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Ilopango y el apocalipsis

No obstante el bello paisaje resultante, en su momento la explosión arrojó a la atmósfera ochenta y siete kilómetros cúbicos de piroclastos. Es posible que la emisión de sulfatos llegara a doscientos millones de toneladas, colocando a la explosión en Ilopango entre las diez mayores de las que la Tierra ha sido testigo entre los últimos siete mil años.

Por Maximiliano Mojica
Abogado, máster en leyes

No deja de ser curioso cómo una megaerupción volcánica dio paso al hermoso lago en el que cotidianamente surcan pangas cargadas de turistas bamboleándose al ritmo de la melodía “Apulo mamá”; pero la realidad es lo que ocurrió hace siglos en el volcán que ocupaba el lugar del lago: hizo que cambiara la historia de la Tierra para siempre.


De acuerdo con los registros arqueológicos del Norte de Europa, en algún momento a finales del siglo V de nuestra era en toda el área de Europa del Norte se descubrió un notable y brusco declive en el número de asentamientos humanos, tumbas, granjas y cultivos -que típicamente constituyen los indicadores más fiables de actividad humana-. Para el caso, en muchas regiones de Suecia central y meridional se produjo un abandono casi total de los asentamientos humanos que habían estado habitados durante milenios.

Los arqueólogos no daban con la razón del abandono casi total de un milenario modo de vida. Se buscaron explicaciones tales como emigraciones masivas a otras regiones -al estilo de lo que se supone ocurrió con los mayas-, hasta las más rocambolescas como la vieja confiable, actividad de los extraterrestres. Pero la realidad era que ese súbito abandono de las tierras del Norte tenía una explicación más mundana, terrible y curiosamente cercana a los salvadoreños: una megaexplosión volcánica.


En el análisis medioambiental de muestras de hielo obtenidas en Groenlandia y la Antártida, se identificaron capas significativas de aerosoles y sulfatos, típico material resultante de erupciones volcánicas. Por otro lado, el análisis de los anillos de los árboles reveló que existió un período caracterizado por una notable reducción en el crecimiento de los bosques en grandes extensiones del planeta. De la misma forma, las muestras de polen indicaban una regresión de los bosques y una pérdida de tierras cultivadas en ese mismo período de tiempo.


De esos estudios surgió la teoría del “Gran Cataclismo”. Derivado de los modelos climáticos se concluyó que en algún momento entre los años de 536 y 540 de nuestra era, hubo una erupción volcánica sin precedentes en el Lago de Ilopango. Fue una explosión tan grande que el volcán entero se volatilizó, dejando una especie de hoyo en el suelo (caldera volcánica) que eventualmente se llenó de agua para formar ese hermoso lago que permite a los salvadoreños disfrutar de un apacible espejo de aguas templadas.


Pero no obstante el bello paisaje resultante, en su momento la explosión arrojó a la atmósfera ochenta y siete kilómetros cúbicos de piroclastos. Es posible que la emisión de sulfatos llegara a doscientos millones de toneladas, colocando a la explosión en Ilopango entre las diez mayores de las que la Tierra ha sido testigo entre los últimos siete mil años.


Cuando las eyecciones y los aerosoles de dióxido de azufre alcanzaron la capa inferior de la estratosfera, el efecto fue devastador. Una neblina vaporosa bloqueó la luz del Sol impidiendo que penetrase el calor, mientras que, por la noche, el cielo brillaba con luces multicolores. El efecto fue similar a un invierno nuclear con un desastroso efecto principalmente para esas frías regiones, en las que ya de por sí la vida cotidiana era un reto.
Los árboles no se desarrollaban, los frutos morían, las plantas se marchitaban y una época de un invierno crudo, anticipado y prolongado se empezaba extender por las tierras del Norte. Se estima que sus efectos se prolongaron durante tres años.


Las granjas quedaban vacías porque sus habitantes o bien morían o emigraban, lo que sobrevivían combatían entre sí por lo que quedaba. Las estimaciones de la pérdida de seres humanos en Escandinavia derivada del evento llegan hasta el cincuenta por ciento de la población de la época, decenas de miles de personas murieron de hambre como consecuencia de que las principales fuentes de alimento dejaron de existir.


Los efectos psicológicos en la población escandinava fueron tan extremos que la tragedia dio paso al mito, de ella nació el concepto del Ragnarök: el juicio final. El apocalipsis escandinavo, en el que los dioses y los hombres desaparecerían para siempre…todo ello, derivado de una mega explosión volcánica ocurrida a miles de kilómetros de distancia de sus hogares, en un país tropical cuya existencia, aún hoy, es desconocida para la mayoría de los descendientes de la brava raza de los vikingos, que el extinto volcán de Ilopango contribuyó a forjar.


Abogado, Master en leyes/@MaxMojica

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