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La separación de poderes y el efecto Lucifer

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Por Manuel Hinds
Máster Economía Northwestern

Hay mucha gente que cree que la doctrina de la separación de poderes, una de las bases principales de la democracia liberal, el sistema político que prevalece en todas las sociedades desarrolladas del mundo, es una pura abstracción sin ninguna consecuencia práctica en un mundo lleno de problemas como en el que vivimos ahora en El Salvador, en donde la eliminación del crimen de las maras se ha usado para justificar la eliminación de los derechos individuales, cuya ausencia (y las consecuencias de esa ausencia, como la captura de inocentes de estos y otros crímenes y la creación de una estructura de poder omnímodo en el país) es tomada como un “daño colateral” de la obtención de un objetivo que tiene prioridad máxima. ¿Y qué? ¿Qué le importa a la gente que algunas personas sufran injustamente si de esta manera el país se está liberando del crimen y la violencia? Eso sólo les importa a los que los capturan injustamente y la gente piensa que eso nunca le pasará.


Las personas que así piensan harían bien en leer un poco de historia o por lo menos sobre el “efecto Lucifer”, un efecto documentado por Philip Zimbardo, un profesor de sicología de la Universidad de Stanford, en su libro El Efecto Lucifer: El porqué de la maldad (Barcelona, Paidos Ibérica, 2012). Zimbardo, que creció en una zona violenta de Nueva York, fue testigo de mucha malevolencia generada por pandillas criminales. En ese tiempo también estaban frescas las terribles experiencias de los regímenes nazis y comunistas, en las que personas aparentemente normales y bien portadas de pronto sacaban un lado terriblemente destructivo que había hecho posibles los horrorosos crímenes de los nazis y comunistas. Él creció con esa pregunta: ¿Cómo es que las personas se vuelven malévolas? ¿Cómo, por ejemplo, un país que había alcanzado el pináculo de la cultura y la ciencia, como Alemania, la gente que había logrado esta hazaña también podía haber cometido los crímenes del nazismo?

Zimbardo decidió a principios de los Setenta contestarse esta pregunta a través de un experimento. Zimbardo decidió probar si era cierto que la destructividad surgía de la pobreza y centró su experimento no en las circunstancias sociales de los que ejercían y sufrían la destructividad sino en la distribución del poder entre ellos.


Él tomó un grupo de alumnos de Stanford, todos de la misma clase social, económica y política, y los distribuyó al azar en dos subgrupos en una cárcel ficticia. Un subgrupo eran los policías que cuidaban la cárcel, y el otro eran los prisioneros. En esta cárcel no había ninguna autoridad, como jueces o abogados, que pudieran contradecir al supervisor de la cárcel, que era el mismo Zimbardo, que les dio a los policías toda la autoridad para que hicieran lo que quisieran. El poder ilimitado transformó en pocos días a estos pacíficos estudiantes en unos monstruos que trataron de torturar a sus prisioneros y que no lo hicieron sólo porque Zimbardo cortó el experimento antes de tiempo para evitar los abusos que se iban volviendo cada vez más siniestros. Como el famoso Luzbel, los estudiantes que hacían de policías se fueron creyendo dioses y se transformaron en Lucifer, dando el nombre al experimento.


Esto no debería de sorprender a nadie porque fue para evitarlo que se inventó la separación de poderes: para evitar que los que tienen el poder se crean dioses y abusen de su poder. Esta lección está en la base de la democracia liberal, que es un sistema que asegura que, sin importar el fin, los medios, los derechos individuales, serán respetados, porque no hay fin que justifique al mal. En América Latina, y especialmente en El Salvador, esta lección se ha olvidado. Por este olvido, el abuso totalitario del poder es el próximo capitulo que viene en la historia de estos países. Esto no va a durar algunos años sino varias décadas, y dejará una herencia de terror en la región. Quizás esa sea la única manera de aprender.


En una conferencia que di en FUSADES a mediados de 2011, cuando me hicieron miembro honorario de la institución, observé el mal camino que el país ya llevaba en términos de irrespetar los derechos ciudadanos en favor de lograr una utopía imaginada por algunos que se creían con el derecho de dictarle a los demás, cité unos versos de un poeta soviético llamado Naum Korzhavin, que resumen el efecto Lucifer y la experiencia que la humanidad entera ha adquirido al imponer los fines por encima de los medios:


¿Cómo pudo haber pasado a pesar de nuestras aspiraciones? En qué maldito año o mes
Se abrió la puerta al enemigo…
Esa cínica frase “en el nombre de”
Significando que cualquier cosa es permisible Si, en teoría, lleva hacia el bien.
¡Mal en el nombre del bien!
¡Quien pudo inventar tal sinsentido!
¡Aun en el día más oscuro!

¡Aun en la lucha más sangrienta! Si el mal es animado,
Triunfa en la tierra…
No en el nombre de algo
Sino en el suyo propio

Máster en Economía

Northwestern University

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Dictadura Lucha Contra La Corrupción Opinión

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