Disclaimer o descargo de responsabilidad es un aviso legal redactado con un texto que suele evitar a organizaciones, empresas y establecimientos, responsabilidades jurídicas y/o demandas por daños y perjuicios relacionados con su actividad. Desde el punto de vista jurídico, suele ser una exención de responsabilidad de algún tipo.
En el contexto político y social que vivimos desde el 1 de mayo de 2021 de limitada inseguridad jurídica, y sobre todo en una coyuntura de “Estado de Excepción” hemos observado un deterioro progresivo de la institucionalidad democrática.
Si bien la “guerra es contra las pandillas”, el entorno de hostilidad y el amenazante lenguaje político gubernamental ha alcanzado a otros actores y sectores: Periodistas, defensores de Derechos Humanos, académicos, cooperantes, investigadores, sindicalistas, empresarios, etcétera. Inclusive se ha llegado a criminalizar la tradicional marcha de 1º de Mayo de los trabajadores…
En este contexto antagónico, consideré importante redactar un disclaimer para calzar mis artículos a partir de esta fecha y hasta que las condiciones vuelvan a la normalidad; y el texto es el siguiente:
Disclaimer: Somos responsables de lo que escribimos, no de lo que el lector puede interpretar. A través de este material no apoyamos pandillas, criminales, políticos, grupos terroristas, yihadistas, partidos políticos, sectas ni equipos de fútbol… Las ideas vertidas en este material son de carácter académico o periodístico y no forman parte de un movimiento opositor; e intentamos respetar la libertad de opinión, los puntos de vista de los demás y tratar con respeto a minorías o grupos excluidos. Toleramos muy poco la irracionalidad, la estupidez y el fanatismo aunque respetamos sus ideas. Sí creemos y defendemos que la educación es la solución…
Soy columnista formal desde 1994, es decir 28 años generando opinión pública, y creo que lo hemos hecho desde una perspectiva muy responsable, fundamentando las ideas en datos, abordando generalmente temas educativos y políticos; con mucho respeto y seriedad, con la mejor de las intenciones.
Últimamente, muchos de mis lectores, de un modo afable, me han advertido que sea cauto y mesurado en lo que escribo; que el entorno político actual es muy complejo y poco tolerante a la crítica. Por honestidad debo decir que nunca he recibido presiones de funcionarios de gobierno por lo que escribo, aunque el presidente de la República me etiquetó hace un par de años como “loco” en Twitter por nuestro trabajo en época de pandemia; lo que me llevó a cerrar mi cuenta por la cantidad de ataques de troles en esta red social.
Nunca he prestado mi espacio de opinión a nadie, mucho menos a intereses políticos; nunca he recibido un cinco por escribir, ningún medio de comunicación en dónde he escrito o escribo me han pagado sueldo u honorarios.
Jamás un jefe editorial me ha censurado o presionado por escribir sobre algún tema; ni me han solicitado defender o atacar a nadie. Orgullosamente nunca he sido “pluma pagada” o “plumífero”. Suelo utilizar mi espacio de opinión para proyectar un pensamiento eminentemente “académico”, basado en datos y evidencia; generalmente para exponer ideas educativas, hacer pensar al lector y proponer ideas o soluciones a los problemas de nuestro país.
Obviamente no siempre tenemos la razón, nos podemos equivocar; y de hecho en 2009 utilicé una columna para pedir disculpas a mi editor -de grato recuerdo- Alfonso Salazar, por un yerro en cierta apreciación política. La opinión siempre será “doxa”, un punto de vista subjetivo o personal, no una verdad absoluta o definida.
Los artículos de opinión o columnas, suelen proponer puntos de vista o ideas para despertar cierto interés en la opinión pública al tratar algunos temas o problemáticas en primera persona. Buscan influir o generar debates, o al menos situar sobre la mesa fenómenos que pasan desapercibidos u obviados por gobiernos, empresas, comunidades o ciudadanos.
El periodismo de opinión (editoriales y columnas) parte de la retórica y la argumentación, es un género literario, es subjetivo, tiene implicaciones sociológicas e ideológicas, y junto con las caricaturas, presentan un punto de vista interpretativo de la realidad.
La taxonomía de columnistas es muy amplia; hay de todo, algunos más ideologizados que otros, conservadores, liberales, de izquierdas o derechas, empresariales o con ideas comunistas, religiosos, agnóstico o ateos; también descubrimos una ideolóectica o estilos diversos en el manejo del lenguaje, desde textos muy formales, académicos hasta enfoques muy coloquiales o populares.
¿Y plumas pagadas…? Puede haber, y creo que son pocos y me imagino que ya sabe a dónde escriben o cómo se pueden identificar, es fácil. Debe ser triste el oficio de escribir a sueldo, sin libertad de pensamiento y en una línea definida de la cual no se puede salir o disentir.
Resulta triste o lamentable tener que llegar a este momento de pensar y redactar un disclaimer para calzar los artículos, algo tan lamentable e inaudito como necesario, en estos tiempos de poca democracia…
Investigador Educativo/opicardo@asu.edu