Yuval Noah Harrari explica en su último libro “Nexus”, publicado en septiembre de 2024, la evolución que ha provocado que poderosas redes de información se construyan sobre la base de falsas ilusiones, fantasías crueles y mentiras, haciendo que con la “ingente cantidad de información que tenemos a nuestra disposición, somos tan susceptibles a la fantasía y al delirio como nuestros antepasados más lejanos”.
En El Salvador, tal fenómeno ocurre y continuará expandiéndose y profundizándose durante el bukelato, que va desde el idolatría de divulgar que el líder mesiánico que está en línea directa con Dios, que tiene origen y sabiduría divina, hasta aceptar como normal la rampante y enorme corrupción que caracteriza al régimen.
En efecto, parte de la propaganda del bukelato ha consistido en imponer, a través de bufones, una cínica y grosera normalización de la corrupción, que se expresa en grotescas justificaciones como “todos roban, dejen que Bukele también robe”, “no importa que robe, al menos él hace algo”, “él logró la seguridad, así que nos vale que robe”, “él ya era millonario, así que no robará tanto”, “él se merece esos lujos”, etcétera.
Por supuesto que nada, absolutamente nada justifica la corrupción, sobre todo en un país pobre como El Salvador, simple y llanamente porque LA CORRUPCIÓN MATA, ya que el desvío o el despilfarro de fondos públicos impide la adecuada prestación de servicios públicos como acceso a la salud, derecho a la educación, desarrollo del agro y tantas prioridades descuidadas durante el bukelato.
A pesar de las perniciosas consecuencias de la corrupción, la propaganda del bukelato está provocando que la población admita aquélla con normalidad, como algo consustancial al ejercicio del poder público, como algo “natural”.
Así, veamos algunos de los más aberrantes casos de corrupción durante el bukelato:
- El ocultamiento de la información sobre los miles de millones de dólares utilizados durante la pandemia de covid-19, incluyendo la no explicación de construcción del “hospital más grande de Latinoamérica”, que luego quedó en “el vacunatorio más grande de América”, para terminar, en la realidad, en bodega o en centro de troles.
- El ocultamiento de la información sobre cientos de millones de dólares ocupados para la fracasada y ridículo mundial de implementación del bitcoin como moneda de curso legal, incluyendo la compra de millones de dólares en tal activo especulativo, que ni siquiera sabemos ni cuánto ha sido lo gastado, ni tampoco a nombre de quién está; como la absurda construcción de casetas y colocación de cajeros, que ahora solo sirven para que los perros callejeros se protejan del sol o de la lluvia.
- El ocultamiento de millones de dólares gastados en la remodelación -más bien, destrucción- del Palacio Nacional y sus alrededores, al solo efecto de montar un escenario guarro para que el líder mesiánico, disfrazado de rey moro y rodeado de soldados con capa, iniciara formalmente como dictador de El Salvador.
- La reciente compra de un helicóptero de lujo para uso exclusivo del líder mesiánico, a pesar de que el país sufre importantes carencias en salud y educación.
- El injustificado crecimiento patrimonial de la familia gobernante, que con tal de parecerse a la élite social y económica del país, ahora son dueños de fincas cafetaleras, exportadores de café gourmet, propietarios de fincas con vistas al lago de Coatepeque y, por supuesto, con fondos públicos, viajan en vehículos blindados que cambian cada año y, ahora, estrenando helicóptero.
- Reciente viaje a Argentina, acompañado de comitiva de adoradores idólatras, en avión privado, y siempre disfrazado de rey moro.
En un país aceptablemente democrático, cualquiera de esas acciones provocaría un escándalo nacional, una reacción social, pues esos desvíos y despilfarros son un insulto para la población más vulnerable del país e, incluso, para la clase con trabajo formal como los empleados públicos.
Y es que, en efecto, bajo el falso alegato de hacer más eficiente la administración pública, se anuncian millonarias reducciones en los presupuestos de salud, educación y seguridad, se suspende la aplicación de los escalafones en el sector público de salud y educación, pero Casa Presidencial y el ejército se repartirán en 2025, solo en aumento de presupuestos, más de ochenta millones de dólares.
Eso significa que según las “prioridades” del bukelato, sí hay dinero para viajes lujosos, espectáculos con luces led, capas para soldados, pero no hay dinero para la mejora de las instalaciones de las unidades de salud y hospitales, ni para equipamiento de establecimientos de salud, ni para abastecimiento de medicinas, ni para paquetes escolares, ni para pagar la pensión “universal” -en la realidad, casi simbólica- para los ancianos más pobres de los municipios más pobres del país.
Así, para los adoradores del disfrazado de rey moro, ellos gustan de decir: “Más fusiles, más balas, más caviar para el jefe; y menos medicinas y menos libros para los pobres”.
Pues, todo ese mundo irreal es ahora justificado y aceptado por una población que ha admitido y aceptado como válida la corrupción, que celebra y vitorea la delincuencia por parte de los gobernantes.
Por ello, parte vital de la propaganda del bukelato es alterar los valores sociales y, por tanto, presentan como “bueno” lo que es apariencia, reparten mentiras a diestra y siniestra, declaran que la única “verdad absoluta” es la voluntad del líder en línea directa con Dios.
Frente a tales aberraciones, a los ciudadanos con pensamiento crítico tocará continuar con la denuncia contra tales despropósitos aberraciones y, además, repensar y descubrir nuevas formas de comunicación, construir nuevas redes de información que superen la propaganda de la dictadura.
Sabemos que la frustración con la incipiente democracia y la propaganda han provocado que la población esté hipnotizada por un régimen no solo fantasioso sino también cruel con los pobres, al extremo que el bukelato promueve los antivalores, así que deberemos crear una red que impide la consolidación y la expansión temporal del bukelato.
Abogado constitucionalista