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La luz de la Resurrección

Y la razón detrás de estas tragedias es que nuestro gobierno tiene prioridades muy distintas a las necesidades del país.  Se cierran escuelas, se reducen los presupuestos en educación, no se valora la labor de los maestros, manteniéndolos con salarios indignos de la delicada labor que desempeñan, y se niega el ingreso a estudios superiores gratuitos, al recortar el presupuesto de la Universidad Nacional. Y que el negar a la población más necesitada el acceso a servicios de salud, despidiendo médicos y manteniendo los hospitales en condiciones precarias, redunda en cientos de niños desnutridos, sin acceso a vacunas, a mujeres embarazadas sin la posibilidad de ser atendidas de manera adecuada.

Por Teresa Guevara De López

El mundo entero celebra con inmenso gozo la Resurrección de Cristo, una luz que se encendió durante la Vigilia Pascual del Sábado Santo, y que al iluminar todos los cirios en todas las iglesias del mundo, nos llenamos de esperanza al repetir que Cristo, después de padecer para redimir al mundo, ha vencido al pecado y a la muerte y nos recuerda que Él es el Camino, la Verdad y la Vida y nos espera en el cielo, donde está a la derecha del Padre.

Tal vez nunca, como ahora, se necesita recordar que la Resurrección del Señor, representa esa luz que tanto necesitamos, ante las tinieblas que rodean este mundo, donde los hombres han olvidado ese mandato del amor, que como herencia nos dejara Jesús, tras la Última Cena, donde nos dejó el regalo de la Sagrada Eucaristía para quedarse para siempre con nosotros.

Es triste comprobar que en el mundo parece que el odio ha triunfado sobre el amor, el rencor ha eliminado al perdón, y el testamento que Cristo nos dejara de “amaos los unos a los otros” ha sido olvidado por un estilo de vida en que el amor al prójimo ha sido sustituido por la idolatría al dinero, al poder y a la satisfacción de intereses mezquinos.

El Papa Francisco, desde su lecho de enfermo y en sus escasas apariciones al salir del hospital, ha enfatizado la necesidad de recordar a todos los hombres el principio cristiano de la caridad, de ver en el prójimo, en el hermano necesitado, al mismo Cristo.  Pero es un doloroso contraste que precisamente en este tiempo, pareciera que el odio hacia los más débiles se ha exacerbado, con las ingratas persecuciones contra los migrantes indocumentados, muchas veces sin haber cometido delito alguno, sino el ser parte de una raza que no se cuenta entre los privilegiados.

Es una realidad que el fenómeno de la migración es consecuencia de una serie de factores cuyo denominador común es la falta de oportunidades, como es evidente en el caso de El Salvador.  Es triste comprobar que cuando se anuncia una feria de empleo, las colas de las personas con currículum en mano, sobrepasan al número de posiciones ofrecidas.   Que hay cientos de profesionales que dedicaron años de su vida y esfuerzos de todo tipo para completar una carrera universitaria, se conforman trabajando como taxista o en labores de limpieza, porque es lo que hay.

Y la razón detrás de estas tragedias es que nuestro gobierno tiene prioridades muy distintas a las necesidades del país.  Se cierran escuelas, se reducen los presupuestos en educación, no se valora la labor de los maestros, manteniéndolos con salarios indignos de la delicada labor que desempeñan, y se niega el ingreso a estudios superiores gratuitos, al recortar el presupuesto de la Universidad Nacional. Y que el negar a la población más necesitada el acceso a servicios de salud, despidiendo médicos y manteniendo los hospitales en condiciones precarias, redunda en cientos de niños desnutridos, sin acceso a vacunas, a mujeres embarazadas sin la posibilidad de ser atendidas de manera adecuada.

La Resurrección de Cristo debe ser un rayo de esperanza para todos los que afirmamos nuestra fe, reconociendo al mismo Jesús en nuestros hermanos más necesitados, para cumplir con el mandato del amor, que es la clave para que el mundo tenga la paz, tan deseada y que pareciera estar tan lejos de poderse alcanzar. 

¡Feliz Pascua de Resurrección para todos!

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