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¿Cómo la juventud puede transformar la democracia y la sostenibilidad?

La democracia vive una paradoja: nueve de cada diez personas dicen apoyar la democracia como forma de gobierno. Sin embargo, la mitad de esas personas apoya a líderes que podrían socavarla. Esto se suma a que hay también un déficit de representación de la juventud en espacios formales de toma de decisiones. 

Por Fátima Ortiz
Abogada

El lema del Día Internacional de la Juventud, celebrado 12 de agosto, es “De los clics al progreso: vías digitales de la juventud para el desarrollo sostenible”, subrayando la importancia de conectar la digitalización con el avance de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) destacando el papel de las juventudes como líderes en innovación tecnológica.

Solo el 17% de los ODS están en camino de ser alcanzados el 2030, asegurar la participación de las juventudes en los procesos de formulación de políticas públicas y de toma de decisiones no puede esperar. Esto, además de acelerar el avance hacía el desarrollo sostenible, contribuirá a reducir la polarización política y reconstruir la confianza en la democracia en un mundo rumbo a la fragmentación.

El Informe sobre Desarrollo Humano 2023/2024 del PNUD: “Salir del estancamiento: reimaginar la cooperación en un mundo polarizado”, destaca que para cerrar las brechas del desarrollo, las instituciones deben centrarse más en las personas, promover el sentido de agencia personal y estar más orientadas al futuro.

En este contexto, los jóvenes son agentes de cambio, capaces de aprovechar el poder transformador de las tecnologías para superar las desigualdades. Su energía, compromiso y deseo de participar son fuente de esperanza hacia sociedades más justas y resilientes. Conectar su capacidad de innovar e interés en participar con los procesos formales de toma de decisiones es clave para enfrentar los desafíos del desarrollo y crear nuevos pactos sociales que revitalicen nuestras democracias.

La democracia vive una paradoja: nueve de cada diez personas dicen apoyar la democracia como forma de gobierno. Sin embargo, la mitad de esas personas apoya a líderes que podrían socavarla. Esto se suma a que hay también un déficit de representación de la juventud en espacios formales de toma de decisiones. 

A nivel global, sólo el 2,98% de los parlamentarios tienen menos de 30 años, a pesar de que la mitad de la población tiene 30 años o menos. En América Latina y el Caribe, mientras un 25% de la población total de la región tiene entre 15 y 29 años, sólo el 4,7% de los parlamentarios tienen menos de 30 años.

No es sorpresa que el 75,7% de los jóvenes entre los 15-25 años piensen que están gobernados por grupos que responden a su propio beneficio, que la satisfacción con el desempeño de la democracia sea del 45% y que la desconfianza en sus Gobiernos llegue al 40% y en los partidos alcance el 50%, según la organización Latinobarómetro.

Lo anterior no debe interpretarse como falta de interés y compromiso por parte de las juventudes. La movilización juvenil por causas sociales como el cambio climático o las desigualdades de género muestra un potencial transformador y son un claro ejemplo de que la apatía política de las juventudes es un mito. Lo que estos números sugieren es una necesidad de transformación de los espacios institucionales para garantizar una participación con propósito y sentido, reduciendo la brecha entre la movilización juvenil y los mecanismos formales de participación.

El Pacto para el Futuro y la Declaración sobre las Futuras Generaciones que los 193 gobiernos que forman parte de las Naciones Unidas acordarán en la Cumbre del Futuro, convocada por el Secretario General para septiembre este año, constituyen una oportunidad para dar un impulso a la participación juvenil institucional.

Las juventudes deben jugar un rol protagónico en el diseño y construcción del futuro. Necesitamos actuar en coherencia, abriendo espacios y oportunidades a su participación social, laboral y política, reconociendo sus voces y contribuciones por lo que son: actores decisivos en el devenir de la democracia, las transiciones justas y el desarrollo sostenible.

Abogada y defensora de los derechos humanos

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