Antares escribió en Surya Dvïpa versos que hablaban del silencio de la felicidad que nos da el amor. Esto junto a Vid, la insular joven adivina que se enamoró de la luminosa sombra mensajera. Vid, la vidente, podía ver la luz de su alma extranjera. “¿Cuéntame cómo venciste al fantasma de la esfinge de la leyenda?” -preguntaba al iluminado. Uno de los pocos que escapó a su embrujo, poniendo ante la bestia un espejo, a fin de vencerla con su mismo desdichado mirar. “Si un día soñaras despierta ser feliz y en tu sueño se presentara la maldita cantora, no le mires a los ojos —recomendaba a su amada. Porque si lo haces, la fatídica criatura dejará tu dulce sueño en tinieblas. Y si pronuncia el enigma de la felicidad, no digas palabra alguna. Porque la misma y mayor dicha no se puede expresar con palabras, sino en silencio. Calla. De esa manera habrás de vencerla. Porque ella -en el fondo- es malvada, precisamente por haber perdido la felicidad o nunca haberla conocido. ” La misma dicha que pronuncia y nos enseña el silencio, sólo con su quietud. Porque es al Silencio hacia donde nos conduce finalmente el amor y la palabra, haciéndonos saber que es desde allí desde donde emerge y que sólo el mismo mutis o elipsis la hace posible.” (CII) <de “La Esfinge Desnuda” -C.B.>
El silencio de la felicidad
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