¡JUELA!... como cabía esperar, el bukelato impuesto en el país desde hace más de cinco años, ahora reforzado por una reelección presidencial inconstitucional, está mostrando, ya casi sin caretas y salvo vulgares mentiras y propaganda para ilusos, su real perfil, por lo que, como dice un buen amigo, sobre lo que nos espera a los salvadoreños con la consolidación de la dictadura: “lo peor está por venir”.
Y es que, en efecto, los salvadoreños sufriremos cada vez más los efectos nocivos de la dictadura del bukelato, la que actualmente se caracteriza, en esencia y entre tantos aspectos abominables del régimen autocráticos, por tres caracteres: MUERTE, CORRUPCIÓN y MISERIA.
Ocuparíamos varios tomos para reseñar con detalle todos los elementos execrables del bukelato -desde el mal gusto, pasando por la vulgaridad, hasta muertes bajo la tutela del Estado-, pero no es baladí consignar algunos de esos elementos, sobre todo que en las últimas semanas se han hecho públicos algunos de los eventos que demuestran, más allá de cualquier duda razonable, lo repugnante que el régimen del bukelato. Veamos algunas “cositas”.
Sobre la MUERTE, basta enlistar las siguientes tragedias, padecidas en carne propia por miles de salvadoreños:
- Centenares de salvadoreños -más de 300- fallecidos bajo la tutela del Estado, incluyendo mujeres y niños, sea por torturas, sea por ausencia de atenciones médicas, tanto en reclusorios como en hospitales e, incluso, al asesor en seguridad pública del dictador, después de hacer pública información sobre corrupción y narcotráfico en esferas estatales.
- Centenares de desapariciones forzadas, pues no se informa a las familias de los detenidos, ni sobre el lugar donde está recluida la persona, ni sobre los motivos de la detención, ni sobre el estado de salud, ni siquiera si está vivo o muerto.
- Torturas, abusos y permisión de delitos en los centros de detención -en realidad, campos de concentración-, como palizas con macanas; mantenerse arrodillados por horas, desnudos o bajo la lluvia; no suministro de comida por varios días (basta ver el estado de los detenidos al salir de las cárceles o ser llevados a hospitales, mientras a los pandilleros en el CECOT no les deja de llegar su “delivery”); no atención médica; violaciones y agresiones sexuales cometidas por custodios penitenciarios; simulación de ejecución extrajudicial; etc.
- Miles de detenciones ilegales, incluyendo niños y niñas, ya que la mayoría de las restricciones de la libertad se realizan sin orden judicial ni administrativa, con violación del derecho a la inviolabilidad de la demanda (que es un derecho que no está formalmente suspendido, pero en los hechos sí lo está), y por exclusiva decisión del policía o soldado.
- Creación de una nueva esclavitud en El Salvador, como el propio dictador lo reconoce, cuando en un reciente post en X (antes Twitter), además de asegurar que los pandilleros nunca saldrán de la cárcel, afirmó -de modo expreso- que en las cárceles salvadoreñas hay 48,000 presidiarios “no violentos”: eso significa, entonces, que el dictador mismo reconoce que durante el bukelato se ha detenido a miles de salvadoreños de comunidades marginales, no por ser criminales violentos, sino para servir como esclavos en los proyectos que a él le interesan, como hacer unas espantosas jardineras y pilas en el centro de San Salvador.
Queda pendiente mucho que relatar sobre la POLÍTICA DE MUERTE que el bukelato aplica, pero en razón de espacio, pasemos al tema de la CORRUPCIÓN; sin embargo, con franqueza, la ristra de denuncias, investigaciones sobre la corrupción -desde toda perspectiva y en cualquier ámbito- es inabarcable, pues el dictador, su círculo familiar y sus secuaces más cercanos se están dando “re-gusto” con todas sus arbitrariedades, ya que la corrupción alcanza cotas inimaginables (ojalá algún periodista de investigación o un investigador solicita lleve “cuenta” de esa larga lista).
Por eso, sin posibilidad de abarcar todo lo abyecto del bukelato, veamos algunas de las corruptelas más evidentes y más costosas para los salvadoreños:
- Designación, en cargos públicos, de personas notoriamente incapaces para ocupar el cargo (la Ministra de Salud aseguraba que no había problema en beber agua chuca; o el Presidente del Banco Central de Reserva no cumple con los requisitos legales; etc.).
- El ocultamiento sobre los miles de millones de dólares -sí, miles de millones de dólares-gastados bajo la excusa de la pandemia; por ejemplo, en lugar del hospital más grande de América Latina, se gastaron millones de dólares en construir una galera sin ningún impacto positivo para los salvadoreños; el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) nunca proporcionó datos sobre las cuentas de millones de dólares gastados bajo la “sombrilla” del el Fondo de Emergencia, Recuperación y Reconstrucción (FERRE), sobre todo con relación con compras hechas a empresas de dudosa reputación; nunca se investigó por el Estado -o, más bien, se protegió, como con sus viajes con amigas- el negocio que el director de Centros Penales -con ayuda de su mamá- hizo con relación a la venta ilegal de arroz, maíz, frijoles y aceites destinados a los afectados por la pandemia; o, como recientemente se ha expuesto por investigación periodística, el pago de millones de dólares a una “sociedad” de un paraíso fiscal, por toneladas leche en polvo ¡que nunca no se recibieron en el país.
- No sabemos ni cuánto ni cómo se ha gastado hasta ahora en el sonoro fracaso -y ridículo mundial- de la implementación del bitcoin como moneda de curso legal en el país.
¡Juela!…inclusive siendo bondadoso, la lista de los elementos repulsivos del bukelato es inconmensurable, así que, ni modo, tal circunstancia me obliga a escribir segunda parte de esta colaboración.
P.D.: ¿ya saben del diputado que quizá se cree de raza aria, étnicamente superior, y que implícitamente está en línea de proponer la aplicación de pensamiento nazi en El Salvador? La otra semana les cuento.
Abogado constitucionalista.