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El oro no vale más que la vida

Las cuentas galanas de Bukele, de que la extracción minera traerá millones de dólares que beneficiarán a la población, merece compararse con el dato de México, que calificado como el  #9 entre los 10 países con más oro en el mundo, todavía el 50% de su población se mantiene en estado de pobreza.

Por Teresa Guevara de López
Maestra

Para sorpresa de los salvadoreños, la empresa estadounidense gestora de inversiones Van Eck reveló que Bukele manifestó su intención de revertir la prohibición de la minería metálica, en una plática sostenida el 15 de noviembre. Bukele destacó las importantes reservas de oro sin explotar existentes en el país, sosteniendo que esta riqueza crearía miles de empleos, financiaría infraestructura impulsando el desarrollo de economías locales, haciéndolo de manera responsable.

Según él, hay estudios que afirman que sólo en el 4% del área potencial, identificaron 50 millones de onzas de oro, valorados en $131,565 millones, lo que equivale al 380% del PIB de El Salvador.  Y califica de absurdo que este país sea el único en el mundo que prohibe la minería metálica, aunque en 2012 celebró la victoria salvadoreña contra Pacific Rim, que  logró la prohibición de la minería en 2017, y que en su invisible Plan Cuscatlán mencionó la necesidad de implementar normativas ambientales, como la prohibición a la minería metálica. Parece ser su costumbre mentir para luego contradecirse con otras mentiras.

Luego de 12 años de lucha de las comunidades donde mineras extranjeras pretendían explotar metales, y que sufrió el asesinato de 4 ambientalistas, se aprobó la Ley de Prohibición de la minería, gracias al apoyo de diversas organizaciones medioambientalistas que demostraron  con sólidos argumentos científicos, el peligro que supondría para la vida y salud de los salvadoreños, pues el proceso supone la trituración de la roca y echarla en grandes depósitos con agua con cianuro o mercurio, lo que contamina el suelo, el agua, el aire, la biodiversidad y la salud de la población. La fotografía de un río en La Unión, completamente contaminado por las minas de San Sebastián, es una prueba irrefutable. 

En 2017, durante la discusión para lograr la prohibición contra la explotación de minería metálica, algunos periodistas cuestionaron al entonces arzobispo de San Salvador, Monseñor Fernando Sáenz Lacalle, sobre su parecer en el controvertido tema, a lo que él respondió: que como arzobispo, su misión era meramene espiritual, y no tenía por qué involucrarse en ese tipo de temas.  Pero podía responder como profesional, pues antes de ordenarse como sacerdote, se graduó como químico, y habiendo trabajado en varias empresas en España, considera totalmente nociva la explotación minera que contaminaría las aguas del Río Lempa y sus afluentes.

Según criterio basado en importantes estudios,  no existe forma responsable de explotación minera metálica  en territorios pequeños con poblaciones cercanas.  En Costa Rica y en Guatemala ha habido protestas contra la minería. La mina cerca de nuestra frontera con Guatemala que  está contaminando el Lago de Güija, demuestra   la pasividad del gobierno de NI ante la amenaza para la salud de la población, la más vulnerable, que reside en las cercanías.  Andrés McKingley, investigador internacional en estos temas calificó esta industria como una amenaza para las principales fuentes de agua del país, esenciales para el abastecimiento de agua potable, generación de energía y producción agrícola.

Las cuentas galanas de Bukele, de que la extracción minera traerá millones de dólares que beneficiarán a la población, merece compararse con el dato de México, que calificado como el  #9 entre los 10 países con más oro en el mundo, todavía el 50% de su población se mantiene en estado de pobreza. Tal vez el beneficio en este delicado negocio sea para las empresas extranjeras y sus accionistas locales, pues para el bukelismo es evidente que el oro vale más que la vida.  ¿Será por eso que los cinco ambientalistas de Santa Marta están nuevamente en prisión?

Maestra.

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