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Recordando a Enrique y Ana

Estos funcionarios no sienten vergüenza de decir públicamente tantas mentiras, que solo personas ingenuas e ignorantes pueden creer, pero que nos hace a todos recordar la simpática canción de Enrique y Ana: “Vamos a contar mentiras, tra, la, la.”

Por Teresa Guevara de López
Maestra

Los que peinamos canas recordamos a este dueto español cuyas canciones encantaban a nuestros hijos.  Un Enrique adolescente, de alta estatura, que cantaba con Ana, una encantadora niña, ambos con voces privilegiadas, pero con unas canciones de música  pegajosa y letra simpaticada. Una de las favoritas era  “Vamos a contar mentiras, tra, la, la. Vamos a contar mentiras”, que parece haber servido de inspiración a muchos de nuestros actuales funcionarios.

Con mucho aplomo, el diputado Christian Guevara aseguró sentirse plenamente satisfecho de que las elecciones de magistrados de la CSJ y del TSE, fueron totalmente transparentes y según mandato constitucional.  Cree que los ciudadanos somos tan tontos como para no darnos cuenta de que su interés era poner en tan delicados puestos a personas totalmente sumisas al régimen.  Hacer una comedia de las entrevistas, sin publicar las hojas de vida de los candidatos, ni las razones que los hicieron idóneos para desempeñarse como magistrados.

 Una vergüenza aceptar la candidatura para magistrado del TSE de la presidente de la Corte de Cuentas,  que explícitamente prohíbe la Constitución. Pero fabricaron el chanchullo interrumpiendo la plenaria para que la candidata renunciara a la presidencia de la CCRS y poder  elegirla para presidir el TSE.  Recordamos que la elección de esta señora para la CCR también estuvo amañada por su evidente pertenencia a NI como candidata a diputada, lo que la inhabilitaba para el cargo. Todo transparente, pero contando mentiras.

Ante el escándalo causado por las grabaciones comprometedoras de Alejandro Muyshondt (QEPD), el presidente de la Asamblea afirmó con toda contundencia, que no era su voz la que se escuchaba, sin darse cuenta de que la excusa era imposible de creer por muchas razones, algunas de ellas técnicas e irrefutables. Y su insistencia en asegurar el ahorro que está haciendo la Asamblea, como política de austeridad, al disminuir el número de diputados y rebajarse los $13,000 de que antes disfrutaban, gracias a una jalada de aire del presidente, revelan que la mentira tiene siempre patas cortas.

En  Argentina, Bukele presumió de las maravillas que su gobierno está realizando, convirtiendo al país en el más seguro de América. Y sus proyectos de mejorar la economía en este su segundo mandato inconstitucional, pues no hay desempleo ni en turismo, ni en construcción ni en agricultura, sin decir que no existe apoyo al agro, que los agricultores no están sembrando, pues el gobierno es su principal competidor al importar granos básicos del extranjero, que  venden a precios menores que los producidos localmente, por el alto costo de los insumos y el nulo apoyo del gobierno para paliar los daños del cambio climático.

 Aunque los ingresos por turismo han aumentado, El Salvador está lejos de convertirse en un destino turístico rentable, los hoteles y restaurantes tienen problemas para contratar personal adecuado, que domine el inglés y esté preparado en atención al cliente, nociones de etiqueta y protocolo, que se encuentran en otros países tan cercanos como Guatemala y Costa Rica.

Miles de ciudadanos pueden desmentir las descaradas afirmaciones de los funcionarios que deberían velar por los derechos humanos, ante el maltrato de los capturados bajo el régimen, y los muertos en las cárceles, pero mintiendo ante instancias internacionales, que las cárceles son un modelo.  Y las constantes mentiras de las autoridades de educación, prometiendo nuevas escuelas y demoliendo las existentes, dejando a los niños recibir clases en champas. Fue muy reveladora la declaración de una humilde mujer en Usulután, pidiendo que en lugar de darles bolsas de alimentos, mejor les reparen las bardas para que el agua no inunde sus hogares.

Estos funcionarios no sienten vergüenza de decir públicamente tantas mentiras, que solo personas ingenuas e ignorantes pueden creer, pero que nos hace a todos recordar la simpática canción de Enrique y Ana: “Vamos a contar mentiras, tra, la, la".

Maestra.

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