Aunque escribo el jueves, este artículo se publicará el domingo 2 de junio, un día después de la toma de posesión de un presidente, en un acto prohibido en varios artículos de nuestra Constitución y que se logró gracias a la falta de patriotismo de muchos funcionarios involucrados: la Asamblea NI que se estrenó el 1° de mayo de 2022, destituyendo (sin tener la potestad) a los magistrados de la Sala de lo Constitucional y al Fiscal; los nuevos magistrados obedientes, que se inventaron la manera para permitir la reelección, y los magistrados del TSE que inscribieron al candidato, que ayer tomó posesión, a pesar de que la Constitución es clara al definir “que no debía permanecer ni un día más en el ejercicio de la presidencia”.
Así comenzamos un nuevo capítulo en la historia de El Salvador, con funcionarios que al tomar posesión de sus cargos en 2019, juraron cumplir con la Constitución y que la Patria se los demande si juraron en falso. Así, al comenzar este nuevo período de bukelismo, la Asamblea de NI autorizó a la próxima legislatura para reformar la Constitución de acuerdo con las directrices del mandatario, pasando así nuestra Carta Magna a la categoría de papel desechable, un instrumento dedicado a satisfacer los caprichos de quienes detentan, ilegítimamente, el poder.
No tenemos Constitución, ni separación de poderes, ni un Estado de Derecho que regule y controle a los gobernantes, y gracias al estado de excepción, ya permanente, permita a los ciudadanos ejercer sus derechos. Es evidente que para gobierno de NI, la educación es el mayor enemigo de una dictadura, que permita a los gobernantes mantenerse indefinidamente en el poder. Es mantener al pueblo en la ignorancia, agradecido a sus gobernantes las bolsitas con alimentos, de dudosa calidad y procedencia, dinero en efectivo, bonos agrícolas insuficientes, rodeados de una grandiosa propaganda, de que estamos construyendo un nuevo El Salvador.
La Universidad Nacional, sostenida por el Estado para que las clases más necesitadas tuvieran acceso a una educación universitaria, se ha convertido en un hotel para beneficio del gobierno” y que según la nueva Ley de Educación Superior, recibirá un presupuesto, según disponibilidad de fondos, lo que equivale a la muerte de la UES, sin clases presenciales, sin gratuidad y con una deuda millonaria con proveedores, ya que el Ministerio de Hacienda le está haciendo pagos con cuotas que son una vergüenza. Aunque el candidato en 2019 les prometió el presupuesto más alto de las universidades del Istmo.
La remodelación del Centro Histórico, para disimular la realidad de nuestra pobreza, ha demostrado que nuestros gobernantes carecen de la más elemental cultura y sentido de lo estético. El parque de diversiones chino, llamado BINAES, aunque no hay libros y causó la destrucción de un elegante edificio, seguido del sacrilegio perpetrado con la destrucción de los pisos antiguos del Palacio Nacional, tesoro que terminó como ripio en una quebrada, y el traslado exprés de una araucaria centenaria y simbólica, que ha sido motivo de comentarios indignados de los especialistas en la materia, por los serios daños sufridos en la corteza del árbol, son la evidencia que los que planearon, ejecutaron y se enorgullecen de semejantes destrozos, carecen totalmente de conocimientos de historia, de arte, de arquitectura, pero su ignorante soberbia no les permite pedir consejo a los que de verdad saben porque tuvieron el privilegio de estudiar.
Así comenzamos un nuevo período presidencial sin Constitución, sin educación y sin cultura. ¡Que Dios se apiade del valiente y sufrido pueblo salvadoreño!
Maestra