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El astuto...

“La astucia es el oscuro santuario de la incapacidad” Felipe Stanhope de Chesterfield

Por Óscar Picardo Joao

Astuto es definido por la RAE como: Agudo, hábil para engañar o evitar el engaño o para lograr artificiosamente cualquier fin. Su etimología proviene del latín astutus con el mismo significado (astuto, agudo, hábil de mente, incluso para la trampa y el engaño). Este adjetivo se deriva de un viejo vocablo latino astus (astucia, agudeza mental, trampa), sin claros paralelos en el mundo indoeuropeo y de raíz poco conocida.


Al astuto, según el contexto, también se le conoce como: listo, pícaro, perspicaz, agudo, despierto, sagaz… “vivo”. Lamentablemente, tiene peor reputación ser transparente que ser astuto y misterioso. Y ese es solo el principio de los males. El astuto observa las situaciones y personas, no es predecible. Como diría William Hazlitt: “Astucia es el arte de ocultar nuestros propios defectos y descubrir las debilidades de los demás”.


Por su parte, el concepto de inteligencia (del latín intelligentia o intellectus, que a su vez provienen del verbo intellegere; inter («entre») y legere («leer, escoger»), ha evolucionado y se ha redefinido muchas veces en la historia de la humanidad. Han existido múltiples definiciones y categorías taxonómicas; desde Platón o John Lock, pasando por las corrientes del estructuralismo(Titchener), funcionalismo (James), psicoanálisis (Freud), Gestalt (Wertheimer y Köhler), Conductismo (Watson), hasta llegar a los aportes de desarrollo cognitivo constructivista de Piaget y Vigotsky y a las neurociencias contemporáneas Gardner, Levine, Deheane, entre otros.

La Asociación Estadounidense de Psicología (American Psychological Association o APA en inglés) tiene una definición más profunda de inteligencia: “Los individuos difieren los unos de los otros en habilidad de comprender ideas complejas, de adaptarse eficazmente al entorno, así como el de aprender de la experiencia, en encontrar varias formas de razonar, de superar obstáculos mediante la reflexión. A pesar de que estas diferencias individuales puedan ser sustanciales, éstas nunca son completamente consistentes: las características intelectuales de una persona variarán en diferentes ocasiones, en diferentes dominios, y juzgarán con diferentes criterios. El concepto de “inteligencia” es una tentativa de aclarar y organizar este conjunto complejo de fenómenos”.


En resumidas cuentas: Inteligente es aquel que sabe adaptarse o escoger, lo cual le permite elegir las mejores opciones para resolver una cuestión. La astucia, en cambio, se encuentra relacionada con la sagacidad, la sutileza, el ardid, la treta, la artimaña y la habilidad para engañar o evitar el engaño y lograr un objetivo.


Suele haber una sobrevaloración de ciertas capacidades y competencias, y solemos confundir astucia con inteligencia…; inteligente es el que sabe adaptarse o utilizar los medios para un bien mayor o trascendente, astuto es el que saca ventaja y aprovecha las circunstancias; inteligente es el que ha superado con razonamiento, ética y capacidad los desafíos educativos en la mayor cantidad de niveles posibles, astuto es el que confunde éxito con dinero o poder y siempre busca los atajos. La verdad es que en el reino de los ciegos, el tuerto suele ser el rey…


La académica Trinidad Silva Irarrázaval publicó un artículo en la UNAM titulado: “La astucia en la conceptualización platónica de Sofía”, en él afirma: “La astucia y, en general, la competencia intelectual que designa la Sofía o el saber no están naturalmente asociadas con la aprobación moral, sino que merecen justificarse”.

No hay juicios inquisitivos de “ajedrez de un paso”, pero sí una jugada de captura “al paso”, pero entender esto necesita cultura y erudición; no hay “jugadas maestras” en mentes limitadas y poco educadas, puede haber en todo caso uso del miedo para impresionar o reprimir; no hay “Caballos de Troya”, cuando las circunstancias no tienen la estatura de un objetivo estratégico y cuando ni siquiera han leído a Homero, solo hay pequeñas traiciones y luchas de poder.


También son astutos son los que hacen tercera fila en el tráfico, los que no respetan las filas, los que se saltan la barda en la menor oportunidad, los que asumen puestos y cargos para los que no tienen la formación adecuada, los que utilizan mal el poder creyendo que es eterno, los corruptos, los que callan o tienen miedo, los que imparten justicia o juzgan para beneficiar a alguien de modo conveniente, los que se burlan de los débiles, los que ocultan o manipulan la verdad. ¿Son demasiados los astutos…? Probablemente sí.


¿De dónde surge la astucia? De un entorno que no es sano, en dónde para sobrevivir o sobresalir tienes que pisotear a otros; en dónde imperan pseudo valores: dinero, conveniencia, compadrazgo, viveza, etcétera. El astuto es educado en determinado contexto, el astuto imita, tiene sus referentes, asimila, practica; no necesita recorrer el camino ético del esfuerzo o sacrificio; no necesita estudiar mucho…


La mayoría de gángsteres, criminales, narcotraficantes y políticos corruptos han sido muy astutos; no han tenido la necesidad de estudiar mucho, sino de utilizar ciertas herramientas de terror, oportunismo, violencia, represión, chantaje o simplemente pagar para escalar. Los astutos suelen tener un club de fans que les veneran, aplauden o celebran sus jugadas de astucia.

En las diversas encuestas que aplicamos en el Centro de Estudios Ciudadanos (CEC) de la Universidad Francisco Gavidia (UFG) es notorio cómo las personas con escolaridad más baja suelen acercarse a las posturas más absurdas o irracionales de los temas explorados. Probablemente estos ciudadanos son los que más confunden astucia con inteligencia.


Disclaimer: Somos responsables de lo que escribimos, no de lo que el lector puede interpretar. A través de este material no apoyamos pandillas, criminales, políticos, grupos terroristas, yihadistas, partidos políticos, sectas ni equipos de fútbol… Las ideas vertidas en este material son de carácter académico o periodístico y no forman parte de un movimiento opositor.


Investigador Educativo/opicardo@asu.edu

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