desánimo y un conformismo en que las universidades no jugaron un papel vital en la formación académica de sus estudiantes, se les abandonó a su suerte, tristemente desperdiciaron su tiempo y ahora tenemos promociones de médicos mal preparados, ¡con muchas necesidades de reforzamiento!

Y queda en ustedes, jóvenes estudiantes , la obligación de seguir en esa eterna preparación académica; la profesión de medicina no termina al momento de la graduación sino que el médico es un infinito lector, un investigador acucioso, un estudiante perpetuo pues no se puede culpar a una universidad, ya que no será ella la que estará junto a ustedes cuando trabajen en un lugar remoto y tengan frente a un paciente en grave estado de salud. Serán ustedes los responsables de la vida de ese paciente y solo su juez conciencia les hará recordar si su preparación fue excelente o sencillamente lo único que se deseaba era pasar, creer que ser médico es el culmen de las profesiones o, lo peor, creer que harán dinero como resultado de su buena o mala preparación.


Jóvenes estudiantes, deben recordar que nuestros errores se llaman vidas humanas, hombres, mujeres y niños que confían sus vidas a ustedes, y a diferencia del error de una secretaria, que basta tirar al cesto de la basura el dictado y volver a empezar, una vida humana se debe cuidar y valorar como la propia. En el momento en que ustedes vean en el rostro de un paciente, quizá la faz de su madre, habrán cambiado al mundo, lograron ser uno solo con el paciente. Pero no basta solo eso sino que la lectura, el aprendizaje nunca termine y debido a ese lapso donde la academia dio paso a la labor, queda en ustedes ser los únicos responsables de su futuro; no escatimen tiempo para hacer de la medicina el arte que es.


Luchen con denuedo, respeten al paciente y no intenten buscar las respuestas o el diagnóstico acertado en un táctil, sino en su mente, en su archivo personal, en ese repetir y repetir hasta que todo parece encajar; sin embargo o por desgracia, la preparación de médico vive y muere con él, no hay tal cosa que una vez se cuelga el título de médico, se logró el objetivo, no; el propósito del médico es lograr llegar a su objetivo y sanarlo, recuperar al paciente y en el peor de los casos, acompañar y dar ánimos a la familia que pierde a un ser querido.

Un médico no puede poner un espejo frente a él, no, se debe mimetizar con el dolor, y poco a poco con el paso de los años entendemos que llorar no es ser débil sino humano, que cerrar el consultorio y llorar cuando sabemos que un paciente o una enfermera amiga perdió la batalla es normal, no es debilidad, es todo lo contrario, es ser humanos y nunca dioses.


Deben sus codos tener callos de tanto leer, sus ojos cansinos deben mostrar la fatiga de ese desvelo, la ausencia de salidas es sinónimo de éxito y debemos entender que la meta del médico no es ni el dinero ni el ego, sino el deber cumplido, la vida salvada, el diagnóstico certero.


Hoy más que nunca se debe preparar el estudiante de medicina para ser el mejor, no uno más sino el mejor y que sea cada día de sus vidas “el Día del Médico”, que hagamos honor a nuestra carrera, que entendamos que somos iguales y que en esa sencillez no debemos escatimar esfuerzos por dar lo mejor de nosotros en beneficio de un mundo mejor todo ello esta en nuestra formación y al final del día en nuestra vocación.


Médico

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