Las falsedades y engaños que se difunden en las redes sociales constituyen un desafío importante para la sociedad. En el pasado se han documentado atrocidades motivadas por la difusión de noticias falsas. Hay personas para quienes no existe una frontera entre la burbuja de las redes sociales y la vida real. Para ellas, las mentiras y los memes no son solo una tontería del mundo virtual, son realidades que creen sin dudar y sobre las que deciden actuar.
El desvanecer las mentiras que se difunden por las redes es una tarea muy difícil. Alberto Brandolini, un informático italiano, lo ha expresado de manera sumaria en lo que se ha llamado la Ley de Brandolini: «La cantidad de energía necesaria para refutar falsedades es un orden de magnitud superior que la necesaria para producirlas». En otras palabras, es más fácil crear falsedades o tonterías que desmentirlas. Esta ley es especialmente relevante en el contexto de la desinformación y la propagación de mentiras en internet.
¿Por qué es tan fácil engañar a las personas? Brandolini da las siguientes razones: en primer lugar, el sesgo de confirmación, por el cual las personas se inclinan a buscar y aceptar información que confirma sus ideas preexistentes. En segundo lugar, el efecto de la novedad, las noticias falsas con frecuencia son presentadas de manera sensacionalista o sorprendente, lo que las vuelve más propensas a ser compartidas en las redes sociales y a captar la atención de las personas. En tercer lugar, los algoritmos de las redes, que priorizan contenidos que generan más interacciones, quien se interesa por contenidos falsos, recibirá muchos más de las redes. Finalmente, la polarización política, en sociedades polarizadas las personas están más inclinadas a creer y difundir información que respalde su afiliación política, incluso si es falsa.
Por lo contrario, enfrentar la desinformación demanda estrategias que no son fáciles de completar y que requieren de un tiempo considerable. Entre esas estrategias se encuentra el desarrollo del pensamiento crítico, es decir, educar a las personas para que evalúen de marea crítica la información que encuentran en línea. Otra estrategia es la verificación de las fuentes, animar a verificar la confiabilidad de las fuentes de información. Otra medida es la alfabetización mediática, enseñar habilidades para comprender cómo funciona la información en los medios y cómo se puede manipular. Finalmente, otra estrategia es la educación en tecnología, ayudar a las personas a comprender cómo se propagan y se difunden las mentiras en línea.
La difusión y la aceptación de noticias falsas es el resultado de una interacción compleja de factores psicológicos, sociales y tecnológicos. Para abordar el problema, de acuerdo con Brandolini, hay que enfocarse en la educación. Pero este es un esfuerzo que requiere tiempo, inversión y persistencia. Por su parte, la elaboración de una mentira sensacionalista puede hacerla una sola persona sin mayor inversión ni tiempo. La batalla es muy desigual y de allí lo que declara la ley con relación a que se requiere mucho más esfuerzo desmentir las falsedades que originarlas. Las tergiversaciones requieren mucho más tiempo para refutarlas o verificar los hechos de lo que lo requiere afirmarlos en primer lugar.
¿Significa entonces que no es posible vencer las mentiras de las redes? Si se trata de hacerlo por la misma vía, el de las redes, según la ley de Brandolini, resulta sumamente difícil. Pero la mentira puede ser derrotada en una dimensión diferente: la de la realidad. La verdad es invencible y siempre termina por prevalecer. Se usen los ardides que se quieran, siempre las personas llegarán a conocer la verdad. Pero hay un precio que pagar. Para recibir la verdad, las personas deben chocar con la realidad. Es lo que ha ocurrido en aquellos casos en que, llevados por las mentiras de las redes, algunos cometieron delitos que han incluido agresiones, acoso o vandalismo. Ahora, en prisión, han despertado a la verdad de las cosas.
Para recibir la verdad, las personas deben estar preparadas. Y lo que prepara a las personas es el dolor. En la vida real los principios no pueden ser manipulados. El disloque entre el mundo virtual y el real produce el traspié que prepara a las personas para la verdad.
Pastor General de la Misión Cristiana Elim.