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El pájaro azul de ayer de alas rotas, volando en las alturas

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Por Carlos Balaguer |

Mostrando su reino de todo lo perdido, Ira lo fue describiendo al arquero errante: “Ese artista que pinta estrellas, gaviotas y hermosos amaneceres, fue en el mundo un ciego que nunca vio la luz del día. Aquel pájaro azul que vuela en las alturas, fue antes un ave desdichada a quien rompieron sus alas... La gaviota libre en lo alto, conquistando el mar, fue en vida un triste prisionero que pasó largos y eternos años en la mazmorra fría... Finalmente —concluyó Ira— esas estrellas que brillan en los cielos de Ym, es la luz de todas las lágrimas de aquellos que sembraron llorando su alegría.” Kania no olvidaría Irania -aquella tierra de divina y alucinante alegría. Como de igual manera a su fiel amigo —cortador de espigas y destinos, de sueños y de rosas... El arquero se despidió del suelo de Ym, el reino de la muerte. Era una vez más que dijera adiós, en su tan largo viaje a los montes. Cuando la barca perdida en la neblina de Olín, llegó finalmente a Sheva, Kania lucía un rostro de repentina eternidad. Al despedirse de Ira, se abrazaron como dos hermanos. Como se abraza la vida y la muerte, la noche con el día, el sueño y la verdad, la dicha y el dolor, la realidad y la ilusión. (LVII) <de “La Esfinge Desnuda” -C.B.>

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