“Contar pisto frente al pobre” es un dicho que se explica por sí solo, y que todos hemos oído y aplicado en diferentes circunstancias. El niño que recibió de regalo una nueva bicicleta, y presume de tener otras dos, frente al bichito que juega en la calle, imaginando que una caja de cartón es una nave espacial. O los selectos invitados que comen y beben hasta saciarse en una elegante recepción, y se dan el lujo de dejar comida en los platos, mientras los meseros piensan lo felices que serían su mujer y sus hijos que se conforman con la tortilla con frijoles.
Hoy este dicho adquiere características institucionales, ante el derroche de recursos que el bukelismo realiza ante la mirada expectante de muchos salvadoreños que dependen de una canasta básica cada día más inalcanzable. Contraste entre las recepciones en CAPRES, y las de la residencia presidencial en Coatepeque, recientemente remodelada con ayuda de soldados, que esperan que algún día el presidente se acuerde de los que votaron por él.
La construcción de la versión guanaca de los Jardines Colgantes de Babilonia ha generado justas críticas e indignación de semejante desperdicio de recursos. Un muro de 700 metros de largo en la Avenida Jerusalén, adornado con jardines verticales con impermeabilización del muro, instalación de infraestructura metálica para las macetas, método de riego por goteo, páneles solares, y tierra para las plantitas, regadas a diario con manguera. Trabajo realizado por empleados del MOP y de la ASA, Autoridad Salvadoreña del Agua, con un costo de medio millón de dólares. Aquí el agua abunda, aunque miles de salvadoreños carecen de ella.
No se atienden las quejas de la comunidad Las Neblinas en Panchimalco, que llevan 70 años esperando tener agua, y deben gastar hasta $100 mensuales para comprarla. Llenan barriles con agua de las pipas, y para purificarla, le echan gotitas de lejía. Algunos logran comprar agua purificada. Los vecinos comentan que a mediados de junio, ANDA instaló dos tanques con capacidad para 10 metros cúbicos de agua, que muy pronto se agotó y ANDA no volvió para abastecerlos.
Dramática historia que se repite a todo lo largo y ancho del país, en zonas abandonadas por el gobierno, que a pesar de múltiples quejas y solicitudes no han tenido respuesta. En una colonia de Cuscatancingo la ruptura de una tubería de agua potable de ANDA formó una cárcava que afectó los cimientos de varias casas. Cuentan los propietarios, que cerca de las 2 de la mañana se escuchó un estruendo como de terremoto. Pronto notaron el hundimiento de los cimientos de las viviendas y grietas en las paredes. A pesar de que avisaron a ANDA, el agua corrió por más de 24 horas, y cuando llegaron los trabajadores rellenaron con tierra la cárcava, y pidieron a los vecinos que ellos compraran una vávula que les costó $250, aunque al día siguiente la tubería se rompió de nuevo, y el agua comenzó a salir a través de la cerámica de los pisos. Nueva intervención de ANDA, poniendo una llave, que pronto estalló por haber sido mal instalada y el agua siguió corriendo. Los damnificados se preguntaan si el gobierno se hará cargo de pagar por los daños causados.
Y mientras tanto, la Autoridad Salvadoreña del Agua ocupada en los jardines colgantes, producto del capricho de un gobernante empeñado en disfrazar de lujo, a un pueblo que se debate en la pobreza, que se siente totalmente abandonado por un gobierno muy alejado de las necesidades de la población más vulnerable, especialmente en servicios de educación y salud. ¿Cuántos millones más derrochará el bukelismo en este quinquenio inconstitucional frente a millones de pobres que se mueren de hambre?
Maestra.