Puse mis ideas sobre la mesa, me senté frente a la laptop y me pregunté: ¿vale la pena escribir sobre la entrevista de Johnny Wright en dónde declara públicamente su homosexualidad?, ¿amplifica el morbo o excava más sobre su vida privada…?
En realidad, sí creo que vale la pena, porque esta entrevista, en este contexto es una joya democrática, sobre todo en un entorno hostil, machista, patriarcal, conservador y pseudo religioso.
En primer lugar, vale la pena leer la respuesta de Johnny, en un medio radial, la cual fue más o menos en estos términos:
“Hay dos conclusiones, se puede llegar a más, sobre mi orientación sexual y la de mi pareja; primero, como sociedad nos distraemos bien fácil; hay una crisis económica, financiera, climática, social, violencia, y a pesar de estas condiciones fue Trending Topic mi orientación sexual y mi vida privada con mi pareja; esto nos debe hacer reflexionar. La segunda conclusión, hay mucho trabajo por hacer para convertirnos en una sociedad democrática, pacífica, en dónde se logren los mínimos estándares de convivencia, que aprendamos a tolerar, lo cual es un principio de Nuestro Tiempo, las personas merecen ser más que toleradas, las personas merecer ser aceptadas”.
Es sumamente triste y a la vez preocupante, que este caso se haya derivado y magnificado a partir de dos hechos repulsivos: por un lado, el uso de espionaje a la vida privada de un Diputado -y de su pareja- utilizando el software Pegasus; y por otro lado, una típica entrevista en formato de emboscada.
Este episodio no sólo abre el debate sobre los límites de la vida privada de un funcionario público, sino que a la vez refleja el problema del uso político e ideológico de las preferencias sexuales de un político.
La historia de la humanidad está plagada de casos de homofobia y discriminación; también sale a relucir el morbo hipócrita; y por si fuera poco, siendo las mayorías, hijos del machismo clásico, tenemos la malvada capacidad de criminalizar y amplificar los rumores.
En 1952 el destacado matemático Alan Turing vio truncada su brillante carrera y fue enjuiciado por cargos de “indecencia grave y perversión sexual” (igual que Oscar Wild en 1895); el 10 de septiembre de 2009, el primer ministro del Reino Unido, Gordon Brown, emitió un comunicado declarando sus disculpas en nombre de su gobierno por el trato que recibió Alan Turing durante sus últimos años de vida. Las décadas pasan y seguimos con ese espíritu inquisidor…
Pero Johnny tiene lo más valioso y por partida doble: 1) el amor y respeto de su familia y amigos; y 2) la valentía de responder en una sociedad equivocada, en un momento equivocado y en un lugar equivocado, transformando esta realidad -equivocada- en un nuevo espacio y abriendo la oportunidad para crear nuevos marcos de respeto, tolerancia y aceptación.
Anotó Platón en su obra el Banquete: “Donde se haya establecido que es vergonzoso estar implicado en relaciones sexuales con hombres, eso se debe a maldad por parte de los gobernantes, y cobardía por parte de los gobernados”; y reafirmó Freud: “La homosexualidad no es con certeza una ventaja, pero no es nada de lo que estar avergonzado, no es un vicio, no es una degradación, no puede ser clasificado como una enfermedad”.
El amor en sus diversas manifestaciones -Caritas, Filia, Eros, etcétera- es complejo; no somos nadie para enjuiciar la vida privada de los demás, para establecer cánones y patrones de lo correcto; cada quien, con su carga genética, cultural, educativa toma decisiones, y puede decidir con libertad a quién y cómo amar.
Por el momento, no podemos más que agradecer la valentía y sobriedad con la que Johnny Wright trató este tema y abrió una nueva etapa de nuestra vida democrática, de respeto, tolerancia y aceptación.
Hoy es Johnny, mañana podrá ser tu hijo (a) o nieto (a) un familiar o amigo que esté en la encrucijada de la homosexualidad o lesbianismo, algo que difícilmente podrás controlar; nadie sabe para dónde va hasta que llega…
Nos educaron en un ambiente de valores machistas y patriarcales, en dónde los niños no lloran y las niñas juegan con muñecas. Pero aparecen otras variables que cambian las reglas del juego, la genética, la educación, la cultura, la familia; a veces es fácil juzgar a otros, pero podrías estar en los zapatos del otro.
Las comunidades LGBTI poseen sus luchas, sus estigmas y sus formas de sobrevivir en entornos desfavorables; es complicado, pero generalmente no te exigen que seas como ellos, simplemente piden lo que Johnny ha manifestado: respeto, tolerancia y aceptación.
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