La III Guerra Mundial está en el libreto de operaciones, por no decir que ya ha dado inicio. Las infernales consecuencias poco importan a los amos del terror, ya encubierto o en los campos de batalla. Las mechas detonantes están en algunos países testaferros del sureste europeo y del suroeste asiático, entre otros ya victimizados. Ante este nefasto escenario de la bestia apocalíptica expandiéndose por el Orbe, la indefensa Humanidad exige el fin de esta siniestra e inhumana escalada hacia la hambruna, el desastre y genocidio. La Organización de Naciones “Desunidas” poco puede hacer ante los directores de escena de esta sombría tragicomedia. De la misma manera que existe un tribunal de límites territoriales en La Haya, debiera existir un tribunal, con poderes universales, que concilie la feroz batalla del “Hombre Lobo del Hombre” contra Natura y contra Dios. Los arsenales de guerra invaden el planeta. Entretanto la Paz -como salvación de la Especie y las civilizaciones- es el santo cordero del sacrificio. Poco puede hacer la amenazada humanidad, sino exigir ante la Historia el fin de la extorsión nuclear y guerras económicas entre potencias, que usan el sofisma del credo político, social o religioso para realizar la tragedia escénica. ¡Pax in Orbis! Amén.
El mundo exige el fin de la extorsión nuclear
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