Los costosísimos XXIV Juegos Centroamericanos y del Caribe han sido otra plataforma de propaganda para el actual “candidato a la presidencia” por el partido NI. Y cada día, con incansable perseverancia, iremos viendo nuevos anuncios de leyes aprobadas, préstamos solicitados y decisiones tomadas, basado todo eso no en la conveniencia nacional, sino en agrandar aún más la polémica figura del Candidato NI, engatusando a las mentes juveniles y a quienes, por ignorancia, aceptan como ciertas las más grandes mentiras que con absoluta desfachatez se publican.
Mientras, nuestro país, lejos de mejorar, está cada día más emproblemado. Pero eso no lo quiere ver la mayoría de nuestra población, empecinada en tragarse el discurso gubernamental como si fuera la Sagrada Palabra. Por eso, quiero poner de ejemplo un hecho que, por sí mismo, demuestra que no todo lo pasado fue malo, como permanentemente nos repiten, ni tampoco lo bueno ha surgido a partir de 2019, con la llegada al poder del actual régimen.
Porque hasta la saciedad hemos escuchado que los XXIV Juegos Centroamericanos y del Caribe, San Salvador 2023, han superado todo lo anterior. Hasta el presidente de Centro Caribe Sports, emocionado profundamente en su idolátrica admiración hacia el presidente salvadoreño, los calificó como “los mejores juegos de la historia”, preparados en tiempo récord y con los más altos estándares internacionales para tales fines. Y, claro, se supone que, si una autoridad como esa lo dice, así es en realidad. Y quienes no conocen nuestra historia, embobados ante tanta maravilla, consideran que, efectivamente, nuestro país vio la luz como nación apenas en 2019.
Sería bueno que todas esas personas busquen información sobre los XIX Juegos Centroamericanos y del Caribe, El Salvador 2002, durante el período presidencial del Lic. Francisco Flores, contra quien se cometió un “asesinato del nombre”, como se llama al hecho de que, debido al odio y la envidia del entonces presidente Funes - ahora huyendo de la justicia - se le denigre sin que pueda defenderse y se nieguen todos sus méritos, que fueron muchos, entre ellos la organización de los Juegos mencionados.
Los XIX Juegos se celebraron del 23 de noviembre al 8 de diciembre de 2002, toda una proeza, si recordamos que nuestro país sufrió dos devastadores terremotos, en enero y febrero de 2001. La adecuación y realización de todo el evento costó 65 millones de dólares (imposible saber cuánto costaron los de 2023). Participaron 4,301 atletas de 35 países, compitiendo en 38 disciplinas, de las cuales vela, hockey, ráquetbol y balonmano se realizaron en otros países. El Salvador fue séptimo en el medallero, con un total de 123 medallas, distribuidas en 18 de oro, 39 de plata y 66 de bronce. Ah, y un hecho memorable: la selección sub-22 de fútbol, dirigida por Juan Ramón Paredes, ganó la medalla de oro al derrotar en penales, 4 a 3, a la selección mejicana.
¿A qué hacer memoria de todo esto?
Para que nos “avivemos”, que esas permanentes auto alabanzas del actual régimen, acompañadas de una grave y peligrosa siembra de odio hacia todo lo anterior, no nos impidan analizar la realidad. Y este ejemplo demuestra que en nuestro país se hicieron grandes cosas a las que en nada contribuyeron quienes, ahora, se bañan en una propaganda tan maravillosa como mentirosa.
Que no “nos miren la cara…”