Europa se prepara a afrontar una posible escasez energética este fin de año, a consecuencia de la guerra en Ucrania. Desde el 24 de febrero, un nuevo contexto internacional surgió: las sanciones occidentales contra Rusia, financieras, comerciales o sobre la seguridad, militar, la adaptación internacional de Rusia con un posible “arco de alianzas” con China, Irán y Turquía, constituyen nuevas realidades que abren nuevas rutas comerciales, condicionando las exportaciones tanto como los suministros.
Hoy en día, casi todos los países, están involucrados por la consecuencia del conflicto convencional quien se agrava a las puertas de Europa. Inflación, aumento en los productos alimentarios y el riesgo de una crisis en regiones del mundo, tantas perspectivas que no se podían imaginar en el principio del año.
Desde hace semanas, los europeos están convencidos de la prolongación de la guerra, por lo cual tienen que adaptarse a esta realidad. Rusia tiene un arma de extorsión fuerte: disminuir o parar su distribución de gas . Por cierto, está vendiendo en nuevas proporciones sus materias energéticas a China, abriendo un espacio nuevo de colaboración geopolítica hacia el Este y Asia.
La presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, haciendo referencia a la amenaza rusa, habla de “una arma” para “debilitar” a la Unión Europea y sus 27 miembros. Esta situación es tan real que Bruselas definió un plan de economía en proyección de restricciones que podrían afectar a los consumidores el próximo invierno, es decir, dentro de cuatro meses.
Llamando a “esfuerzos” de las poblaciones, de las administraciones públicas, de los proveedores de energía, tanto como de los industriales, la Comisión Europea definió un objetivo: lograr alcanzar una reducción de 15% del consumo de gas. Este objetivo debería ser alcanzado durante un periodo que corre de agosto de 2022 hasta marzo de 2023, en comparación a los últimos cinco años. No se descartan otras medidas que los países podrían tomar obligatoriamente en caso de urgencia.
Las únicas medidas de limitación de calentamiento y de climatización podrían permitir ahorrar casi 11 mil millones de metros cúbicos de gas, sobre un objetivo de 45 mil millones de metros cúbicos.
Rusia en 2020 había proporcionado unos 153 mil millones de metros cúbicos a los países europeos. Concretamente, países como Italia decidieron que no se podía usar la climatización abajo de 27 grados. España, Alemania, Francia, entre otros, adoptaron medidas similares pero todavía, sin carácter obligatorio. Es decir, que se está llamando a la conciencia y responsabilidad de los ciudadanos frente a las previsiones de una situación que puede ser delicada para los europeos dentro de pocos meses. Campañas de comunicación están previstas para que los ciudadanos tengan gestos cívicos: el solo hecho de bajar de 1° la temperatura interior permitiría en una economía de 10 mil millones de metros cúbicos de gas por año, afirma la Comisión Europea.
La perspectiva de un invierno sin gas ruso, representando 40% de las importaciones rusas, obliga a Europa a pensar en su capacidad de producción de electricidad. Medidas sencillas como el hecho de descentrar el maximum de tomas eléctricas en tiempos de ausencia, no mandar emails voluminosos, despierta esta conciencia pero no son suficientes para responder al desafío climático en el tiempo.
El objetivo sigue siendo alcanzar la neutralidad carbono al horizonte 2050 y exige medidas de económica mucho más importantes tanto como una salida de la energía fósil. Ahora bien, la búsqueda de soluciones duraderas supone consecuencias al nivel internacional. Las difíciles previsiones para el próximo invierno europeo obligan a los países a encontrar nuevas rutas comerciales de suministro. El presidente de los Emiratos Árabes Unidos, el emir de Dibuja, Mohammed Ben Zayed Al Nahyane, realizó hace pocos días una visita oficial a Francia.
El propio príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed Ben Salmane, ha sido recibido por el presidente francés, Emmanuel Macron, después de haber realizado una visita a Grecia. El gas y la producción de petróleo han estado en el centro de los intercambios.
Francia está en una postura de prevención de una crisis anunciada.
Cómo olvidar las declaraciones de “Gazprom”, el gigante ruso gaseoso, anunciando una reducción de 40% a 20%, el volumen de gas que transita hacia Alemania, invocando “motivos técnicos” que no engañan a nadie. Es también la razón por la cual los europeos refuerzan sus importaciones con países como Azerbaiyán y Medio Oriente.
A la vez se despiertan desafíos de seguridad como la relación con un Irán que podría acceder al potencial nuclear militar, amenazando una región que podría constituir un nuevo frente de tensiones, perspectiva que los europeos tanto como los Estados Unidos no pueden permitirse.
Todo el contexto internacional está incrustado en tensiones despertadas por el conflicto en Ucrania, volviendo a Europa nuevo frente de una guerra convencional a sus fronteras.
Politólogo, especialista francés en relaciones internacionales, presidente de la Asociación Francia-América Latina (LATFRAN). www.latfran.fr